Crónicas desde la cuarentena (Parte II)

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La verdad es que no me apetecía mucho ponerme a escribir. La cuarentena y el paso de los días como si viviera en una burbuja alejada de la realidad me está creando un poco de apatía en ese sentido. Y muchos de vosotras y vosotros os preguntaréis. Si realmente no tienes ganas de escribir ¿por qué lo estás haciendo ahora mismo?

¿Sinceramente? Pues por la satisfacción de que leerme os haga olvidar el confinamiento durante un rato, la verdad. Parece una tontería pero a veces, son cosas que cuestan conseguir y no se pagan con dinero.

En principio, pretendía hablar del confinamiento una vez más, de como lo voy llevando no por hablar de mí específicamente, sino porque creo que en mi situación mucha gente se puede ver identificada ya se lleve mejor o peor, creo que estas cosas son de ayuda. Pero ya van dos columnas anteriores con lo mismo y poco ha cambiado la situación a parte del paso del tiempo. Así que os recomiendo que les echéis un vistazo.

Aunque a decir verdad, en estos últimos días estoy viendo tanto algunas situaciones que me hacen perder la fe en la raza humana como por el contrario, otras en las que vuelvo a creer en ella, y me gustaría hacer una breve mención porque creo que merece la pena reflexionar un poco sobre ello.

No sé si a vosotras y vosotros os pasa, pero yo que salgo un rato a la semana a hacer la compra (los viernes por la tarde mas concretamente) cada día es una aventura. Como he leído en un tuit del Nega, salir a comprar cada día es una película.

La gente está muriendo, la gente lleva mes y medio confinada en sus casas y la gente sale a comprar como si fueran al espacio ¿qué te impide mantener la distancia de seguridad? ¿Por qué los demás tenemos que salir a la calle después de semanas ataviados como en la primera guerra mundial, con mascarillas, guantes y toda la pesca, y tú te permites el lujo de seguir haciendo tu vida normal? ¿Por qué hay familias con niños que se suben por la paredes después de cuarenta días y tú puedes seguir haciendo tu vida como si no pasara nada?

¿Por qué te falta tanta empatía?

Esto es solo un ejemplo que pongo porque creo que ahora mismo a muchos os habrá pasado.

Y esto tiene un trasfondo mayor del que parece, porque al final hablamos de que estamos pasando por una crisis que nos afecta a todas y todos y que muchos por su falta de empatía, no respetan.

Porque ahí es donde realmente radica el problema, en la falta de empatía. Porque lo que hoy es simplemente el hecho de no mantener una distancia de seguridad o no cumplir el confinamiento para que todos podamos salir de aquí cuando antes y de la mejor manera posible, viene de esa falta de solidaridad con los de nuestra clase para poder comprender sus problemas, entender que son nuestros problemas también y organizarse para aportar soluciones. Porque una vez más todo radica en la conciencia de clase.

Sí, esa falta de conciencia de clase que hace que pidas la comida a domicilio en lugar de bajar a hacer la compra, poniendo en peligro a la trabajadora o al trabajador. Esa conciencia que hace que Glovo o Deliveroo hayan bajado las comisiones de sus riders ante la subida de los pedidos dada la desprotección que tienen los riders a nivel legal para acceder a las ayudas del gobierno o esa falta de conciencia de clase y de criterio que haga que te tragues todos los bulos que te llegan por wasap de tu cuñao el que no es un facha, pero está de acuerdo en algunas cosas que dice Vox.

Como ya he dicho y lo seguiré repitiendo, día que salgamos de ésta va a ser por el sacrificio de la gente normal no por las limosnas de Amancio o de los bancos que luego niegan los ICO o pretenden aprovecharse de las personas que necesitan liquidez con urgencia con prestamos abusivos.

La gente esencial, las trabajadoras y trabajadores que son necesarios en nuestra sociedad.

El día que rompamos las cadenas de éste sistema neoliberal psicópata, que nos hace estar sometidos al poder, ese poder que nos ha desmantelando la sanidad pública, el que se aprovecha de los servicios de todas y todos para hacer caja mercantilizando nuestras vidas y dejando morir a nuestros mayores en las residencias, todo cambiará.

Salir de la pandemia no tiene que ser el fin de un objetivo, tiene que ser el principio para cambiar las cosas. Por vosotras y vosotros, por vuestro futuro y en memoria de los que están cayendo y sus familias.

Porque yo puedo entender que Aznar o Rajoy se salten el confinamiento. Pero es que ellos nunca serán de nuestro bando. Como los mentirosos de Abascal o Casado con toda su tropa que no están teniendo ningún escrúpulo en intentar una y otra vez sacar rédito político de esta situación tan dramática. O como el gilipollas Trump diciendo que la gestión de nuestro gobierno es nefasta mientras le dice a sus ciudadanas y ciudadanos que se inyecten gel desinfectante o entierra a sus muertos en zanjas.

Abascal y Casado, Casado y Abascal, bulos, informes falsos, ordenadores apagados… menudas dos patas pa un banco. Pretenden gobernar un país y no están ni para un pueblo sin alcalde.

Hace falta otra revolución, pero no para ahora sino para ayer. Porque ya vamos tarde.

Por último, no quiero dejar una sensación tan pesimista o más bien, que parezca que lo estamos haciendo tal mal porque no es así. Se señala lo malo no por cantidad sino por la excepción para saber dónde y cómo actuar . Pero también algo está cambiando o mejor dicho, la gente está reivindicándose. Porque cada vez hay más mensajes de que los aplausos están bien, pero está mejor luchar por la sanidad pública en las urnas o saliendo a defender al personal sanitario en las manifestaciones de las mareas donde acaban a palos con ellos.

Cada vez hay menos banderas en el balcón tele-dirigidas por partidos políticos o por medios y más mensajes contra el parásito emérito de las cuentas en Suiza y los amigos en dictaduras que ni la censura puede evitar transmitir en directo. Porque cada vez vamos avanzando y saliendo de ésta pesadilla con el esfuerzo de todas y todos.

Y por último antes de acabar desde el taxi, me gustaría hacer una mención sobre nuestro amigo Alfonso Merlos, gran conocido del sector y no precisamente ni por su simpatía hacia el mismo ni por su labor periodística, informativa o por lo que sea que haga (que tampoco lo tengo muy claro) aparte de ir a Telemadrid.

Sí, la cadena publica pagada por todas y todos los madrileños, hasta los que no estamos de acuerdo con pagarle el suelo a semejante personaje, entre otros.

Realmente lo que me parece mal no son las formas ni lo que ha sucedido en sí (no voy a hablar de que presumible mente se estuviera saltando el confinamiento como he leído por ahí porque lo desconozco), pero sí entiendo el fondo de tanta crítica.

Personalmente, no creo que sea de recibo la que le está cayendo ni a él ni a su pareja o lo que sea, tampoco es importante, ni creo que se lo merezca. Al final no deja de ser un descuido en una situación de su intimidad.

Pero por otra parte el que siembra vientos, recoge tempestades y nunca mejor dicho.

Cada uno es libre mientras que no explote a otra persona ni la someta… pero tampoco vamos a pecar de buenísimo a estas alturas, las cosas como son, porque la verdad es que en parte es pura justicia poética, porque está recogiendo lo que ha sembrado durante tantos años de ataques y de mentiras contra personas, taxistas en nuestro caso que no se lo merecían.

Años de dolor y de frustración sobre todo al verle en televisión mintiendo sobre nosotras y nosotros, echando por los suelos la imagen de miles y miles de profesionales, trabajadoras y trabajadores, sin poder defendernos y encima pagándole el sueldo.

Al final, la conclusión es que un mentiroso (porque ha mentido) que utiliza su poder para denostar a los demás con mentiras en su propio beneficio, bastante tiene con eso y, de ahí ha venido todo el revuelo. Lo que le ha pasado, le puede pasar a cualquiera. No creo que sea correcto atacar por una cuestión personal y privada.

Así que no critiquéis a éste señor por la situación. Criticadle por su trabajo que eso no es de ahora. Ya sabemos lo ruin que es, no vamos a ser igual nosotras y nosotros. De eso se trata.

El tiempo pone a cada uno o una en su sitio y Cristina Seguí para ser tan española y mucho española parece no sabe poner una coma en castellano.

Tenía que decirlo.

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