La estrategia Amancio Ortega en tiempos de coronavirus

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Esta mañana, al levantarme, escucha entre brumas y sueños, la publicidad de Naturgy. Proclamaba que “en momentos difíciles te lo ponemos algo más fácil”. En la Cadena Ser se anunciaba, como si de una noticia de última hora se tratara, que, de forma totalmente altruista, filantrópica y solidaria, “regalará” un año gratis de reparaciones de electrodomésticos y averías de gas y luz a sanitarios, bomberos, policías y militares para agradecer la labor de los profesionales implicados en la primera línea de lucha contra la pandemia, porque… “ahora nos toca cuidar de ti” (lema de su campaña).

Foto de GreenPeace

Me sentí embargado con la generosidad de estos filántropos. ¿O no? De repente, me acordé de Amancio Ortega. Y me entró la sospecha. Así que, raudo y diligente, me dirigí a Wikipedia. Esa fuente de construcción colectiva de saber compartido.

Y veo que Naturgy (la antigua Gas Natural Fenosa, una de las empresas más poderosas y opacas del Ibex 35) es una de las tres grandes compañías del sector eléctrico en España, que, junto a Endesa e Iberdrola, forman el oligopolio del sector eléctrico español, dominando estas tres el 90% del mercado eléctrico nacional. Que, según los datos de Eurostat, España es uno de los países de la Unión Europea con la electricidad más cara. Y que Naturgy es la segunda empresa más contaminante de España y una de las que más presiona a legisladores y gobernantes en contra del avance de las energías renovables. Es más, que Naturgy es la empresa que más ha promovido las puertas giratorias (buena parte de su negocio depende de la adjudicación de contratos públicos o infraestructuras del Estado), empleando o contratando a expolíticos como Felipe González, la exministra Cristina Garmendia​, el expresidente del PNV Josu Jon Imaz, a los exministros Nemesio Fernández Cuesta, Narcís Serra, y así hasta más de 30. Wikipedia acaba su entrada explicando que “según la investigación realizada por el periódico español Expansión esta empresa modifica continuamente la página en la Wikipedia en español” para eliminar su mala imagen de la misma (gasta alrededor de 357 millones de euros anuales en publicidad). El origen de la empresa era encargarse del alumbrado público de Barcelona. Ahora controla el 55% de los contratos de gas en España, posee 16 filiales en paraísos fiscales y debe más de 15.000 millones de euros a sus acreedores.

¿A qué nos suena todo esto? Sin duda, a la denominada “estrategia Amancio Ortega” (AO) aplicada en tiempos de coronavirus. No importa si defraudas, expolias, saqueas, empleas mano de obra esclava, haces “ingeniería fiscal creativa”, o “compras” voluntades políticas para seguir especulando, con tal de que vendas, publicitaria y mediáticamente, obras filantrópicas como ésta, que laven tu imagen y generen “defensores” y “adeptos” a la generosidad y filantropía de los magnates, como ya ha sucedido con las “donaciones” del dueño de otra gran empresa, Inditex. Máxime si utilizas la actual pandemia para apelar a lo emocional con el lema “ahora nos toca cuidar de ti”. Filantropía, como es típico de la estrategia AO, dirigida a un determinado sector, escogido por el filántropo de turno. En este caso, a “profesionales que están en la primera línea de lucha”. Pero solo a algunos, que esta empresa “selecciona”.

Esta estrategia AO es muy rentable. “Dar limosna”, como Amancio Ortega, donando 300 millones de euros (con extraordinarios beneficios fiscales por ello) para obligar a hospitales a comprar determinados instrumentos oncológicos del mercado, mientras obtiene unos 4.000 millones de euros al año de beneficios con sus cuestionados métodos empresariales y sus fábricas denunciadas por explotación en diversas partes del mundo (Bangla Desh, Marruecos, Brasil,…) y que, por si fuera poco, defrauda 600 millones eludiendo impuestos[1] mediante paraísos fiscales, parece un negocio de lavado de imagen muy lucrativo. Y además tiene un efecto catártico, no solo en la sociedad y los medios de comunicación afines, que tienden a “perdonarle todo” y mejorar su imagen como filántropo, sino incluso, parece, que en su propia conciencia. Ya decía John Steinbeick que “no hay mejor trampolín que una mala conciencia para saltar a la filantropía”.

Esta mal llamada “filantropía capitalista” lo que encubre es el desmantelamiento de los derechos sociales, de la justicia social y de la democracia, con donativos que apenas sirven para paliar siquiera uno de los miles de recortes en sanidad, educación y servicios públicos, con que sus evasiones fiscales y su acaparamiento nos asfixian. Encubre la explotación del capitalismo sobre la que se asienta esos beneficios desmedidos, de empresas como éstas, que siguen condenando a la gente a vivir sin luz por mantener precios prohibitivos para muchas familias o que imponen condiciones laborales de explotación y precariedad sin límites, para seguir engordando sus cuentas y los beneficios de sus accionistas. Tratando de que se olvide el origen de esa “caridad” de los señoritos, que novelas como “Los Santos Inocentes” de Miguel Delibes denunciaban y que ahora se reproducen, solo que con más glamour y con la aquiescencia y el aplauso de tantos medios de comunicación y sectores políticos y sociales entregados a la nueva fe neoliberal del capitalismo.

No queremos caridad, queremos justicia. Queremos que la riqueza se redistribuya y se destine a la sanidad, la educación y los servicios públicos, es decir, el bien común. Que quienes más obtienen del trabajo de los demás, paguen los impuestos correspondientes. Impuestos que se traducen en hospitales, profesionales de la medicina y la enfermería, en lugar de limosnas para blanquear la imagen corporativa. En vez de un año de “reparaciones gratis” para sanitarios y militares, aprovechando el fuerte componente emocional de la tragedia del coronavirus, quisiéramos haber tenido un sistema de salud público fuerte y preparado, sin que se hubiera recortado a miles de profesionales y recursos para afrontar la pandemia, debido a estas grandes empresas utilizan ingeniería fiscal para eludir impuestos en España. Queremos que, cuando se salga de esta pandemia, toda la población tenga derecho a luz en su vivienda y que a nadie se le corte porque no la pueda pagar, en vez de donaciones para algunos.

Por eso debemos reivindicar justicia social, equidad redistributiva, derechos sociales, democracia, frente a la mísera limosna de los ricos para vender su imagen. Justicia social para paliar los desastres sociales, económicos y medioambientales que provocan sus prácticas empresariales y el capitalismo neoliberal que dirigen y sostienen con mano férrea, aplicando siempre la misma regla: capitalismo y libre mercado para los pobres, pero socialismo para rescatar a los ricos cuando sus bancos y autopistas quiebran. Queremos, en definitiva, cambiar el enfoque y el modelo: en vez de campañas de “pobreza cero” pasar a campañas y medidas efectivas para avanzar hacia la “riqueza cero” y “solidaridad, igualdad y justicia social cien”. Porque mientras unos pocos acaparen los recursos del planeta, al resto solo le quedan las migajas. El capitalismo es el virus. Y este virus es una pandemia mucho más mortal y criminal que ningún coronavirus.


[1] Según un informe presentado por el Partido de Los Verdes al Parlamento Europeo, Inditex eludió el pago de 600 millones de euros en impuestos a través de «agresivas técnicas de ingeniería fiscal». (ver Eludir y evadir impuestos: ¿Hasta dónde llega la irresponsabilidad empresarial? y ¿Un paso adelante contra la elusión fiscal?).

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Enrique Díez Gutiérrez
Enrique Javier Díez Gutiérrez. Profesor de Pedagogía en la Facultad de Educación de la Universidad de León. Doctor en Ciencias de la Educación. Licenciado en Filosofía. Diplomado en Trabajo Social y Educación Social. Ha trabajado también como educador social, como maestro de primaria, como profesor de secundaria, como orientador en institutos y como responsable de atención a la diversidad en la administración educativa. Especialista en organización educativa, desarrolla su labor docente e investigadora en el campo de la educación intercultural, el género y la política educativa. Entre sus publicaciones se encuentran: Pedagogía Antifascista (2022), La historia silenciada (Plaza y Valdés, 2022), Educación crítica e inclusiva para una sociedad poscapitalista (Octaedro, 2021), La asignatura pendiente (Plaza y Valdés, 2020), La educación en venta (Octaedro, 2020), Educación para el bien común (Octaedro, 2020), La revuelta educativa neocon (Trea, 2019), Neoliberalismo educativo (Octaedro, 2018), La polis secuestrada: Propuestas para una ciudad educadora (Trea, 2018), La educación que necesitamos con Alberto Garzón (Akal, 2016), Qué hacemos con la Universidad con Adoración Guamán y Josep Ferrer (Akal, 2014), Desvelando la historia. Fuentes históricas coloniales y postcoloniales en clave de género con Mary Nash (Comares, 2013), Educación pública: de tod@s para tod@s. Las claves de la “marea verde” (Bomarzo, 2013), Qué hacemos con la educación con Agustín Moreno (Akal, 2012), Educación Intercultural: Manual de Grado (Aljibe, 2012), “Decrecimiento y educación” con Carlos Taibo en Decrecimientos (Catarata, 2011), La Memoria Histórica en los libros de texto (2012), Globalización y Educación Crítica publicado en Colombia (Desde Abajo, 2009), Unidades Didácticas para la Recuperación de la Memoria Histórica (Ministerio Interior, 2009), Globalización neoliberal y sus repercusiones en la educación (El Roure, 2007), La diferencia sexual en el análisis de los videojuegos (CIDE, 2004), Investigación desde la práctica: Guía didáctica para el análisis de los videojuegos. (CIDE/Instituto de la Mujer, 2004).

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