Si en la primera parte del análisis de las consecuencias sociales del modelo neoliberal (I) planteaba las consecuencias globales de la doctrina neoliberal, en esta segunda parte planteo ejemplos concretos de cómo se articula esta doctrina a nivel internacional.
El Banco Mundial, junto con el FMI, han sido los principales organizadores de un mundo en el que los países productores del Sur y del Este se ven obligados a generar superabundancia de una estrecha gama de materias primas dirigidas al abastecimiento de los países enriquecidos del Norte, compitiendo entre sí y viendo cómo los precios de éstas bajan cada vez más en los mercados mundiales. Estando obligados además a aumentar sus exportaciones para poder saldar sus deudas en una espiral sin fin. Cuanto más producen, mayor es aún su pobreza y más endeudados se encuentran, sin poder dedicar los ingresos de sus exportaciones a la educación o la sanidad de su propia población, teniendo que hacer frente a una deuda externa cada vez más onerosa en un juego comercial marcado de antemano.
En África, la concentración en prácticas de monocultivo ha acabado por tener un efecto de erosión de los cimientos de la antigua agricultura de subsistencia, provocando además una dramática escasez de alimentos y una necesidad imperiosa de importar, ante todo, cereales, situación singularmente llamativa en un continente dotado de una ingente riqueza agraria. Sin embargo, es un continente invadido por capitales extranjeros concentrados en la explotación de las materias primas energéticas existentes y por los planes de ajuste del Fondo Monetario que no han tenido consecuencia positiva alguna en materia de transformación estructural de las economías. La deuda externa sigue en aumento imparable. Los montos totales de la deuda externa de estos países en su conjunto se multiplicaron por 73 entre 1970 y 2012, mientras sus poblaciones pagaron 145 veces la cantidad inicial que se debía en 1970. Se trata de una hemorragia sangrante. Casi todos los países más pobres del planeta se hallan en África. Y son muchos los países en los que las élites políticas y militares, habitualmente formadas y entrenadas en los países ricos, han preservado para sí los escasos recursos existentes. Además, se han provocado, en los últimos decenios, una profusión de conflictos bélicos, alentados por los países enriquecidos y las multinacionales que se disputaban los recursos energéticos (el coltán en Sierra Leona, el gas en Argelia, etc.), que ahora se han desplazado también a Oriente Medio, y ha habido una serie de catástrofes naturales y hambrunas –evitables en contextos geográficos del norte–, que han supuesto auténticos desastres humanos, sociales y económicos en África.
África es el ejemplo más claro de las consecuencias de esta doctrina neoliberal que provoca genocidios silenciosos en grandes extensiones humanas del planeta, para que unos pocos vivan en un mundo de riqueza y despilfarro inmoral.
Continuará.