Mi alumno vota a VOX

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Hace ahora una semana, cuando salía del aula al sonar el timbre que anunciaba un intercambio de clases, uno de mis alumnos de Bachillerato  se me acercó por el pasillo. Acabábamos de tener elecciones, y cuando eso ocurre ya es casi tradición que mis chavales -que por supuesto han descubierto mi perfil en las redes sociales y con ello mis simpatías y antipatías políticas-, suelan hacerme comentarios sobre el tema en estos días, así sea simplemente para darme el pésame. Por eso no me extrañó que este alumno me abordase en pleno pasillo para preguntarme que qué opinaba de la jornada electoral, aunque ambos supiésemos que no le iba a contestar, pues nunca hablo de mis posiciones políticas con los alumnos. Pero él, que no tiene esa norma, sí que me dijo lo que pensaba, espetándome, así sin más, que el había votado a VOX, y que había sido gracias a mí.

Aunque hasta ese momento sólo quería irme a mi clase, el chico consiguió desde luego que le prestase atención. Él es un buen alumno. Y le interesa mucho mi asignatura, y por eso le tengo aprecio. Pero lo que me había dicho, casi sonaba a sorna, y pensé si tal vez se estaba cachondenado de mí. Le pregunté si no sabía que yo me encontraba precisamente en las antípodas ideológicas de VOX, y me contestó que sí, pero que no lo había votado por eso sino porque yo le había enseñado a ser crítico con la información y que por eso no iba a dejarse manipular por los que intentan meternos miedo con eso de la extrema derecha. ¡Toma bombazo! El tío me dejó de piedra. Y no sabía si tomarme lo que me decía como un halago, o más bien tendría que replantearme qué había hecho yo mal para que mis clases se hubiesen interpretado así.

Como soy de naturaleza chismoso y me he enganchado a las redes sociales, dejé escrito lo que me había pasado en Twitter, y rápidamente el perfil se me llenó de gente opinando a favor y en contra, destacando entre algunas intervenciones, las de algún periodista de la caverna y un diputado de VOX acusándome ambos de adoctrinar a mis alumnos. Y es que, aunque difícilmente pudiese deducirse algo así de mis palabras -fíjense que hasta el alumno advertía que yo le he enseñado a ser crítico con la información-, la estrategia de tergiversar las palabras del  enemigo se inventó hace mucho ya.

Lejos de lo que alguno ha señalado, precisamente yo vivo obsesionado con que mis alumnos piensen por sí mismos, y de hecho cuando me presento ante ellos el primer día de clases les montó hasta un pequeño numerito para captar su atención en este sentido y que al explicar en qué consistía en Twitter se hizo incluso viral. Porque yo respeto mi profesión. Y creo firmemente que los docentes somos responsables de crear ciudadanos críticos que no se dejen engañar por el pensamiento dominante sin cuestionarse de dónde procede la información que les llega. Me preocupa y mucho, que mis alumnos piensen por sí mismo, y que si alguien tergiversa la realidad para adaptarla a sus intereses, ellos sean capaces de ponerlo todo en duda.

Justamente fue por eso que me impactó que un alumno que me ha demostrado sobradamente su capacidad crítica acabase votando a VOX. Y no. Por supuesto no es que me moleste que haya votado una opción política diferente a la mía, sino que me asombra que lo haya hecho por un partido que hace de la manipulación su bandera para captar votos, llamando a los instintos más primarios -bandera, identidad-, identificando a falsos enemigos culpables de todos los males -inmigrantes-, y ocultando que sus verdaderos intereses se centran en el mantenimiento de los privilegios de clase de una minoría. Así, lo que me molestó más de todo esto al final no fue ese voto sino que se rompiesen mis esquemas, descubriendo de repente que hasta un ciudadano crítico y sin intereses de clase análogos, podía dejarse seducir por un discurso como el de VOX. Un discurso de odio, que aunque sea blanqueado constantemente por medios de comunicación y periodistas irresponsables, no deja de ser evidente.

A la hora del recreo volví a encontrarme con él. Yo no dije nada, pero él tenía ganas de contarme las razones de su voto y yo de escucharle porque sentía mucha curiosidad. Cuando todo terminó sentí que ese día fue el alumno el que dio una lección al profesor. Me habló de su situación personal y la de los suyos, y pude percibir el desencanto que yo mismo siento ante lo que pasa. Ese sentimiento de derrota que me embarga desde hace años fue lo que pude ver también en él. Y en su pueblo. Un histórico pueblo de izquierdas que ahora vota a VOX, y que ocupa el dudoso honor de estar entre los más pobres del país. Y en el que, como ocurre en gran parte de Andalucía, las perspectivas se ven ennegrecidas con un futuro en el que ya nos han garantizado una nueva crisis económica que volverá a obligarnos a empeorar todavía más nuestras vidas. Y es que la clase trabajadora está cansada. Y ya le han arrebatado en algunos casos hasta la esperanza. Y por eso está cada vez más dispuesta a escuchar a cualquiera que le ofrezca una alternativa a su situación.

Lamentablemente la izquierda, desarmada y derrotada en lo ideológico, hace décadas que actúa a la defensiva y ha asumido que el sistema no puede cambiarse. Ya no lucha contra el sistema sino que es garante de él, como temerosa de que cualquier cambio nos pudiera llevar a algo peor. Y es ahí donde aparece la extrema derecha, aquí y en toda Europa, encontrando clientes entre una frustración que nosotros no somos capaces de arreglar porque no nos creemos que sea posible. Y así, en Francia o en Italia, antiguos feudos de los todopoderosos partidos comunistas que cayeron con el eurocomunismo, ahora son los principales proveedores de votos de los partidos ultras. Porque como dice un amigo que escribe en este medio, la clase trabajadora ya no tiene quien le escriba, y se siente huérfana ante una izquierda que ha abandonado el discurso de clase y antisistema para centrarse en cuestiones meramente simbólicas que, gracias al posmodernismo, han llegado a veces hasta a rozar el ridículo.

En España, todavía podríamos estar a tiempo de frenar esto, ya que, salvo algunas excepciones, los resultados electorales indican que VOX no ha calado entre la clase trabajadora que no votase ya a la derecha. Aunque eso no debe tranquilizar a nadie, porque el que no lo haya hecho todavía no significa que no lo vaya a hacer, y de hecho todo indica a que así será. Pues son ellos los que han levantado, ante el abandono de su misión histórica por parte de la izquierda transformadora, la bandera de la lucha contra el sistema y de la defensa de la soberanía nacional frente a la globalización capitalista. Y así resulta que son cínicamente ellos los que están ocupando el espacio del discurso contra el sistema. Ellos, que  si llegasen a tener oportunidad, acabarían de un plumazo con todos los logros que a la clase trabajadora le costaron décadas de sangrientas luchas, son los que están mejor posicionados para atraer a sus filas a millones de trabajadores desencantados y que buscan desesperadamente algo en lo que creer. Y no se engañen, que si esto pasa la culpa no será de ellos por dejarse engañar, sino nuestra por no haberles ofrecido una alternativa real. Así que o despertamos de una vez o más vale que nos vayamos haciendo a la idea de la distopía que viene.

4 COMENTARIOS

  1. seguramente sea su entorno, sus padres, la televisión, etc. Si se analiza el discurso de Vox parece atacar a cosas de sentido común que pueden mejorar la vida de algunas personas todo servido con un condimento patriótico que puede ser muy sexy para algunas personas, el problema es que si les quitas ese patriotismo extremo y las 3 o 4 cosas que parecen «buenas» (como por ejemplo la mano dura con los extranjeros delincuentes que es bien sabido que algunas personas les gusta mucho echar la culpa a los demás) se queda un partido de derecha rancia que quiere recortar aún más los derechos de las personas, homosexuales, las mujeres, los extranjeros y los trabajadores beneficiando a las élites de siempre. Del auge de vox tiene mucha culpa los medios de comunicación y el blanqueo del fascismo que en otros países es ilegal, Saludos

  2. Buen artículo
    Coincido que el desencanto, la ausencia de perspectivas y el abandono q hizo la izquierda de la identidad clasista, promueve la búsqueda de otra posibilidad identitaria, esa q rescata la derecha del anquilosado estado/nación
    Pienso q además los mass media, los sindicatos y hasta las escuelas en cto a agentes d reproducción social instalaron
    en tiempos de auge del estado de bienestar la falsa pertenencia de los asalariados a la » clase media» y la misma permanece en el imaginario,. Dell orgullo de pertenecer a la clase obrera o productiva, se paso a cierta vergüenza, ser pobre en un mundo q sostiene la falacia de la meritocracia, es » ser menos» valer menos.
    La izquierda si abandona su mirada clasista, deja de ser izquierda

  3. Pensamiento crítico es analizar causas y consecuencias, desde la objetividad y no desde la subjetividad.

    Perdone que sea yo quien se lo diga, pero usted se está mostrando prejuicioso y subjetivo. Su alumno le está dando una lección y usted, en lugar de aprovecharla, se empecina en mantener su postura intransigente.

  4. Veo que no sigue los consejos que ofrece a sus alumnos, pero por lo menos sí que parece que ha conseguido transmitirlos correctamente.

    Enhorabuena, reciba un afectuoso saludo.

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