Los dividendos de la paz se han acabado

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“La mano oculta del mercado nunca funcionará sin un puño oculto; McDonald’s no puede prosperar sin McDonnell Douglas, el constructor del F-15”
Thomas Friedman

Si hasta ahora se decía que EEUU estaba dispuesto a enfrentar a Rusia “hasta el último ucraniano”, probablemente haya decidido pasar a una etapa bélica mayor y combatir “hasta el último euro” del bolsillo de los europeos.

Josep Borrell y Thierry Breton, Comisario de Mercado Interior responsable de la Industria Europea de Defensa escriben en un artículo de opinión publicado por el Servicio Diplomático de la Unión Europea de 4 de marzo: “Es hora de que Europa tome su seguridad en sus propias manos para proteger a sus ciudadanos y disuadir sus adversarios”.

Sin reparos exponen sus fines:

Ya hemos comenzado a revertir la política de «dividendos de la paz» -el enfoque de reducir el gasto en defensa y la producción industrial relacionada- que ha prevalecido durante mucho tiempo después del fin de la Guerra Fría, [    ] las decisiones de los Estados miembros de la UE de invertir masivamente en defensa y apoyar militarmente a Ucrania con 28.000 millones de euros. desde el inicio de la guerra y otros 21 mil millones de euros anunciados para 2024. La UE está utilizando instrumentos como el Fondo Europeo de Paz de una manera innovadora para financiar la transferencia de armas a Ucrania y acabamos de acordar agregar 5 mil millones de euros a esta cifra. Instalación. También hemos movilizado el presupuesto de la UE de maneras sin precedentes para apoyar la adquisición y la inversión conjunta en la producción de municiones.”

Si tenemos en cuenta la participación activa de la presidenta de la Comisión Europea Úrsula Von Leyen al frente de la UE en el aspecto belicista, elegida como candidata a un segundo mandato por el Congreso del PPE en Bucarest. ¿Qué representa y qué factores responden a su presidencia?.

Como una teoría de innovación económica y nuevo ciclo económico, la guerra sería la forma más drástica de «destrucción creativa» (Schumpeter) inherente al capitalismo, intrínseco en su evolución imperialista. La guerra constituye una opción recurrente del capital monopolista en los momentos de crisis económica, porque es una manera de reactivar la producción industrial sin necesidad de reactivar la demanda (el Estado compra la producción de armamentos con el dinero del contribuyente sin consultarlo y la población del enemigo elegido «consume» las bombas que recibe). Después de la guerra los grandes monopolios de la industria civil acaparan el negocio de la reconstrucción y de la «ayuda humanitaria”.

El estudio de las guerras no puede ser realizado disociadamente de la estructura de clases de la sociedad, debiendo reconocerse con anterioridad cuál es la clase que se vale de la violencia para alcanzar sus fines políticos, de los que la guerra es una prolongación como indicaba Clausewitz: «La guerra es la continuación de la política por otros medios»

Factores

Las transformaciones ocurridas en el propio desarrollo del capitalismo que surten efecto posteriormente a 1970, la economía capitalista para revertir la tendencia decreciente de la tasa de ganancias, necesitó incorporar la nueva tecnología (robótica, electrónica, informática) a la industria y a los servicios y eso requirió grandes inversiones de capital. Alguien tenía que pagar la factura. Comienza entonces la época de la austeridad y de los sacrificios (congelación de los salarios, deterioro de las condiciones de trabajo y aumento de la desocupación) que acompañaron a la reconversión industrial. Al mismo tiempo, la revolución tecnológica en los países más desarrollados impulsó el crecimiento del sector servicios y se produjo el desplazamiento de una parte de la industria tradicional a los países periféricos, donde los salarios eran –y son- mucho más bajos.

El proceso de “financiarización de la economía” entra en acción con un extraordinario vigor, reforzando su capacidad de hacer frente a cualquier amenaza a su hegemonía[1], que se disfraza encubierta en el discurso de la globalización, que oculta su naturaleza al propagar la idea de que todas las naciones son interdependientes y de que, por ello, todas se benefician de la falsa lógica de la acumulación global.

José Tapia, profesor de política en la Univ. de Drexel (Filadelfia) en su libro, “Seis crisis de la economía mundial” establece que las crisis de la economía global son períodos de desaceleración sustancial de la actividad económica mundial (medida por la inversión, la producción industrial, el comercio o el desempleo) en los que muchas economías nacionales están técnicamente en recesión. Respalda la visión de Marx de que las crisis son endémicas del capitalismo y ahora están generalizadas en todo el mundo. Las grandes crisis económicas ocurren al menos una vez por década y “el intento, en su mayoría fallido, de crear instituciones de “gobernanza global” muestra claramente que la capacidad de la economía de mercado para regularse a sí misma y producir resultados sociales eficientes es sólo un mito”.

Las crisis o recesiones en las principales economías están cada vez más sincronizadas, como lo demuestran las de principios de siglo, en 2008-2009 y en 2020. De hecho, en 2020, el 85% o más de los países sufrieron una reducción del PIB real, la proporción más alta jamás vista.

Sostiene que este es particularmente el caso en el siglo XXI, cuando todas las economías del mundo están ahora muy integradas a través del comercio y los flujos de capital – es decir, ninguna economía es una isla en sí misma; por el contrario, la suerte económica de las principales economías, incluida la principal, EEUU, está estrechamente correlacionada. “Hoy tenemos una economía-mundo capitalista. Abarca todo el globo, pero no hay nada más […] Comienza a finales del siglo XIX, pero es la primera vez en la historia de la humanidad donde hay un solo sistema histórico en el planeta en un momento dado.”

Para conocer el jardín que pisamos

¿Será un intento de reeditar el “keynesianismo militar” que sacó a EEUU de su larga crisis de las primeras décadas del siglo XX en detrimento de la inversión en materia social lo que intenta la UE?. Los gastos bélicos prevén fabricar unos 200 millones de obuses al año. Lo cual no parece que se compagine muy bien con la Agenda 2030 ni con la célebre “Transición Ecológica” y la consecución de los objetivos del Pacto Verde Europeo.

Los estrechos vínculos entre la acumulación de Capital y el militarismo económico.

Los marxistas para el análisis nos valemos de los conceptos de la Economía Política[2] que centra su estudio en el proceso económico de la sociedad, o sea en la forma en que los seres humanos organizan la producción, distribución, intercambio y consumo de bienes para explicar dicha vinculación.

No es sólo la ideología que rodea el uso del gasto militar para sostener la economía de la eurozona que entró en recesión. El direccionamiento hacia el sector militar de tan importantes recursos económicos de la UE que proponen Borrell y Breton resultan imprescindibles en buena lógica del proceso de acumulación de Capital, sirve para desplazar el eje de la acumulación capitalista del sector productivo al industrial militar y posteriormente derivar al capital financiero especulativo cuyo papel es producir beneficios sin participar en el proceso productivo aunque

se pretenda justificar con teorizaciones acerca de que el dinero y otros productos financieros son creadores de valor.

El sistema capitalista en la eurozona se inclina por perder de un lado en la producción industrial y agrícola, pero ganar en el sector militar y en la posibilidad de apropiarse de nuevas zonas de expansión económicas (adhesión de Ucrania a la UE), extender su acción a las antiguas repúblicas ex soviéticas (Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) y conquistar nuevas esferas de acumulación.

Estos procesos hacen que la estructura de acumulación se vea modificada, pues se lleva a cabo una redistribución del capital social total alterando la reproducción del sistema. Se demanda además de un mayor excedente, el plusvalor extraído a los obreros para el mantenimiento de este nuevo sector económico representado en el militarismo. Los gastos para el mantenimiento y sostenimiento de estos sectores que representan el militarismo se traslada a la clase trabajadora sea mediante una intensificación en el trabajo (productividad), mayores impuestos (Ej. IVA de la luz en España), alargamiento del periodo cotizado para las pensiones, retraso en la edad jubilatoria, pérdida del poder adquisitivo, disminución de gasto social en sanidad, educación y vivienda. Se libera una mayor parte de la plusvalía para los capitalistas potenciando las posibilidades de capitalización. Pero la plusvalía apropiada y dispuesta para su uso capitalista no necesariamente abrirá nuevos mercados, ni producirá más y mejores mercancías, sino que derivará finalmente hacia el capital financiero especulativo.

Tapia puntualiza: “La dinámica interna del capitalismo seguirá generando crisis económicas y destrucción ecológica, avivando pobreza masiva, malestar social y migraciones masivas. Parece bastante claro que todos estos procesos, en ausencia de un gobierno mundial, aumentan significativamente el riesgo de una guerra mundial. Por lo tanto, la elección no es entre este sistema y una modificación del mismo que sea más estable y eficiente, sino entre este sistema y otro sistema que necesariamente debe ser muy diferente”.


[1] La posición hegemónica actual del capital financiero comenzó con la constitución de las grandes empresas transnacionales como resultado de la concentración y acumulación del capital,

que dio lugar a la formación de grandes oligopolios y monopolios cuya base financiera se consolidó desde finales del

siglo XIX y principios del siglo XX con la fusión del capital industrial y el capital bancario.

[2] Estudia las relaciones sociales que los hombres establecen entre sí para producir la diversidad de bienes requeridos para satisfacer sus necesidades.

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