Inteligencia artificial y desempleo tecnológico en el sistema capitalista

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“Siento interrumpir la fiesta, pero tenemos un problema”.
Hal 9000. Computadora de 2001: odisea en el espacio

Los últimos avances en inteligencia artificial podrían conducir a la automatización de una cuarta parte del trabajo realizado en EEUU y la eurozona, según un informe realizado por el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs en 2023, que indica que la Inteligencia Artificial «generativa» podría crear nuevos puestos de trabajo e impulsar la productividad global, pero  también podría provocar una “perturbación significativa del mercado laboral”, con aproximadamente 300 millones de puestos de trabajo expuestos a la automatización.

Desde el principio de la Revolución industrial hasta la actualidad, el desarrollo productivo consistió en desagregar las tareas que correspondían a la producción de una mercancía en tareas más simples para poder aumentar con eso la productividad del trabajo. Luego en una segunda etapa esas tareas comenzaron a ser mecanizadas, reemplazando trabajadores por máquinas, aumentando todavía más la productividad del trabajo. La nueva informatización, por más sorprendente que sea, no escapa a esa lógica.

La tecnología —como forma materializada de conocimiento científico y productivo— aparece explícitamente supeditada a la acumulación de capital, a las necesidades operativas del ciclo de negocio empresarial en cualquiera de sus manifestaciones y sectores de actividad. Desde una perspectiva marxista, la inteligencia artificial al tratarse de un desarrollo de las fuerzas productivas es una herramienta de devaluación de la fuerza de trabajo, se sitúa como un paso más en la automatización del trabajo y, por consiguiente, con las consecuencias de ésta, la división entre los trabajadores que saben usarlas y las que no, y como corolario aumentar el ejército industrial de reserva.

El potencial de las tecnologías de inteligencia artificial podría crear una nueva clase de trabajadores administrativos desposeídos, que corren el riesgo de sufrir un destino similar al de los trabajadores manufactureros en la década de 1980 informa Financial Times.

La Inteligencia artificial es la capacidad de las máquinas de aprender y realizar tareas que normalmente requieren de la intervención humana. Esto incluye la capacidad de procesar y analizar grandes cantidades de datos, reconocer patrones y tomar decisiones basadas en esa información. Junto a la digitalización, ambas son tecnologías que se complementan entre sí, en su simbiosis, la digitalización proporciona la base de datos necesaria para que la inteligencia artificial pueda analizar y procesar la información. A su vez, la inteligencia artificial mejora la eficiencia y la precisión de los procesos digitales.

El capitalismo se volcó hacia los datos para recobrar vitalidad tras las prolongadas crisis de sobrecapacidad que acechaban la producción fordista de bienes y su régimen de empleo desde la década de 1970. Aprovechó la conjunción de dos herramientas digitales (intangibles), la Big Data con su capacidad del tratamiento de datos y la Inteligencia Artificial cuyo objetivo principal es simular el proceso de inteligencia humana a través de máquinas, con su habilidad de imitar el comportamiento y razonamiento humano, a través de algoritmos capaces de aprender, identifica patrones, genera repeticiones y toma decisiones, cuyas principales aplicaciones se centran en la automatización de procesos y el análisis predictivo, combinado con la alta velocidad de procesamiento de datos. Se suma la Machine Learning, rama de la IA en relación con el aprendizaje, concerniente con la creación de sistemas que aprenden por sí mismos y que, con el paso del tiempo, van mejorando su precisión.

La relación entre trabajo y valor

Hoy día en la explotación en el sistema económico del capitalismo, los dueños del capital se apropian de una determinada cantidad de tiempo de trabajo, y esto es así porque el trabajo humano es el que produce el valor. La sofisticación de la maquinaria lleva al desarrollo de la inteligencia artificial. El impulsor de esta es, en principio, el afán de lucro de la burguesía, cuyo interés es aumentar y apropiarse de la plusvalía relativa[1].

Podemos dilucidar la existencia de una serie de contradicciones latentes en el devenir del desenvolvimiento de las fuerzas productivas afectadas por desarrollo tecnológico contemporáneo que ha desencadenado el surgimiento de modelos de inteligencia artificial. Para ello nos apoyamos como base de análisis en el capítulo ,”Fragmento sobre las máquinas “ de los Grundrisse; el capítulo XIII “Maquinaria y gran industria” del tomo I de El capital; y en “Resultados del proceso inmediato de producción” del libro I, cap VI inédito de El Capital.

Marx procura detectar elementos de la sociedad actual en los que se prefigura, todavía de modo contradictorio, el advenimiento de un mundo nuevo, así plantea en los Grundrisse:

[…] «este análisis correcto lleva asimismo a puntos en los cuales, prefigurando el movimiento naciente del futuro, se insinúa la abolición de la forma presente de las relaciones de producción. Si por un lado las fases preburguesas se presentan como supuestos puramente históricos, o sea abolidos, por el otro las condiciones actuales de la producción se presentan como aboliéndose a sí mismas y por tanto como poniendo los supuestos históricos para un nuevo ordenamiento de la sociedad»

Como capital fijo, la ciencia y la tecnología encarnan el poder del capital en el proceso material de trabajo. El actual proceso de desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas se basa en la sustitución de los trabajadores por “trabajo vivo artificial” por parte de aquella máquina construida por el hombre, capaz de desarrollar las mismas tareas que un trabajador productivo (trabajo vivo)

El Fragmento permite articular teóricamente esta nueva etapa en términos de una “crisis de la medida del valor”.  Dentro de esta nueva fisonomía que adquiere el trabajo en el “posfordismo”, la IA afecta a la norma en la determinación del valor y al “tiempo de trabajo socialmente necesario” (trabajo útil o concreto que la sociedad requiere en promedio para producir un valor de uso particular). Cuanto mayor sea la productividad del trabajo, menor será el tiempo de trabajo requerido para la producción de un artículo, menor la cantidad de trabajo cristalizada en dicho artículo y menor su valor.

Marx pone el énfasis en las consecuencias potencialmente explosivas que conlleva el desarrollo de la gran industria para la vigencia de la ley del valor, es la que determina la aparición de innovaciones en función de la extracción de plusvalía relativa -mecanismo de explotación- con el propósito de aumentar la tasa de ganancia y la  reproducción ampliada (la acumulación) de capital.

«En la medida, sin embargo, en que la gran industria se desarrolla, la creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleados, [  ], sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología»

El cambio tecnológico es inducido –bajo la defensa de las relaciones capitalistas de producción– no para la satisfacción de necesidades ni para aliviar el trabajo, sino por la obligada competencia entre los capitales autónomos –esto es, la anarquía de la producción– para obtener la ‘ganancia extra’.

¿Qué riesgos tendrán que afrontar los trabajadores en un entorno natural digitalizado en el que la IA se haya integrado por completo?. Las máquinas, tanto analógicas como digitales, se han usado a lo largo de la historia para ayudar a los diseñadores de entornos laborales a calcular los rendimientos del trabajo y, también, para automatizar las tareas, un objetivo que a través de la introducción de herramientas y aplicaciones de IA han adquirido nuevas responsabilidades e incluso autonomía, y se espera que manifiesten diversas formas de inteligencia humana y tomen decisiones relacionadas con los trabajadores mismos en relación a la gestión del capital humano y del rendimiento.

Otras aplicaciones en los puestos de producción

: Cobots: brazo robótico con inteligencia artificial integrada creado para trabajar junto a los humanos en una cadena de producción.

Chatbots: sistemas capaces de resolver consultas básicas a través de texto, generalmente aplicables a servicios de atención a clientes.

Tecnologías “wearables”, dispositivos que las personas pueden llevar sobre su cuerpo, con funcionalidades tecnológicas y de conectividad, así como sensores. Su aplicación en entornos de trabajo es en fábricas a través de GPS y sensores de radiofrecuencia, así como con gafas con pantallas y funciones de realidad virtual y aumentada.

El capitalismo informacional-digital, bajo una rigurosa hegemonía financiera alcanza su soñada precarización estructural del trabajo, trabajadores que se encuentran en situaciones cada vez más inestables y precarias de trabajo y contribuyen a ampliar el subempleo y la desocupación.

Un contingente global de trabajadores en lucha por la búsqueda de trabajo (ejército industrial de reserva), cuando encuentran alguna labor, lo hacen en los trabajos ocasionales, intermitentes, sea en el call center, riders, telemarketing, hostelería, hipermercados, fast-food, el gran comercio y fábricas flexibles.

Se expande a escala global lo que podemos denominar como uberización del trabajo. Abocados al “trabajo flexible”, la aplicación Uber es un buen ejemplo, se apropia del sobretrabajo generado por los servicios de los conductores, sin preocuparse con relación a las obligaciones laborales. El “trabajo on line” hizo desmoronar la separación entre el tiempo de vida en el trabajo y fuera de él, podemos presenciar el crecimiento exponencial de una era de esclavización digital. Descentralizar el puesto de trabajo hacia el ámbito doméstico, el descentramiento en la unidad de producción es una estrategia empresarial más para maximizar la explotación, a través de la precarización del contrato laboral, la atomización espacial, y la ausencia de derechos laborales colectivos.

La pandemia del COVID-19 marcó un punto de inflexión en la relación trabajo- capital, La flexibilidad laboral o desregulación del mercado de trabajo, implica la modificación del esquema laboral tradicional del trabajador asalariado. Distintos tipos de flexibilidad laboral en la era digital:

Flexibilidad salarial

Quiere decir que los salarios pueden ser variables. Permite ajustar los salarios de acuerdo con la situación económica de la empresa; es así como ante una baja producción, los salarios pueden disminuir para evitar la pérdida de empleo y en el caso de una mejora en la producción, ¿los salarios pueden incrementarse?.

Flexibilidad funcional (“multitasking”). Considera la no vinculación de los trabajadores con un puesto específico dentro de la empresa.

Flexibilidad interna.Permite introducir modificaciones en la jornada de trabajo y su distribución, así como en el lugar de trabajo.

Movilidad geográfica, se trata de un cambio de residencia del trabajador.

Flexibilidad externa

Se refiere a la posibilidad de aumentar o disminuir la cantidad de puestos de trabajo sin mayores costos para el empresario, ni obstáculos normativos mediante varios métodos:

-Contratación temporal

-Uso de subcontratación,​ externalización​ o tercerización (“outsourcing”)

El FMI en su informe: “Gen-AI: Artificial Intelligence and the Future of Work” de enero 2024 nos dice que la Inteligencia Artificial tiene el potencial de remodelar la economía global, especialmente en el ámbito de los mercados laborales, la integración de la IA mejoraría la productividad. Casi un 40% del empleo mundial está expuesto a la IA. Históricamente, la automatización y la tecnología de la información han tendido a afectar las tareas rutinarias, pero una de las características que diferencia a la IA es su incidencia en trabajos de alta cualificación. Las economías avanzadas en gran medida debido a su estructura de empleo centrada en funciones de uso intensivo de conocimientos cognitivos, será alrededor de un 60% de empleos que puedan verse afectados, experimentarán los beneficios y los riesgos de la IA antes que las economías de mercados emergentes (afectará al 40% el desempleo) y mercados en desarrollo (26% desempleo). El informe también indica que en la mayoría de los casos, es probable que la IA empeore la desigualdad en general para los trabajadores vulnerables.

Un segundo informe del FMI: “Will the AI Revolution Cause a Great Divergence?indica que la IA podría ampliar la brecha entre las naciones ricas y pobres al desviar la inversión hacia las economías avanzadas, donde la automatización ya está consolidada. La divergencia puede producirse a través de tres canales diferentes: la participación en la producción, los flujos de inversión y los términos de intercambio.

Marx insiste que la producción capitalista no tiene como objetivo principal satisfacer las necesidades sociales existentes, y menos aún utilizar la mano de obra disponible para aligerar la tarea de todos y todas (“trabajar todos para trabajar menos”). Su objetivo propio y, de hecho único, es la valorización del capital, el aumento del valor del capital involucrado en la producción mediante la formación de plusvalía, y su acumulación mediante la capitalización de esta plusvalía.


[1] La Plusvalía relativa se basa en la reducción del tiempo de trabajo necesario para crear valor. Es la forma en que el capitalista aumenta la productividad y, por ende, la ganancia.

Se fundamenta en el incremento de la productividad que logra a través del desarrollo y eficacia tecnológica y la automatización de los procesos productivos. “El capital”, lib. 1, sección 5, cap. XIV

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