EEUU y UE exportadores de “proxy wars”

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“A City upon a hill”
John Winthrop, colono puritano inglés 1.630

Los líderes y gobiernos de EEUU y la subordinada UE siguen manteniendo la doble hipocresía, defendiendo la guerra santa de la democracia occidental contra la «tiranía post soviética» a través de una guerra subsidiaria por un lado, y ellos mismos son los que callan la masacre de Israel en la Eurocámara o en el Congreso norteamericano por otro.

Pocos han sido los que han reconocido como EEUU y la subalterna UE utilizan a un tercer país como campo de batalla en vez de enfrentarse directamente en las hostilidades sin entrar en un conflicto abierto, suministrando ayuda económica, armamento y reforzando con mercenarios extranjeros.

Entre los analistas  norteamericanos proliferan los “buzzwords”, palabras o expresiones de un área temática particular que se ponen de moda, pero de vez en cuando aparece alguno digno de atención que se asienta en la opinión pública y literatura especializada, ejemplos han sido “Grey zone” (zona gris): espacio dentro del espectro del conflicto que media entre la competencia pacífica y el conflicto armado, y “Proxy war”(guerra por poderes) propiamente dentro de un conflicto armado. Ambos se enmarcan en el ámbito de las relaciones internacionales, el origen de la rivalidad entre grandes potencias y las líneas de acción estratégica desarrolladas para incrementar el poder relativo.

Proxy war

La guerra por poderes contemporánea es una manifestación moderna de un enfoque estratégico indirecto. La corporación RAND publicó el 24 de abril de 2019 un informe sobre estrategias para “extender excesivamente y desequilibrar” a Rusia. El informe identificó “proporcionar ayuda letal a Ucrania” como algo que “explotaría el mayor punto de vulnerabilidad externa de Rusia”. Curiosamente, concluye que cualquier aumento de la ayuda tendría que ser “calibrado cuidadosamente” para evitar provocar un conflicto “mucho más amplio”.

El 1 de julio de 2022, los periodistas Nick Turse y Alice Speri sacaron a la luz un extenso informe en el portal The Intercept de cómo el Pentágono utiliza un programa de operaciones clasificadas 127e para librar guerras por poderes en todo el mundo.

Cuando se acusa a EEUU de librar una “guerra por poderes prolongada”, lo que realmente quiere decir es que EEUU está utilizando a Ucrania para debilitar a la Federación Rusa en el tiempo, independientemente de si esto sirve a los intereses de los ucranianos.

En marzo de 2022, Leon Panetta, quien fue director de la CIA y ex secretario de Defensa de Obama declaró a BBC

quiero decir, en la medida en la que Estados Unidos y nuestros aliados están haciendo todo lo que pueden para respaldar a Ucrania en su guerra contra Rusia, puedes decir que esto es el equivalente a una guerra proxy,  estamos inmersos en un conflicto, es una guerra por poderes con Rusia, lo digamos o no«,

y afirmó: “Creo que la única manera básicamente de tratar con Putin en este momento es redoblar nuestros esfuerzos, lo que significa brindar tanta ayuda militar como sea necesaria” .

El ex Comandante Supremo Aliado de la OTAN, el general Philip Breedlove, afirmó en una entrevista en abril de 2023 que: “Creo que estamos en una guerra por poderes con Rusia. Estamos utilizando a los ucranianos como nuestras fuerzas proxy.”

En términos estratégicos, hoy el resurgimiento de la guerra por poderes, tipo de conflicto asociado con la Guerra Fría parece olvidar que en muchos sentidos la guerra por poderes contemporánea es la última versión de lo que Basil Liddell Hart denominó el enfoque indirecto.

El historiador militar británico en su libro “Strategy: the indirect approach”  argumentó que los métodos indirectos “dotan a la guerra de propiedades inteligentes que la elevan por encima de la aplicación bruta de la fuerza”.

 El término se ha utilizado en conflictos en los que EEUU y sus aliados se mostraron reacios a comprometer fuerzas terrestres en un conflicto, por temor a que las bajas hicieran que la opinión pública se opusiera al compromiso. Por lo tanto, la fórmula era proporcionar poder aéreo y otras capacidades especializadas, mientras que las fuerzas locales proporcionaban la infantería. Un ejemplo se produjo en las primeras etapas de la guerra de Afganistán en 2001, cuando la Alianza del Norte ya estaba luchando contra los talibanes y Estados Unidos pudo darle un impulso.

En un ataque de sinceridad, Oleksii Réznikov, ex-ministro de defensa ucraniano, afirmaba lo siguiente: “Estamos llevando a cabo una misión de la OTAN. Ucrania como país –y sus fuerzas armadas– es miembro de la OTAN, de facto, no de iure”.

En un reciente video de campaña, el expresidente Donald Trump se suma a la noción y manifiesta que la guerra de Ucrania es “una batalla proxy” y agrega que la administración de Biden “solo finge estar luchando por la libertad”, porque en realidad los “globalistas” de Biden estaban usando el conflicto para distraer a los estadounidenses “del caos que están creando aquí mismo, en nuestro país.”

El gobernador republicano de Florida, ex candidato a la presidencia, Ron DeSantis, mostró una veta similar de aislacionismo durante su aparición de febrero en el programa Fox & Friends: “No veo que interés podemos tener en meternos en una guerra proxy con China, o en involucrarnos en disputas fronterizas como la de Crimea”, dijo.

El marxista John Belamy Foster en “The U.S. proxy war in Ukraine” nos indica que es necesario remontarnos a 1991 cuando se disolvió la URSS y mirar hacia la estrategia imperial de EEUU, conformada por la expansión (ampliación de la OTAN) y el posicionamiento  geopolítico, la ilusión estadounidense de un «momento unipolar» (1991-2017), cuando las administraciones demócrata y republicana trataron de crear un orden global basado en los valores de la democracia liberal (estado de derecho, economías de mercado y derechos humanos) bajo el mandato de liderazgo “benigno” de Estados Unidos.

En marzo 2015, Jens Stoltenberg en el discurso de apertura del Seminario sobre Transformación de la OTAN adelantaba estrategias:

además de centrarnos en nuestra propia defensa colectiva, también trabajamos con socios. Entonces, por ejemplo, tenemos que brindar apoyo a lo que ahora se conoce como los países intermedios… los países entre la OTAN y Rusia. Y son socios valiosos para nosotros. Trabajamos con ellos. Tenemos que hacer más para desarrollar las asociaciones con ellos…… ayudarlos a modernizarse, reformarse y aumentar su capacidad para defenderse los hará más estables y a nosotros más seguros.”

El politólogo Hal Brands se fue de la lengua (“let the cat out of the bag”) cuando escribió en The Washington Post: “La guerra en Ucrania no es sólo un conflicto entre Moscú y Kiev, declaró recientemente el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Es una “guerra por poderesen la que la alianza militar más poderosa del mundo, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, está utilizando a Ucrania como ariete contra el Estado ruso” y añadió:

“La clave de la estrategia es encontrar un socio local comprometido –un representante dispuesto a matar y morir– y luego cargarlo con las armas, el dinero y la inteligencia necesarios para infligir golpes demoledores a un rival vulnerable. Eso es precisamente lo que Washington y sus aliados le están haciendo hoy a Rusia.”

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