La ruleta americana de las 500 nuevas sanciones

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Estados Unidos anunciará hoy un paquete de nuevas sanciones a Rusia que según lo anunciado por el presidente Biden alcanzará el número de 500 y serán «aplastantes». La contundencia de la advertencia norteamericana viene producida como respuesta a la muerte del «opositor» ruso Alexéi Navalny, fallecido en circunstancias sospechosas el pasado día 16 mientras cumplía una condena de 19 años de prisión en una penitenciaría del Ártico ruso. También se entiende dentro del contexto punitivo por el conflicto de Ucrania.

La muerte de Navalny fue atribuida a Vladimir Putin, a quien Biden responsabiliza directamente. La polémica por la responsabilidad de la muerte (e incluso por el hecho de que se considere un «opositor», en un país en el que se celebran elecciones y hay otros partidos que se presentan oponiendo sus votos y ninguno de ellos correspondía al fallecido) es en realidad un debate estéril, puesto que para lo que verdaderamente importa, que es la actualidad política, los Estados Unidos ya lo han decidido así, y consideran que Putin fue el causante y que Rusia debe pagar por ello.

Esto es lo importante, al menos para nosotros los ciudadanos europeos, puesto que en verdad seremos nosotros quienes con casi toda certeza acabaremos pagando esas sanciones.

Así ha ocurrido desde el inicio del conflicto llamado por Rusia operación militar especial, invasión de Ucrania por occidente, o de una forma más coloquial la «guerra de Putin» tal como la llaman nuestro Presiente y Ministros del progresista Gobierno español.

Desde el inicio del suceso, llámenlo como quieran, ha ocurrido que la economía europea no ha hecho más que empeorar. Algunos medios incluso han encontrado informes que vaticinaban con una precisión asombrosa toda la serie de catastróficas desdichas que iban a sucederle a las economías europeas, como la de Alemania.

Así, el diario alemán Weltexpress desvelaba el pasado 8 de septiembre un fragmento del informe confidencial «Containment of Germany for the United States and the world“ realizado por el think tank estadounidense RAND Corporation un mes antes del conflicto militar en Ucrania, en el que especifica el objetivo de EEUU de debilitar la economía alemana.

Según el informe, «deteriorando los suministros de Rusia podemos crear una crisis -palabras del informe- sistémica que podría devastar la economía alemana e indirectamente para toda la unión europea». Ese objetivo parece ya cumplido, pues las consecuencias de la guerra de Ucrania, aparte del daño que esté produciendo a Rusia tanto en vidas humanas como en el gasto que supone mantener una guerra tanto tiempo, está afectando también a las economías alemana y europea.

Las consecuencias de las sanciones ya las estamos contemplando en la inflación y los problemas derivados del aumento de los precios de los combustibles y su repercusión en el incremento del gasto en el sistema productivo (pese a que las grandes empresas energéticas, por ejemplo las del IBEX, no dejen de obtener beneficios de récord).

Los efectos colaterales alcanzan a los sectores más insospechados. Así, los agricultores de media Europa se están manifestando por las medidas de la Unión Europea que tratan de gravar sobre su sector el encarecimiento de esos recursos que afectan a todo el proceso productivo, caso de los fertilizantes.

Así pues, debemos estar vigilantes sobre las nuevas 500 sanciones, pues como estamos viendo, pese a ser dirigidas a Rusia, también afectan a Europa. Diríase que a Estados Unidos no le duelen prendas en vampirizar a sus supuestos aliados europeos (en especial a la clase trabajadora, que es quien paga principalmente), para que pague con su sudor y su sangre el inmenso gasto militar. Nada menos que 50 mil millones de euros se plantean como fondo común de la UE en previsión de gastos para ayuda a Ucrania, sin contar con el ya voluminoso gasto militar.

¿Quiénes serán los próximos afectados? ¿A quién le tocará esta versión americana de la ruleta rusa?

Los últimos fueron los agricultores, pues Rusia representa una gran parte del comercio mundial de fertilizantes: su participación es del 23 % para el amoníaco, el 21 % para el potasio, el 14 % para la urea y el 12 % para los fosfatos.

Podría ser, por imaginar, que afectara a la industria del papel, por suponer un posible escenario, puesto que en la fabricación de celulosa se emplea también el amoniaco. O la industria del detergente, donde se emplea potasio. ¿Nos pararemos a distinguir si las protestas del sector de la papelería o de los detergentes son de derechas o de izquierdas?

¿Seremos capaces de distinguir cuál es la fuente del problema o seguiremos permitiendo que nos hagan caer uno tras otro hasta que nos toque? ¿Esperaremos por ejemplo a que la Sanidad Pública no le queden recursos porque se dediquen todos a las armas? ¿Alguien recuerda como acababa aquel famoso poema de Primero vinieron a por… y cuáles fueron sus consecuencias?

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