Pacifismo burgués, pacifismo socialista

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Son ya más de 6.000 los niños muertos en el proceso de genocidio programado sobre el pueblo de Palestina, a causa de los bombardeos masivos del poderoso ejército israelí, financiado por EEUU y sostenido en su logística por países de la UE como España.

Quien no viva en la inopia informativa de los telediarios oficiales, conocerá ya de sobra la catadura moral de nuestros representantes de la izquierda parlamentaria, desde PSOE a Podemos-Sumar, y sabrá que no son más que unos vendeobreros, o usando su neolenguaje, personas vendeobreras.

Pero la realidad no deja de sorprendernos y nos ofrece nuevas muestras de más y mejor cinismo. La última ha sido en la sesión de investidura de Sánchez, donde sus señorías vistieron símbolos a favor del pueblo palestino. Pañuelos y pines de sandías.

«Esta investidura va también de parar a la barbarie», señalaba la cuenta oficial de Sumar. Bien, veamos de qué «va esto» en realidad.

Si en lo doméstico, en lo nacional, los liquidadores de la izquierda nos hablaron de erradicar los desahucios, derogar la reforma laboral, implantación del empleo indefinido o cambio de paradigma de la vivienda, es en el plano internacional donde sus fantasías alcanzan las mayores alucinaciones.

Hace apenas unos meses mencionaban la «invasión rusa» de Ucrania. Unos aplaudían directamente a Zelensky en su turné armamentística por los parlamentos europeos y otros ejercían el papelón de sufridos obligados a asistir, así como asisten, pobres morigerados, a los actos de los Borbones pero con simbolitos o regalos de videos, aunque siempre bien presentes todos ellos y sin recordar ese nombre ruso, Dimitir.

También hablaron de paz entonces. Todas las performances pacifistas y brindis al sol no impidieron que fueran dedicados decenas de miles de millones de dinero español a la guerra contra Rusia, que se enviaran tanques, se multiplicara -muy por encima del gasto dedicado, por ejemplo, a sanidad- el presupuesto militar o que se enviaran adiestradores de mercenarios.

Todo como ministros del Gobierno o en la antesala del reparto de carteras digital de Díaz, verdadero núcleo del asunto (porque aclararemos que cuando dicen que «han parado a la derecha» se refieren a que han parado a los candidatos de la derecha reconocida que pretendían desalojarles de sus puestos y carguitos).

Tanto en Ucrania como en Palestina, nunca señalan los verdaderos motivos, acuden a las expresiones comunes de buenas intenciones y deseos de legalidad internacional, pero jamás señalan ni señalarán al imperialismo norteamericano -no se muerde a la mano que te da de comer-, ni a las exigencias antiobreras de su sucursal europea, UE, ni al interés de los grandes fondos de inversión en la venta de armas o el aumento del precio de los recursos para la producción, nada de esto se señala.

Es el mismo mundo de fantasía interno llevado a lo externo, sus políticas utilísimas pararán mágicamente lo que pretenda atravesar los Pirineos. ¿Imperialismo? Eso son palabrerías de extremistas y comunistas totalitarios. Que estemos a las puertas de una tercera guerra mundial no nos afectará.

Fue precisamente quien describió la fase del capitalismo imperialista, Lenin, el que mejor retrató a estos pacifistas burgueses:

«Dejaríamos de ser socialistas, si nos contentáramos con la contemplación cristiana, por así decirlo, de la bondad de las bondadosas frases generales, sin poner al descubierto su significado político real. ¿Acaso no vemos continuamente que la diplomacia de todas las potencias imperialistas hace alarde de virtuosísimas frases «generales» y de sus declaraciones «democráticas» encubriendo con ellas el saqueo, la violación y el estrangulamiento de los pueblos?».

Y también: «La verdad de la situación actual, de la guerra actual, del momento actual en que se hacen tentativas para concluir la paz consiste en el reparto del botín imperialista. Allí está lo esencial, y comprender esa verdad, expresarla, «enunciar aquello que realmente es», tal es la tarea fundamental de la política socialista, a diferencia de la burguesa, para la cual lo principal está en ocultar, en esfumar esa verdad». (1)

La paz burguesa que nos proponen es la de la firma de documentos de intelectuales equidistantes o el ridículo de pañuelos y pines de sandía, mientras sus Gobiernos sostienen la logística del inmenso ejército imperialista y venden a su pueblo a los intereses económicos de las empresas que se lucran con todo ello.

La paz socialista, del socialismo auténtico, es la paz de la solidaridad entre los pueblos, del internacionalismo proletario, la de los millones de personas que salen a las calles a manifestarse con banderas palestinas, pese a que las autoridades lo prohíben.

Esta paz «no va» de buenas palabras y deseos al niño Jesús. Si vis pacem, para bellum. Va de solidaridad internacional, va de armar de conciencia a la clase trabajadora de todos los países ante las intenciones belicistas del imperialismo de la OTAN, va de la estrecha relación de sus guerras con el dominio de los recursos, va de buscar alternativas a sus falsas políticas útiles dirigidas por la UE, va de la necesidad de organizarse. 

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(1) Pacifismo burgués y pacifismo socialista, texto de Lenin escrito en 1917 para señalar el intento de reformistas como Kautsky para sustituir el impulso revolucionario, que crecía en las masas proletarias ante el hartazgo de la guerra, por una falsa paz manejada por los burgueses.

2 COMENTARIOS

  1. Y no te habrá dado ni vergüenza mentir al publicar esto. Si no ves diferencias entre soe, podemos y sumar es que estás ciego de Marx y de Lenin.

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