El periódico estadounidense Wall Street Journal publicó que tuvo acceso a informes de agencias de espionaje del Gobierno de los Estados Unidos que llegan a la conclusión de que Putin no ordenó la muerte de Alekséi Navalny, considerado opositor ruso y fallecido en una cárcel de este país en misteriosas circunstancias.
Según el diario, esos informes concluyen que no hay pruebas que relacionen la causa de la muerte del activista por culpa del Gobierno ruso, aunque recalca que eso no quiere decir que «probablemente» no lo hubiera podido hacer. De un modo semejante, la prensa española se hace eco de la noticia, pero recalca que eso no quiere decir que no hubiera podido hacerlo.
Entendemos que, en una comunidad como la UE, que se arroga el papel de situarse en la parte del mundo del «orden basado en reglas», una de las normas básicas de la legalidad, la presunción de inocencia, no se agota al llegar a la frontera con Rusia. Pero parece que sí.
De todas formas, la muerte del considerado principal opositor de Putin en las pasadas elecciones (aunque no lo era) se produjo en circunstancias poco claras que señalaban al envenenamiento. Sin embargo, Kyrylo Budanov, jefe de la Dirección General de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania, «lamentó decepcionar» y desmintió poco después la hipótesis de un asesinato encargado por el presidente ruso, Vladimir Putin.
La noticia del WSJ viene a confirmar así lo que parecía algo evidente. Pero en el jardín europeo, culmen humano de los valores más excelsos, parece no haber cabida para la rectificación.
Recordemos que el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y de Seguridad, nuestro paisano Josep Borrell, quiso poner el nombre de Navalni al marco legal comunitario para sancionar violaciones contra los derechos humanos.
Porque la UE aprovechó la acusación -ahora sabemos que sin ninguna prueba- para acometer un nuevo paquete de sanciones contra Rusia, y de paso para expresar que las elecciones rusas eran fraudulentas y que se «basaron en la represión». No sólo la UE sino los EEUU aplicaron nuevas sanciones a partir de esa acusación infundada y hasta el propio Joe -Maravilloso- Biden aseguró que el culpable de la extraña muerte fue el «hijo de puta de Putin«.
¿Serán rectificadas todas estas medidas y acusaciones? ¿Hará uso el señor Borrell de su ramillete florido de grandes valores? ¿Pedirán disculpas los ministros del Gobierno más Progresista que jamás haya existido?
