Los derechos de las mujeres siempre son relativos

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Este artículo está escrito en colaboración con Teresa Domínguez.

Como ya os hemos contado, desde hoy al sábado 22 de julio se celebra en Bilbao el primer congreso internacional sobre explotación de mujeres y compra-venta de bebés (podéis buscar su nombre oficial, aquí nos negamos a repetir bulos edulcorados) en un espacio público propiedad del Ayuntamiento de Bilbao, el Azkuna Zentroa. 

Ante las reclamaciones y denuncias presentadas a las distintas administraciones públicas por Las Criadas y mujeres a título particular, se han presentado tres tipos de respuestas.

El lavado de manos del Azkuna Zentroa-Alhóndiga Bilbao, que dice que ellos se limitan a alquilar un espacio a una asociación legalmente constituida. Se trata de Gure Umeen Ametsak, sucursal vasca de Son Nuestros Hijos, una asociación de compradores de niños y explotadores de mujeres, a la que alquilan un espacio público para la difusión de su publicidad de una práctica castigada en el Código Penal. Y dicha publicidad también está expresamente prohibida por ley, pero les da igual.

Luego tenemos al Ararteko (Defensor del Pueblo en Euskadi), con un lavado de manos mucho más sutil. En una prolija carta responde a Las Criadas que este es “un debate en el que existen posturas enfrentadas entre quienes defienden una regulación legal que ampare la libre voluntad de algunas mujeres”. No existe tal debate, ni nunca ha existido, ha existido una voluntad interesada de según qué opción política, amparada por cierto sector social, principalmente de asociaciones LGBT que reivindican su regulación, de llevarlo en programas políticos a toda costa, pero ni es una demanda social, ni existe debate social al respecto. 

Continúa la falacia diciendo “también debe defender la importancia de que se establezcan las garantías legales requeridas para asegurar el derecho de las mujeres a disponer de sus cuerpos para los fines que ellas determinen, con una voluntad libremente acreditada”. Es imposible establecer garantías legales para asegurar el derecho de disponer de sus cuerpos cuando las mujeres firman contratos abusivos per se, que anulan completamente la toma de decisiones sobre sus cuerpos, debiendo renunciar a derechos fundamentales y sin entrar en los condicionantes de pobreza que les llevan a tomar esas “decisiones”. 

Conviene recordar el último artículo escrito por Manuel Lezertua Rodríguez (Ararteko) en El Correo, titulado “Comprometidos por la igualdad y contra la violencia machista”. Sí pero poco, habría que añadir, o sí mientras no nos fastidie el negocio. ¿Qué compromiso por la igualdad tiene quien considera debatible la esclavitud de las mujeres y el mercadeo de criaturas? 

En este país se tiene muy claro, a nivel laboral, lo que es ser un trabajador alienado o vendido a los intereses de la patronal, y por mucho que lo decida, no podrá legalmente trabajar cobrando por debajo del convenio, ningún sindicato saldría a decir que “es su derecho disponer libremente de su fuerza laboral”. 

Sin embargo, cuando se trata de mujeres ya no tienen nada claro, al parecer nosotras no estamos alienadas, ni condicionadas, y se nos considera libres para que exploten no solo nuestra fuerza laboral, sino también nuestras meras funciones biológicas a través de la explotación sexual y reproductiva.

Eso sí, en otros países, que a cinismo no nos gana nadie. Después lo solucionamos con la Instrucción de Octubre de 2010 (del gobierno de Zapatero) que permite que inscriban en España a los menores comprados fruto de la explotación en el extranjero, y ya tenemos la cuadratura del círculo. 

Por último está la respuesta del Ayuntamiento de Bilbao, la más contundente de todas: el silencio absoluto. Pero se van a embolsar el dinero del alquiler, pagado por compradores de bebés, mientras presumen de la Ordenanza para la Igualdad de Mujeres y Hombres de Bilbao y de su V Plan de Igualdad. En el plan de igualdad ya indican pomposamente que siguen las indicaciones de la CEDAW (Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer), del Convenio de Estambul, todas las legislaciones habidas y por haber y dos huevos duros. 

Palabras huecas, ya que el papel lo aguanta todo, de un ayuntamiento que viene una vez más a dejar claras dos cosas: que no tiene ni idea de lo que es el feminismo, y que no le importa una mierda.

Una vez más (y las que nos quedan) las mujeres no solo estamos solas, sino que se nos empuja a los pies de los caballos al menor atisbo de beneficio económico o deseo masculino. Ni el Gobierno Vasco, ni Emakunde, ni el Ayuntamiento de Bilbao, ni el Ararteko, van a mover un dedo por nosotras si a cambio hay un lucrativo negocio. 

Los derechos humanos NO se debaten. Y a menos que queráis dar la cara y reconocer abiertamente que no consideráis a las mujeres seres humanos de pleno derecho, lo que está sucediendo en un espacio público de Bilbao es ilegal e inmoral.

Lo que sucede cuando nos quitan todo, es que también nos quitan el miedo. Así que como dijo Yesenia Zamudio:

“La que quiera romper, ¡que rompa!

La que quiera quemar, ¡que queme!

Y la que no, ¡que no nos estorbe!”

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