Los amigos de Pedro Sánchez

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Este lunes pasado Carlos Alsina entrevistó al presidente y candidato Pedro Sánchez en su programa de radio. Y, por lo visto, tocaba ponerse el traje de “cuñado”, que los cuñados son muchos y también votan. 

Ese día tocaba criticar al Ministerio de Igualdad de su propio gobierno, y mira que había cosas que criticar. Empezó por la ley del sólo sí es sí, y ahí le daría la razón (más de 1.100 condenas a violadores rebajadas, más de 100 excarcelaciones), si no fuera porque ellos mismos la votaron en el Consejo de Ministros, en el Senado y en el Congreso, una y otra vez. Si no conocían las consecuencias de esta ley, mal por inútiles; y si las conocían, prefirieron excarcelar violadores y ponernos en riesgo a las mujeres a cambio de desgastar a sus socios de gobierno. Las mujeres no le importamos un higo a Sánchez Castejón, y esta es solo la primera prueba. 

La segunda es que no mencionó la ley más lesiva para las mujeres de su legislatura, la ley trans. Que se hormone y opere a menores, que los hombres puedan acceder libremente a espacios de mujeres como vestuarios y cárceles, que nos expulsen de los deportes y que se reduzca un hecho biológico a una caricatura misógina le parece estupendo, porque también lo votó.

Pero lo que más le dolió al cuñado Pedro Sánchez y a sus amigos de mediana edad fueron el tono y las formas de diversas declaraciones de distintos cargos del ministerio, que sugerían que todos los hombres son machistas y potenciales agresores. No les duele lo que nos pase a las mujeres, no, les duele el orgullo de macho herido. 

No seré yo quien defienda la nefasta comunicación del saliente Ministerio de Igualdad. Desde la peor de todas, Pam Rodríguez, hasta la ministra, han metido la pata en toda ocasión que han tenido. Porque han olvidado sistemáticamente que no estaban charlando en una asamblea feminista o en la terraza de un bar, sino que eran altos cargos del gobierno, y como tales se les exige una corrección extrema en las formas y en el fondo; se les exige dejar los eslóganes y profundizar con rigor, informar y ser exactas. O se les debería exigir porque para eso también les pagamos un sueldazo.

Pero, aun mal comunicado y peor explicado, el hecho es que el fondo de lo que les duele a los amigos de Pedro es cierto. Porque a los amigos de Pedro no les duelen las 80 mujeres asesinadas de media cada año, no les duelen las miles de mujeres maltratadas, no les duelen los cientos de violaciones de cada año, no. A los amigos de Pedro les duele que pensemos mal de los hombres en general y de ellos en particular. Y, o bien Pedro tiene muchos más amigos de los que pensaba, o su postura es muy común, porque casi todas conocemos hombres OPF (ofendiditos por el feminismo). Los OPF se consideran abanderados indiscutibles de la igualdad, tienen mujer e hijas a las que jamás pondrían una mano encima y están cómodos con jefas y compañeras de trabajo. También creen que ya hemos alcanzado la igualdad legislativa y efectiva, y por lo tanto no entienden que siga habiendo un feminismo combativo como tal y lo consideran un ataque hembrista. Es decir, y tirando de refranero, cree el ladrón que todos son de su condición, y creen los OPF que las feministas pretendemos cambiar las tornas y tratar a los hombres como ellos llevan milenios tratándonos a nosotras. 

Se les olvida convenientemente que llevan media vida viendo pornografía, que apoyan la violación sistemática de mujeres llamada prostitución, que no comparten al 50% la carga física y mental de llevar un hogar ni criar a sus hijos y que todos tienen un amigo de un amigo de un cuñado de un primo al que una mala mujer denunció falsamente. Se les olvida que no tienen ninguna inquietud cuando sus hijos salen de fiesta pero que se les hacen los dedos huéspedes cuando son sus hijas las que salen. ¿Por qué será? ¿Será porque, aunque todas las mujeres, incluidas las feministas, sabemos que no todos los hombres son violadores, maltratadores o asesinos, son los suficientes para que hasta ellos pasen la noche en vela?

Si se consideran justos deberían indignarse por las acciones de otros hombres, ser los primeros en afearles el machismo y las agresiones, ser los mayores ofendidos por las actitudes de tantos hombres. Pero no, lo que les ofende es la generalización, no la mujer asesinada a hachazos por su marido ni la niña violada por cinco energúmenos. 

Vuelvo a contar la “anécdota” que os conté hace ya un tiempo, porque no es ni mucho menos única y ejemplifica a la perfección el machismo que tantos llevan dentro sin ser conscientes. Una mujer es asesinada en Andalucía por su pareja. Al pasar unos días, se conoce que una pareja anterior del asesino ya le denunció por malos tratos. En la concentración en repulsa por el asesinato una periodista habla con el padre de la ex pareja maltratada. Y el hombre, deshecho en lágrimas, narra que su hija le contó que la maltrataba antes de poner la denuncia, pero que él no la creyó, porque era un hombre muy simpático y divertido que le caía genial. Creyó antes a un tipo cualquiera, eso sí, muy majete, que a su propia hija. Y lloraba supongo que de vergüenza por no haberla creído y de alivio porque ella no fuera la asesinada. Si no lo fue, desde luego que no fue por su apoyo, se salvó ella sola. 

La fratría de la socialización masculina es impresionante y a prueba de balas. “Si nos tocan a uno nos tocan a todos” es el lema que mejor representa a los OPF, aunque no signifique lo mismo que en nuestro caso. Cuando lo decimos nosotras, nos referimos a compañeras brutalmente asesinadas, violadas y maltratadas. Ellos se duelen por un colega al que han llamado machista por ver porno. Supongo que también les dolerá la actitud “hembrista” de las funerarias, por ejemplo, que prefieren contratar mujeres porque con ellas no corren el riesgo de que se violen cadáveres. 

Debería daros vergüenza ofenderos porque se os tenga que señalar lo evidente y pasar de largo por lo que sufrimos las mujeres solo por el hecho de serlo. A los hombres también nos violan, dirán; sí, otros hombres. A los hombres también nos dan palizas y nos asesinan; sí, en un 99% otros hombres. Pero les ofende mucho el feminismo porque patatas. 

Pues todos esos OPF también votan, y por eso Pedro les ha hecho ese guiño/codazo masculino de barra de bar. Porque cuando se trata de lo importante, a las mujeres se nos esconde en un armario para que no molestemos. Y eso lo hacen TODOS los partidos. Hombres, dadle una vuelta a todo esto y no seáis como los amigos de Pedro.

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