Decisiones irracionales

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Vivimos en un momento en el que, en importantes aspectos de lo público, la necedad, el simplismo y la vulgaridad intelectual son la marca del discurso político. El filósofo estadounidense Hilary Putnam lo definió como la “fascinación por las ideas incoherentes”.

Vivimos, gracias a las redes sociales, pero no sólo, una gigantesca generalización de los argumentos estúpidos, que sorprenden por su fuerza y sobre todo causan vergüenza ajena. Uno de esos argumentos es la absurda idea de que se puede cambiar de sexo (género, le dicen) con sólo desearlo. Es de todas esas “las ideas incoherentes” de las que comentaba Putnam la que más fuerza ha conseguido en este primer período del s. XXI; hasta tal punto que se ha hecho ley en varios países, y recientemente en España.

Viene esta referencia a Putnam tras leer el artículo Identidad y “tesitura matrix” de Manuel Cruz del 30 de diciembre en El Cultural, y recordar que Cruz es senador por el PSC y la ley Trans está pendiente de pasar por el Senado para su aprobación antes de llegar al BOE.

Sostiene Cruz siguiendo a Putnam que la población entre una idea que se basara en la ignorancia, pero les permitiera ser felices, y otra que se atuviese al principio de la verdad aun a costa de que les ocasionase disgustos, aquellos optarían por lo segundo -es un optimista-. Es decir, se atendrían a los principios racionalistas frente a las mistificaciones y engaños. Y, sin embargo, reconoce que la historia “está trufada de decisiones escasamente racionales”.

Y lo ejemplifica con la reciente constatación de que donde se hace más patente esta situación en la actualidad es en el campo de la identidad personal; claro, que Cruz lo hace en referencia a la exposición de la intimidad en las redes sociales y no a la idea incoherente de que se puede ser lo que se quiera con sólo desearlo.

Pero el razonamiento de Cruz sirve para poner ante un espejo a los que han votado a favor de la LEY PARA LA IGUALDAD REAL Y EFECTIVA DE LAS PERSONAS TRANS Y PARA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS LGTBI en el Congreso el pasado 22 de diciembre.

Y ese espejo está cuando Cruz hace referencia a la falacia naturalista, que él propone denominar falacia personalista, como el “empeño de tantos sujetos, a la hora de presentarse ante los demás, en hacer pasar por efectiva realidad aquello que les gustaría ser”.

La conclusión a la que llega Cruz, siguiendo a Sartre, sin necesidad de tener una “mirada especialmente aguda y perceptiva” es la de que los “trans” -y esta es mi conclusión-, como el camarero sartreano, se cegarán el camino de la realidad (verdad) y se instalarán en el simulacro.

Escrito esto por Cruz y estando pendiente del trámite en el Senado de la Ley sería de esperar que él, y quienes hayan coincidido en el argumento, lo aplicasen a la votación y en consecuencia tirasen abajo esta ley, si bien sería una victoria pírrica, pero no exenta de simbolismo.

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