Cuando Marx escribió «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo» no sospechaba ni por asomo lo radicalmente que eso iba a ser posible gracias al Gobierno de coalición en España.
Afortunadamente, nuestro país cuenta con el Gobierno más progresista y feminista de la historia, y recogiendo la petición de Marx han transformado la realidad de una forma tan revolucionaria que cualquier otro hito en la historia de la humanidad queda ensombrecido.
El pasado 22 de diciembre de 2022, justo con el cambio de estación en el solsticio invernal, se cambió la realidad de un modo que nunca se habría imaginado.
Millones de años de evolución de la especie humana se han cambiado por el voto de las 188 señorías -y alguna vergonzante abstención- que decidieron que el sexo se elige. ¡Bien hecho! Ahora es el deseo, “El triunfo de la voluntad” de Leni Riefenstahl actualizado.
Que alguien del colectivo más oprimide de la historia pueda elegir su destino es lo más revolucionario que ha pasado desde La Comuna; que haciendo uso de su libertad absoluta -otro éxito del neoliberalismo- pueda cambiar de sexo cada seis meses es… Me faltan las palabras.
Si eso no es transformar la realidad más allá de lo que el más radical de los revolucionarios hubiera imaginado, ¿qué lo es?
Una vez abierto el melón del cambio de la realidad según el deseo particular, ¿qué impide eliminar las ayudas a los pobres (IMV), becas, a la dependencia…? ¿Acaso no son pobres porque no desean suficientemente dejar de serlo? ¿Acaso no basta con desear algo para conseguirlo?
Si lo deseas con verdadera fuerza el universo conspirará a tu favor para conseguirlo, ¿no? A partir de ahora quien sea pobre, vaya a un comedor social, no pueda encender la calefacción, alquilar un piso, comprar fruta, etc., será porque no lo desea lo suficientemente fuerte.
Esta revolucionaria LEY PARA LA IGUALDAD REAL Y EFECTIVA DE LAS PERSONAS TRANS Y PARA LA GARANTÍA DE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS LGTBI tendrá, además, otros múltiples beneficios impensados, serendipia lo llaman.
Ya no hará falta que se legisle contra la desigualdad salarial por motivo de sexo. Bastará que un CEO y su equipo directivo se declare mujer para que automáticamente la brecha salarial del 20 % en la empresa se reduzca al 5 % o desaparezca.
Ya no hará falta que se busque romper el techo de cristal que limita la presencia de la mujer en puestos de decisión en empresas, instituciones. Bastará que un grupo de hombres se declare mujer para que ese techo desaparezca. El TC, el Ibex… pasarán a ser un modelo de igualdad.
Y en las competiciones internacionales no tendremos rivales, en las olimpiadas, mundiales de atletismo, de natación, esquí, boxeo y cualquier otro estarán al alcance de nuestros equipos trans.
Las medallas de oro caerán como hojas en otoño –perdóneseme la cursilada, pero es que la emoción me embarga imaginando a nuestres altletes subiendo al podio una y otra vez para envidia del mundo-.
Y qué decir de las listas electorales igualitarias. Se acabaron los conflictos de si estás ahí porque eres rubia. Todo quedará solucionado. Una vez más seremos un referente mundial en políticas de igualdad e integración.
La endometriosis prácticamente desaparecerá, igual que el cáncer de mama o de útero. Son tantas las ventajas para la salud de esta nueva ley que sería criminal recurrirla al Tribunal Constitucional. Y confío en que no se llegue a ese desatino por las TERF.
