«Asaltar los cielos»

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Es la frase que ha identificado popularmente a Pablo Iglesias como uno de los líderes que no se andan con medias tintas a la hora de exponer cuáles son sus objetivos, al tiempo que muestran la peor cara de su liderazgo revestido de autoafirmación absoluta.

La pronunció en la Asamblea Ciudadana de Podemos en Vista Alegre en octubre de 2014, cuando Lola Sánchez, Teresa Rodríguez y Pablo Echenique -quién te ha visto y quién te ve, Pablo- plantearon una dirección colegiada. Una especie de triunvirato.

Teresa Rodríguez, Pablo Echenique y Lola Sánchez llegan a la asamblea de Podemos en Vista Alegre. El País. Foto: Claudio Álvarez.

Una dirección en que los cargos fuesen rotatorios y asumiesen la presencia pública y política, sin que hubiese una única cara. Eso era más de lo que Pablo Iglesias podía admitir. Él, que había sido la cara en las papeletas de Podemos a las elecciones europeas estaba por encima de eso.

Papeleta electoral de Podemos a la elecciones europeas de mayo de 2014, con el rostro de Pablo Iglesias.

Y puesto en esta tesitura tiró de la historia que recogió Lenin[1] (K. Marx, Cartas a L. Kugelmann) de la opinión de Marx sobre la Comuna de París y sentenció: “El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”.

Marx se había mostrado contrario a la insurrección de París en 1871 tras la caída del II Imperio después de la derrota en Sedán de los franceses ante los prusianos. Marx, no cría que fuese el mejor momento para que los obreros tomaran el poder. Ni que se diesen las condiciones.

Marx acertó y el baño de sangre, con más de 20.000 fusilados por Thiers, sería la consecuencia, pero no pudo dejar de admirar el valor de los insurrectos y escribiría a su amigo el doctor Ludwig Kugelmann: “valientes hasta la locura… dispuestos a tomar el cielo por asalto”.

Las barricadas en la plaza Blanche defendidas por las mujeres.

Probablemente la imagen hubiese pasado desapercibida de no haberla recuperado Lenin en 1907 para criticar a “los intelectuales marxistas rusos, postrados por el escepticismo” como Plejánov y su postura ante la revolución de 1905, que primero animó y luego criticó.

Repetida la frase por Lenin de “asaltar los cielos” como eje crítico, ésta se asentó en el imaginario comunista como la idea de un acto decidido y contra toda lógica. Al usarla Iglesias en Vista Alegre estaba diciendo que lo que Podemos (Él) no admitía eran las medias tintas.

Él (Podemos) iba a por todas y de manera inmediata, por lo que compartir el liderazgo era una manera de frenar ese asalto a los cielos que él dirigía con evidente éxito, tras lograr de la noche a la mañana cinco eurodiputados salidos de la nada política.

Podemos (Él) eran los obreros de París en la primavera de 1871 y Pablo Iglesias no quería ser su Louis Auguste Blanqui encarcelado en un triunvirato que le impidiese llevar la voz cantante. Si alguien debía llevar la nueva bandera roja, por más desteñida que estuviera, era él.

Marx, como señalaba Lenin, no creía que las condiciones en 1871 fuesen adecuadas para una revolución -no se daban las famosas “condiciones objetivas” que los marxistas buscamos con ahínco en las acciones diarias de cualquier movimiento social-, pero una vez iniciada, se sumaba.

Asamblea Ciudadana en Vista Alegre en marzo 2020. El Confidencial. Foto: Iván Gil/Rafael Méndez.

Así, en abril de 1871 escribe a Kugelmann: «La historia universal sería por cierto muy fácil de hacer si la lucha sólo se aceptase con la condición de que se presentaran perspectivas infaliblemente favorables”. Y en París no se daban, pero metidos en harina había que ir a por todas.

Y para ir a por todas no valen las componendas ni las ambigüedades. ¿Quién manda en Podemos? ¿Quién dirige y marca la línea? ¿Quién es su voz autorizada? ¿A quién se reconocía por su cara y aliño piloso? Pues eso. Los demás están para aplaudir y hacer de coro en los mítines.

Una vez dejado claro esto, lo demás es accesorio: la limitación de mandatos y acumulación de cargos, la limitación salarial a 3 veces el SMI del cargo público, etc., porque lo importante es “asaltar los cielos”, o al menos que alguno llegue al suyo. Los demás, que se apañen.[2]

Cuando el cielo es inalcanzable, cuando ya ni se vislumbra desde el salón del Consejo de Ministros, y el ir a por todas ha quedado en una escabechina de escisiones e íntimos amigos despechados rajando en tertulias y RRSS sobre el hiperlíder, lo de asaltar algo va quedando lejos.

Lo que en Marx era una frase de admiración por el heroísmo de los obreros y obreras de la Comuna, con Iglesias se ha convertido en una burla. Lo que en Marx era asombro en Iglesias es una afirmación egocéntrica de conmigo o contra mí.

Tan lejos, que ni aunque se diesen las famosas “condiciones objetivas” perfectas ya nadie se cree que Pablo Iglesias sea quien puede dirigir ese asalto, y menos que nadie él. Aunque no sepa reconocerlo y se empeñe en ser el Pepito Grillo desde sus nuevos púlpitos televisivos.

Con el cada vez más menguante Podemos de Iglesias se ha pervertido todo lo que de utópico e idealista pudiese existir en la izquierda hasta convertirlo en una parodia.


[1] https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/1907feb05.htm

[2] https://www.elconfidencial.com/espana/2020-03-01/iglesias-quiere-acabar-con-la-limitacion-salarial-podemos_2476675/

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