A veces te encuentras con artículos que son una joya por la información tan bien expuesta y accesible a cualquiera, aun sin necesidad de ser un experto. Y el artículo de @muyinteresante sería uno de esos raros casos, sino fuese por su conclusión cogida por los pelos.
Pero además éste tiene el valor de ser una mina para encontrar las trampas que se emplean para pasar como científico un resultado que no se deriva de lo explicado.
Sería este tipo de explicación una forma de razonamiento inductivo inverso, por el que dando premisas ciertas (las alteraciones en el desarrollo) se llega a una conclusión errónea: la alteración (síndrome de Morris) es un sexo distinto al binario XX-XY.
Es un tipo de pensamiento que ya hemos visto en el Diseño inteligente. Se admite el Big Bang, la formación de los planetas, el desplazamiento de los continentes, la evolución de las especies, etc., para llegar a concluir que todo es gracias a un ser superior: Dios.
Pues en este artículo se da el mismo proceso, ya que el resultado se anuncia en el inicio: “A la naturaleza le gusta la diversidad, y en el ser humano, el sexo dista mucho de ser esa variable binaria que muchos creen que es”. ¿Y quién es aquí Dios? Pues el espectro sexual.
Y una vez presentado ese “Dios”, que desmonta la idea del binarismo hay que explicarlo. Y en la explicación es donde los términos usados muestran los errores para presentarnos el síndrome de Morris o Síndrome de Insensibilidad Androgénica (SIA) como una variable al sexo binario.
Errores que arrancan desde el título: “El síndrome de Morris…”, sigue con la traslocación del “gen SRY … al cromosoma X”, “quimerismo”, “ovotestis … tejidos testiculares y ováricos simultáneamente … suelen ser ambiguos”, “gen AR … ausente o no funcional” …
Situaciones que el autor explica correctamente pero dándoles carta de naturaleza de “diversidad”, cuando son alteraciones con serios problemas para la salud de quienes las tienen, que requieren atención médica, en ocasiones casi desde el momento del nacimiento.
Y si concluye que son: “personas con cromosomas XY, con … testículos no descendidos …; sin útero, … vagina ciega”; es decir, con patologías que deben atenderse médicamente está retorciendo la realidad para que se adapte a su presupuesto que ha dado en llamar “diversidad”.
Y si “a la Naturaleza le gusta la diversidad”, que como recurso literario queda bien, para quien tiene esa “diversidad” es una faena, porque quienes tienen un SIA (total o parcial) habrían preferido que “a la Naturaleza no le gustase tanto la diversidad” y su vida fuese más sencilla.
Que el autor considere que “la diversidad” -que denomina “síndrome”-, es decir, algo patológico, es lo que le gusta a la Naturaleza y afirmar que el sexo, por ello, no es binario, es hacer trampas con el lenguaje.
Y es tramposo porque “síndrome” es un concepto que hace referencia a una alteración de un patrón en biología, medicina o psicología de modo que su aparición es señal de rasgos o afecciones que dándose conjuntamente caracterizan una alteración reconocible.
Luego, si se usa el término “síndrome de Morris” y se describe con sus circunstancias de “testículos no descendidos … (ausencia de) útero, con una vagina ciega” concluir que “a la Naturaleza le gusta la diversidad” es reírse de las personas con SIA.
La diversidad es, en nuestra especie, tener los ojos de un color (heterocromía aparte) o un tipo de pelo, etc.; y mientras los ojos verdes y el pelo negro no generan ninguna patología, tener un testículo no descendido, o una vagina ciega de 2 cm., sí es una patología.
Y es una patología que supone una grave afección para la vida de quienes se encuentran en esa situación, como para hacer de ello una explicación que intente avalar el espectro sexual a cuenta de lo que “le gusta a la Naturaleza la diversidad”.
¿Qué opinión nos merecería que alguien dijese que un tumor es una manifestación del gusto por la diversidad de la Naturaleza? ¿Que ese crecimiento incontrolado de células es una manera que tiene la Naturaleza de mostrar formas diversas de desarrollo celular?
Pues eso es lo que el artículo quiere hacer pasar por otra forma de sexo que rompe ese binarismo XX-XY; porque existe el “sexo Morris”. Pero hay un “pequeño fallo” en este “sexo”, y es la esterilidad en su forma de SIA completo, y con casi nulas opciones en la forma leve.
Y si existe el sexo síndrome de Morris, ¿existe el sexo Klinefelter, el sexo Turner…?
En la conclusión de que “a la Naturaleza le gusta la diversidad” se obvia que esos otros “sexos” tienen una tan baja probabilidad de fertilidad, salvo intervención clínica, que su continuidad como “diversidad sexual” es una figura retórica y no una opción de reproducirse.
Y si para lograr que una persona con un “sexo alternativo” se pueda reproducir hay que recurrir a complejos procesos médicos habría que darse cuenta que la idea de la “diversidad sexual de la Naturaleza” hace aguas, porque sin esas actuaciones no habría reproducción.
Y sin reproducción no hay especie, y por mucho que “a la Naturaleza” le guste la diversidad -que le gustará-, pero le gusta ¿hasta el punto de ir a la extinción de una especie?