Los condicionantes de Lula

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Objetivamente la coalición electoral que ha llevado a Lula a su tercer mandato como presidente al frente de la principal economía del continente dista mucho de sus orígenes en la década de los 90s cuando desde su trayectoria de dirigente sindical de la CUT alcanzó dos mandatos presidenciales y en ocho años de gobierno, sacó de la pobreza a cerca de 30 millones de brasileños apuntalado por un escenario internacional favorable convirtiéndose en referente del centro izquierda latinoamericano agrupado en el Foro de San Pablo.

Su reciente candidatura contó con el apoyo cerrado de las principales organizaciones empresarias locales empezando por la Federación de Industrias de San Pablo (Fiesp) y la Federación Brasilera de Bancos (Febraban) que se volcaron decididamente al líder.

Para conseguir el triunfo maniobró con el centro derecha, tuvo el concurso del socialdemócrata moderado Fernando Hernique Cardoso con la contrapartida de designar como vicepresidente a líder del PSDB Gerardo Alckmin, ex gobernador de San Pablo y candidato de la derecha brasileña en las elecciones de 2018 y hombre de confianza de la poderosa burguesía paulista. A la coalición de Lula se sumó Henrique Meirelles uno de los responsables del plan de austeridad fiscal conocido como “el techo al gasto”, ex ministro de Economía del presidente golpista Michel Temer.

Para no desagradar al establishment Lula ya descartó la posibilidad de una reversión de las privatizaciones de empresas públicas y de la reforma previsional que votara el Congreso de Bolsonaro en octubre de 2019. A la vez, en el transcurso de la campaña, moderó sus pronunciamientos iniciales en favor de una reforma tributaria de contenido progresivo, así lo declaró en campaña, una política fiscal responsable debe seguir «reglas claras y realistas” y que su principal desafío sería el de “combinar responsabilidad fiscal y social”.

El rumbo del tercer gobierno de Lula Da Silva estará marcado por una política ortodoxa y conservadora de mercado. Tendrá que lidiar con un déficit fiscal heredado de Bolsonaro estimado en unos U$S 12 mil millones anuales profundizado por el programa «Auxilio Brasil» implementado por su antecesor que, violando en los hechos el techo al gasto, otorgó un subsidio de 600 reales (116€) a 21 millones de ciudadanos, todo ello será un límite objetivo para profundizar la política de gasto social.

Datos económicos

El cuadro internacional es distinto al de 2003, el conflicto militar de Ucrania, la subida de la tasa de interés en EEUU y la desaceleración económica de la UE impactarán en el precio de los productos alimenticios y en la dinámica de sus exportaciones debido a un dólar caro. El FMI le pronostica un crecimiento de la economía para 2022 del 2,8% contra un 4,6% del 2021 y profundizará su desaceleración cayendo al 1% en 2023 que indica el ingreso en una fase de recesión. Además la deuda pública del Brasil asciende hasta el 77,6% de su PBI y el producto bruto interno per cápita se encuentra virtualmente estancado desde hace más de una década. El desempleo sigue estancado en un 13,2%.

Con una población de casi 214 millones de habitantes, Brasil tiene un PIB anual de 1.358.718 M€, un PIB per capita de 6.349 € y una deuda total de 1.263.790 M€.

Brasil es la primera economía de Latinoamérica, un 40% del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), integra los BRICS junto con Rusia, India, China y Sudáfrica que representa el 25 % del PIB mundial, mientras que el PIB conjunto del G7 representa el 28 %. En 2023, los BRICS superarán al G7 con la formación de los BRICS+ y la incorporación de los emergentes Argentina, Irán, Turquía y Arabia Saudita que profundizarán la cooperación financiera y macroeconómica en detrimento de EEUU y la UE, un nuevo eje del orden mundial.

Dormir con el enemigo

Lula anunció como primera iniciativa de gobierno, una reunión con los gobernadores de los 27 estados para definir prioridades. Tendrá gobernadores aliados en 11 estados, incluidos 4 de su Partido de los Trabajadores, PT. Sin embargo, tendrá que lidiar con los bolsonaristas, elegidos en 14 estados, especialmente en el sur, sureste y centro-oeste.

El espasmo de los «bolsominions»

Los bloqueos de camioneros no se han hecho esperar, comenzaron horas después del anuncio de la victoria de Lula para la Presidencia de la República, la ruta que une Rio de Janeiro con San Pablo quedó cortada. Hay temores de que Brasil reviva una huelga que paralice todo el territorio nacional, como ocurrió durante 10 días en mayo de 2018.

El gobernador electo del estado de San Pablo, el exministro bolsonarista Tarsicio de Freitas, fue directo al reconocer la victoria a nivel nacional de Lula, con quien dijo que quiere trabajar para llevar adelante sus políticas coordinadas con el gobierno nacional a partir de 2023. La declaración fue interpretada como un cambio de tono de la política bolsonarista con el núcleo más duro de la ultraderecha en torno al presidente Bolsonaro, el primer jefe del Estado brasileño que fracasa en reelegirse.

La victoria de Lula fue reconocida inmediatamente por el jefe de Diputados, Arthur Lira, del Partido Progresista, uno de los jefes del Centrao, el bloque de centroderecha que respalda a Bolsonaro en el Legislativo, en un gesto distinto al núcleo más duro.

San Pablo es el triunfo más preciado del bolsoranismo, ya que consolidará una fuerte expresión opositora al nuevo presidente, es el distrito más poblado y poderosos del país, sede de los grandes capitales económicos y financieros, donde sacó 11 puntos de ventaja a Lula en la presidencial.

Lula tendrá enfrente un escenario contrario en el Congreso, contará con alrededor del 10% de los legisladores en el Congreso. Pero el bolsonarismo propiamente dicho (el Partido Liberal, PL) ganó 22 bancas más en la cámara baja de 513 diputados, donde ahora sumará 99 escaños, mientras que el PT solo tendrá 68 representantes. En el Senado, el PL logró 14 bancas contra 9 del PT. Pero los partidos más identificados con la derecha superan con creces el 50% de los escaños en ambas cámaras.

Los centristas del frente electoral, con el apoyo de los mercados financieros, se opondrán, seguramente, a estas medidas. “Quiere repetir los errores del pasado con un papel impulsor del Estado en la economía”, atacó el influyente columnista de O Globo Merval Pereira, que ha apoyado la coalición amplia antibolsonarista y ahora exige también un gobierno que no sea de izquierdas sino de Faria Lima, el poder empresarial de São Paulo

El plan económico del PT en construcción.

En carta abierta al electorado, publicada la semana pasada, se comprometía a aumentar la inversión en infraestructuras utilizando los dos grandes pilares económicos del Estado: el enorme banco público BNDES y la petrolera semiestatal Petrobras.

Así mismo, anunció un plan de choque para los 33 millones de personas que pasan hambre y para ampliar el subsidio, aprobado por Bolsonaro, para las familias más pobres. A los 600 reales (114 euros) por familia se le añadirían 150 reales (30 euros) más por niño. Lula también pretende renegociar la deuda de las familias pobres.

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