La alegría en casa del pobre

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Hace unos días Carla Antonelli anunciaba su baja del PSOE porque se había colmado su vaso.  La gota que había hecho rebosar el vaso era el anuncio de la dirección del PSOE de ampliar el período de tramitación del APL Trans que está en la Comisión de Igualdad del Congreso. Que Antonelli se vaya del PSOE, más allá de la satisfacción por ver a una persona con tan mal estilo fuera de un partido que tanto ha trabajado por el feminismo -hace tiempo- es irrelevante.

Irrelevancia en la que había caído tras perder su escaño en las últimas elecciones autonómicas en Madrid, y cuya presencia en los medios se mantenía por sus declaraciones extemporáneas sobre sus compañeras feministas del partido en la pelea interna por el trámite de la ley Trans.

El abandono de Antonelli de su militancia, así como el monumental enfado que los miembros de Unidas Podemos en el Gobierno y su grupo parlamentario han mostrado por la maniobra del PSOE de retrasar la tramitación de la ley ha sido visto, por bastantes, como un rayo de esperanza en esa pugna por parar el APL Trans. Y han recordado al PSOE que hay un acuerdo de sacar adelante la ley exigiendo que sea antes de que acabe este año.

Hay quienes confían en que este “parón” de la ley sirva para introducir mejoras como fruto de la presión feminista de dentro y fuera del PSOE, constante a lo largo de los dos años que aquélla lleva en primera fila de la política del Ministerio de Igualdad generando encontronazos entre el feminismo y las políticas woke de UP.

Pero hay otros elementos que considerar en este cambio del PSOE. El primero sería las encuestas que avisan de cómo está perdiendo el voto de la mujer; el segundo, la última encuesta del CIS que le dice que hoy (octubre 2022) podría ganar las elecciones al PP tras varios meses que le daban como perdedor; el tercero, la debilidad que muestra UP en las encuestas, que se suma a sus recientes fracasos en Andalucía y Castilla-León -donde tampoco el PSOE ha salido nada bien-; el cuarto, la cercanía de una elecciones autonómicas y locales que pudieran dar aún más aire a la candidatura de Núñez Feijóo si, y como vaticinan las encuestas, el PP vuelve a ganar en zonas claves como Madrid, Andalucía o Valencia, ya que en Cataluña y el País Vasco ni en sus más locos sueños lo ven posible, ni unos ni otros.

Y son esas cuatro claves: pérdida voto femenino, encuesta CIS, debilidad de UP y elecciones autonómicas y locales a mediados de 2023 las que hay que considerar para entender este “retraso” pactado del PSOE con el PP, con la excusa de la mejora del APL Trans.

Y aún habría una quinta: el no perder votos por su izquierda en esa alternativa que la ministra Yolanda Díaz está tratando de montar entre UP y PSOE, y que si en principio le haría más daño a UP, no hay que descartar que a medio plazo le supusiera un grano en salva sea la parte al PSOE, como lo ha sido MásMadrid/MásPaís para UP y PSOE, especialmente en Madrid, donde ha acabado superando a ambos.

Atajar que Sumar+ pudiera convertirse en una opción y llegase a unirse con MásPaís sería una ventaja añadida, y más, si dejando sin tiempo a Yolanda Díaz para acabar de perfilar sus opciones para finales de 2023, la invitasen a ir de independiente en las listas del PSOE y chupar así algo de ese voto que hoy no tienen.

Y esas serían, en mi opinión, las claves de este giro del PSOE ante el APL Trans, cuando hace apenas un mes hacía aprobar en la Mesa del Congreso su tramitación de urgencia. Así que quienes queráis tener un poco de esperanza en este repentino cambio del PSOE, siento deciros que mientras el APL Trans no se tire al cesto de la basura cualquier «mejora» será cosmética.

Porque, lamentablemente, el feminismo, los derechos de la comunidad LGB, la salud de los menores y tantos otros temas son sólo variables demoscópicas en las mesas de los estrategas electorales de los partidos, a los que les importa una mierda las consecuencias de sus decisiones si se traducen en votos y escaños; porque mantener una postura racional, científica y de defensa de los más elementales principios democráticos y de los derechos humanos lo llaman ideología, y ya se sabe desde Fukuyama, y antes Fernández de la Mora, que eso es de radicales peligrosos.

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