Los 30 andaluces de Cubero

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Los comunistas se distinguen de los demás partidos obreros en que, en las diferentes situaciones, saben discernir cuáles son los intereses de su clase, y lo saben por su comprensión teórica, no por las soflamas de cualquier mesías visionario. Esto dice el texto básico de referencia de los comunistas, hoy tan tergiversado y manoseado, el Manifiesto.

Esa comprensión teórica de los delegados del XXI Congreso del PCE era el mayor miedo de la dirección de Enrique Santiago. El miedo a que esa capacidad crítica venciese a la sumisión -porque es sumisión más que disciplina- con la que pretenden arrastrar a la militancia en su huida hacia adelante. Una huida hacia la integración definitiva en los aparatos reaccionarios del sistema.

Tanto era el temor que no hubo prensa ni delegaciones internacionales, y se jibarizó el debate político hasta un tamaño tan ridículo que resulta irónico denominarlo debate. La excusa de reducir el tiempo para asistir a la presentación del enésimo refrito desclasado, Sumar, encubría un claro propósito: impedir que hubiese tiempo para que los delegados reflexionaran.

Probablemente, de haber durado un día más, el Congreso habría dado un vuelco. De hecho, el ajustado marcador final arroja que 30 avales de Santiago votaron finalmente por Cubero, 30 votos del salvavidas andaluz al que se aferraban.

La desastrosa estrategia de confluencias, aumentada en su recorrido como una bola de nieve desde la subordinación a Podemos, iniciada por Garzón, hasta el actual Gobierno de falso progreso, llevó a que muchos dejásemos de militar de manera activa y quizás definitiva.

Por eso quisiera aprovechar para mostrar mi admiración a los camaradas que defendieron la propuesta alternativa encabezada por Cubero, pero en especial a esos 30 andaluces.

Porque son 30 camaradas que deben estar cansados de que el enorme bagaje de teoría y praxis de un partido centenario se doblegue a la veleidad de inventos electorales, en lugar de dar el paso al frente y aspirar a ser la vanguardia de la clase trabajadora.

Porque son 30 camaradas que reflejan el hastío de unas bases con las que sólo se cuenta para montar actos y pegar carteles.

Camaradas que poseen una capacidad teórica suficiente para advertir que eso que Ernesto Alba llama «dialéctica» no son más que puras incoherencias.

Sí, así es, señor Ernesto Alba, tienen ustedes el concepto de dialéctica propio de quien la toma como sinónimo de «complicado». Estar en un Gobierno europeísta y otanista, que manda tanquetas a los trabajadores, no es ninguna contradicción dialéctica, es una simple barbaridad ilógica. Barbaridad que, además, desconoce y ningunea los acuerdos y posicionamientos del PCE respecto a la UE y la OTAN. ¡Sus propios acuerdos!

Es ese concepto de dialéctica de quien, interpelado por ser comunista, responde que «es todo muy complejo», porque no sabe (o no quiere) explicarse.

Les aplaudo porque son camaradas que saben que apelar al sentimiento andalucista en un congreso nacional, señor Ernesto Alba, es una estratagema a la que se le ve muy rápido la trampa y no con todos cuela.

Camaradas que saben que reducir un tiempo de debate de hora y media a 5 minutos puede ser normal en los shows televisivos de la política como espectáculo, pero no para los miembros de la UJCE.

Porque quizás están hartos de los engaños de la política fútil, de los que aún buscan la tilde perdida del si se puede en su promesa de asaltar los cielos, de los que redescubren cada día que en capitalismo la libertad de prensa es la que decida el dueño de la imprenta y se hacen los sorprendidos cuando los medios -los mismos que te auparon a conveniencia del capital- te arrojan del pedestal para sustituirte por otro.

Porque son camaradas que saben que la ternura de la que hablaba el Che era la ternura de la solidaridad propia del pueblo. Pero también han leído al Che y saben que, al imperialismo yanqui, ¡ni tantito así!

Porque no, porque no tragan más ruedas de molino como enviar armas a nazis que persiguen y asesinan a otros comunistas en su país.

Por todo ello, desde esta modesta columna, un cariñoso saludo de admiración, camaradas.

Si, como dicen, es verdad que la correlación de fuerzas no da para grandes esperanzas, desde luego el camino a seguir no es al que arrastran al Partido. El camino es el opuesto, el que empezaron a tomar los delegados que plantaron cara. Hay que construir una alternativa, un futuro teórico al que sujetar nuestra depauperada práctica.

Si no se dan cuenta esos extravagantes dialécticos, allá ellos. La realidad de la indignación social les atropellará en la calle.

¡Que viva la lucha de la clase obrera!

1 COMENTARIO

  1. Jaja… muy buena reflexión y muy bueno lo de la tilde perdida del ‘sí se puede’.
    Qué mal pensados somos.
    Podemilandia y sus mariachis no nos intentaron engañar, es que no nos dimos cuenta de que el SI de su lema no llevaba acento …

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