Fascismo para salvar al mundo libre

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Si recuerdan, no hace mucho, los brillantes analistas pronosticaban que llegarían vientos de cambio con Joe y Kamala tras la derrota del trumpismo. Acertaron. Lo que no nos advirtieron es que esos vientos arrastrarían hedores a azufre aún peores.

El propio Biden dio una pista anteayer sobre lo que está ocurriendo: «va a haber un nuevo orden mundial». En efecto, hay señales de que algo está cambiando. Pero ese cambio conlleva una decadencia en el poder comercial de Estados Unidos. El entendimiento entre China, Rusia y otros países en el entorno supondría crear un sistema económico y financiero alternativo al de Bretton Woods, que dividiría al mundo en dos, ya no con la supremacía estadounidense.

Quizás por eso, el presidente Biden añadió: «y tenemos que liderarlo. Tenemos que unir al resto del mundo libre para hacerlo». Esto es, la Santa Alianza Atlántica pretende salvar, de nuevo, a la democracia en el mundo.

Joven humillada y atada a un poste por tropas nazis, en imagen compartida en redes por los autores.

Tampoco explica el presidente de turno (que en eso da igual que sea pérfido trumpista o carismático Nobel de la Paz, es la misma farsa) es que la Alianza de la OTAN, cuando se empeña en salvar al mundo libre, no tiene reparos en soltar a sus perros fascistas si es menester.

La mismísima Hillary Clinton llegó a admitir que patrocinaron a los talibanes. «Cuando la URSS invadió Afganistán -explicó la señora Clinton con meridiana claridad en una entrevista a Fox News- tuvimos la idea de entrenar una fuerza de muyahidines, les dimos misiles y les armamos para que se enfrentaran a los soviéticos. Tuvimos éxito y los soviéticos se marcharon, aunque dejamos a esos fanáticos y provocamos un desastre».

El nuevo desastre que han escogido para entrenar y armar son los neonazis de Ucrania. Ocultamente desde hace años, Maidán mediante, y ya de forma explícita, hasta con fondos para la paz. La situación de decadencia de EE. UU. debe ser preocupante porque ya no sirve un escenario exótico, sino que el desastre se provoca en la casa de uno de los componentes de la Alianza, en Europa.

Uno de los muchos videos que circulan en las redes con personas atadas a postes por soldados ucranianos, en este caso un niño de corta edad junto a su padre.

Las infamias que están perpetrando nos llegan gracias a canales como RT o Sputnik, censurados en Europa por ser «propaganda del Kremlin», gracias al trabajo de periodistas que se juegan en Ucrania la vida y el ostracismo laboral, o a videos que se comparten en las redes sociales. El resto, la casi totalidad de los medios, es una inmensa campaña de propaganda para justificar la guerra.

Estos fascistas, a los que España ha colaborado en armar, siembran el terror despiadado en los barrios de Mariúpol que aún controlan, donde asesinan a diario a decenas de ciudadanos, según denunció el Centro Nacional Defensa de Rusia. Atan en postes a personas de cualquier edad, incluidos niños, por motivos como ser de etnia gitana, y los someten a humillaciones, o retienen a los que quieren salir del país y los dejan medio desnudos a bajas temperaturas como escudos humanos.

Cínica propaganda de la Comisión Europea, que ha censurado cualquier información que no sea la propaganda otanista.

Que no se olvide tampoco que estos paladines del mundo libre mantienen detenido desde hace casi un mes en Polonia al periodista Pablo González, acusado de espionaje y, al parecer, sin asistencia de abogado.

Y mientras tanto, en el ámbito nacional, ¿qué hace Unidas Podemos en el Gobierno de Progreso?

Observen que nuestros aspirantes al próximo Frente Amplio permanecen enrocados en el sofisticado argumentario que es común con el resto de partidos, incluida la ultraderecha: «es la guerra de Putin». ¿Por qué no aprovechan sus cargos para denunciar las atrocidades fascistas, la censura mediática y el verdadero trasfondo económico?

Sugiero una posible explicación: porque no les queda otra que continuar su huida hacia la nada.

La consigna de Unidas Podemos es la resignación, el practicismo dentro del sostenimiento de la Troika europea, de entidades que miran hacia otro lado ante los brutales crímenes de los neonazis en Ucrania ahora y en los últimos 8 años, o que sancionan por falta de democracia a pueblos soberanos como Nicaragua, Venezuela o Cuba, pero admiten que Zelenski suspenda a los partidos opositores.

Pretenden ahora explicarnos que es justificable mantener el Gobierno porque falta, para continuar su obra histórica, una rebaja en los precios de la luz y del combustible. Quizás el IBEX35 no haya quedado satisfecho con el récord de beneficio durante la pandemia, ni con los miles de millones concedidos de la UE para que el oligopolio energético haga su metamorfosis a ecosostenible.

Todo sea por los vientos de cambio. Hasta la traición de España al pueblo saharaui es admitida si lo pide en sacrificio la Sagrada Alianza liderada por el faro del mundo libre.

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