Un profesor de Burguillos

Burguillos es un pequeño municipio sevillano a unos treinta y cinco minutos en coche de la capital. Situado a las puertas de la Sierra Norte de Sevilla, en la Vega del Guadalquivir, su economía gira alrededor de la agricultura y se complementa con actividades propias de los sectores terciario y secundario. Un municipio rural con una población escasa, pero en crecimiento, que cuenta con un solo instituto de educación secundaria, el homónimo IES Burguillos.

El típico pueblo más o menos alejado de la capital, donde el instituto público es toda una institución, uno de los pocos puntos de referencia que irradian formación intelectual y profesional en la pequeña localidad. Lugar en el que suele encontrarse a un profesorado paciente y esforzado, las circunstancias obligan, dispuesto desarrollar su trabajo contra viento y marea, en entornos a veces nada predispuestos para ello. Una suerte de proletariado docente que tiene que abordar, en su día a día, miles de problemas que poco tienen que ver con la transmisión de conocimientos.

Este es el lugar en el que, el pasado 3 de noviembre de 2021, se produjo la agresión de un alumno a un profesor en clase. El centro educativo actuó rápidamente, se reunió la comisión de convivencia, se estudió el caso y se decidió el traslado del expediente del alumno agresor a otro centro educativo. Hay situaciones en las que no cabe otra solución y el mensaje que ha de trasladar la institución educativa a todos sus miembros debe ser claro: ciertas actuaciones son intolerables.

Pasaron los días, las semanas, los meses, y no había respuesta por parte de la Delegación Territorial de la Consejería de Educación y Deporte. Esta se personó en el instituto el 15 de diciembre, mediante una visita de la Inspección Educativa en la que, lejos de interesarse por la situación del profesor agredido, se procedió a examinar su metodología y labor docente ante el alumnado de la clase en la que tuvo lugar la agresión. Pero bueno, ¿estamos locos? Si ya es terriblemente duro que a uno lo agredan delante de sus alumnos, que luego vengan a fiscalizarlo ante esos mismos adolescentes deja a cualquiera a los pies de los caballos. La desautorización es flagrante, ¿de verdad la Inspección no tenía otra manera de abordar la situación con el referido docente?

El traslado del alumno agresor a otro centro educativo había quedado paralizado por la Administración educativa el 16 de noviembre y, mucho antes de la visita de la Inspección educativa al centro, el alumno ya se había incorporado de nuevo a las clases tras un mes de expulsión. “Me puede pasar cualquier cosa”, decía el profesor agredido, que sufría nuevos desplantes por parte del alumno. La sensación de indefensión crecía entre el profesorado del centro.

Finalmente, el pasado 9 de febrero todos pudimos conocer esta historia, porque fue publicada en el Diario de Sevilla. Al día siguiente, el IES Burguillos recibió una notificación de la Administración educativa indicando que se hacía efectivo el traslado del expediente del alumno agresor a otro centro. Se ha dicho que esta decisión fue tomada una semana antes, pero lo cierto es que la información llegó al día siguiente de la publicación en prensa de todo lo ocurrido. ¡Más de tres meses después de la agresión! Puede pensarse que este tipo de decisiones se toman a golpe de escándalo mediático, pues no se ha resuelto el problema hasta después de la noticia lanzada por el Diario de Sevilla. Sea así o no, desde luego tres meses es demasiado para resolver una situación como la que hemos descrito aquí. La tardanza en estos casos contribuye a envenenar más aún la situación a corto plazo y al deterioro de lo público a largo plazo.

Este es un asunto sindical de libro en el que, sin embargo, parece que no se ha producido esa necesaria conexión con las organizaciones de la Junta de Personal Docente. Los sindicatos, y sobre todo los sindicatos de clase, están para acompañar en el día a día a los trabajadores. Hoy resulta especialmente difícil movilizar a los trabajadores y la ciudadanía a favor de causas (aunque necesarias) abstractas, como las políticas públicas o la justicia social. Es a partir de asuntos como este del profesor de Burguillos, conflictos concretos que amenazan nuestro día a día, como las organizaciones sindicales pueden movilizar a los trabajadores de un sector como el profesorado de la pública, para resolver sus problemas cotidianos con el discurso y el programa, eso sí, de las políticas públicas y la justicia social.

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