Abandonados por Occidente, los restos del gobierno ucraniano que todavía resisten a la gigantesca operación militar lanzada por el Ejército de la Federación Rusa, que en apenas unas horas ya sitian la ciudad de Kiev, no parecen albergar grandes esperanzas pese a las llamadas a la resistencia que las autoridades han lanzado al pueblo ucraniano en las últimas horas.
Conocedor de las diferentes posturas que en el Ejército existen ahora mismo en un régimen impuesto por un golpe de estado hace ocho años, el presidente ruso, Vladimir Putin, se ha dirigido a los militares ucranianos para que den un golpe de fuerza que acaben con esta situación.
Rusia ofrece una solución a la guerra que pasaría por la condición de que Ucrania prometa la neutralidad, o lo que es lo mismo, no entrar en la OTAN, siguiendo lo marcado por los acuerdos rotos tras la caída de la Unión Soviética.
Mientras esto sucede, los combates se recrudecen en la misma capital en la que, a duras penas, y con versiones encontradas, los militares ucranianos resisten a duras penas el empuje extraordinario de los rusos que ya se encontrarían a sólo tres kilómetros de la simbólica plaza de Maidan y el Parlamento.
Mientras, en Occidente, aumentan las medidas de presión y el Comité de Ministros del Consejo de Europa acaba de dar por inválido la participación de Rusia en todos los órganos de su organismo tras lo que consideran una agresión armada injustificada contra Ucrania.
