«Déjame que te explique» o la insoportable levedad del mansplaining

0

Justificándome… como cualquier mujer

Soy investigadora. Me gusta compartir a través de la divulgación mis resultados, pues soy consciente de la brecha existente entre el mundo académico y los otros dominios. Para ello creé, en julio de 2017, una página en Facebook y un blog con el mismo nombre: El día que supe que era feminista, hoy con 30 000 seguidor@s. No suelo denunciar actitudes violentas que sufro constantemente desde hace más de diez años por el hecho de ser mujer, profesora e investigadora. Pero hoy hago una excepción, porque sé que muchas compañeras se reconocerán en este artículo – no solo las investigadoras -, y porque quiero que quede constancia de mi denuncia y de la insoportable levedad con la que se trata la «machoexplicación» o mansplaining.

Torrente y el cuñado: ¿especies en evolución o en extinción?

Ahora que se va acercando Navidad, recuerdo con nostalgia aquellos tiempos en los que durante las reuniones familiares teníamos ciertas consignas que había que respetar para que la velada fuera agradable: callarse. «Ya sabes cómo es X», «En casa no se habla de política o de religión», «Cuidado con decir algo sobre tal o cual…». Y sí, lo recuerdo con nostalgia porque hoy ya no tenemos esa figura familiar que acabamos por llamarlo «el cuñado«.

Pues creo que el cuñado ha desaparecido. Parece increíble que lo escriba con esta pena. Pero sí, siento pena por la extinción de esta especie: esa figura arraigada profundamente a la cañí y exótica «típical Spanish» franquista, a la defensa a ultranza de altos valores caducos, de tradiciones y costumbres más que discutibles… sin olvidar las reuniones de estos especímenes en los bares – sus círculos intelectuales por excelencia – resolviendo los problemas del mundo mientras miraban un clásico Barça-Madrid. Y por supuesto la sapiencia extrema del cuñado.

José Luis Torrente: el personaje más odioso y a la vez más acertado De Santiago Segura

Qué lástima que la saga del director y actor español Santiago Segura no haya tenido una continuidad hasta estos días para demostrar la evolución (o involución) de aquel personaje tan odioso de José Luis Torrente, un franquista nostálgico de los «años dorados» del cuñadismo: machista, racista, podredumbre andante que caricaturizaba – desgraciadamente sin exagerar mucho – a hombres que hoy en día encontramos incluso risibles. Pero cuidado: Torrente ha evolucionado en un nuevo ser gracias a las redes sociales, y del que tenemos que guardarnos mucho las mujeres. Estamos hablando del «déjame que te explique».

El nuevo cuñado: «Déjame que te explique»

El «déjame que te explique» tiene otros nombres en nuestro mundo feminista: el «señoro«, el «onvre«, el «macho alfa«… Sobrenombres evidentemente despectivos que no hacen referencia a todos los hombres, aunque haya muchos «déjame que te explique» que nos cuelguen ese sanbenito, es decir, que las feministas generalizamos y que odiamos a los hombres. Pero vayamos por partes. Describamos, en primer lugar, a este nuevo ser.

Para comenzar, el «déjame que te explique» tiene algunas reminiscencias del antiguo cuñado que se reunía en los bares o que acababa fastidiando la cena de Navidad, pero tiene una especificidad importante: es producto de las redes sociales. Sin ellas, no creo que existiera. Tiene preferencia por Facebook, aunque lo encontramos también en Twitter. Algunos llegan, incluso, a escribir o a crear blogs personales.

En segundo lugar, suele seguir páginas o integra grupos de Facebook sobre temas especializados como arte, historia o literatura. Como consecuencia de su inclusión en estos grupos, se considera un experto en estos temas, creyéndose así con derecho a imponer lo que vio en tal o cual página, sin ni siquiera verificar el origen de la fuente – casi siempre Wikipedia -. De este modo, hoy en día contamos con una gran cantidad de médicos – por la COVID 19 -, vulcanólogos – por lo acontecido en La Palma -, así como sociólogos, historiadores, psicólogos y otras eminencias parecidas. Una lástima que no pueda ejercer en la vida real, pues es el primero en arreglar todos los problemas – como el cuñado -.

Contrariamente al José Luis Torrente de la película, el «déjame que te explique» no es un anti-demócrata: a pesar de su intolerancia hacia los argumentos provenientes de mujeres, se autoproclama progresista, incluso republicano y a veces ácrata o comunista. Del mismo modo se considera un «aliado» del feminismo, permitiéndose así explicarnos, a nosotras, lo que es el movimiento: cómo debemos luchar, qué actitud tomar frente a una ley que nos desagrada, hasta nos dirá qué compresa ponernos… en fin, como si yo le explicara a un hombre el sufrimiento constante que tengo en mi próstata.

En cuarto lugar, suele entrar en páginas de dos modos: o bien comienza con una pregunta, de modo amable – en la que ya muestra sus dudas sobre la publicación realizada por una mujer -; o entra para afirmar categóricamente que la publicación es falsa, aprovechando para dar un curso magistral de lo que ha aprendido en su grupo de Formación para especializados en todas las especialidades de todos los dominios del saber.

Por último, y lo que más estremece es que pueda tratarse, en algunos casos, de hombres cultivados y con carreras. Quizá sea en este punto donde muestran la diferencia esencial con el antiguo cuñadismo, rezumando prepotencia y absoluto rechazo ante la disidencia de una mujer. El hecho de que los diálogos estén expuestos al público puede motivarle a mostrarse aún más agresivo, ya que el «déjame que te explique» no soporta la corrección por parte de una mujer, sobre todo delante de otras personas. Antes, con el cuñado, se podía incluso «debatir» – a gritos -, aunque escucháramos a menudo la frase ya tan conocida de «te lo digo yo» o «¡tú qué vas a saber!» Pero con este nuevo iluminado, o mejor dicho «ilustrísima», no podemos razonar de ningún modo.

La «machoexplicación»: insoportable y denunciable

No voy a definir lo que es la «machoexplicación», pues tenemos el magnífico ensayo de Rebecca Solnit, Los hombres me explican cosas, de donde surgió el término anglosajón. Pero sí quiero dejar constancia de que se trata de un tipo de violencia machista generalizada y que no se contempla como tal en ninguna ley. Interrupciones, actitud paternalista y condescendiente, descalificaciones, desprecio ante la experiencia de la mujer, correcciones… una forma de violencia que quiere demostrar la relación de poder existente entre hombres y mujeres.

Es importante saber las consecuencias de esta violencia hacia las mujeres y lo que implica: en realidad se busca silenciarnos, disminuir nuestra capacidad de análisis, infravalorar nuestros argumentos… un «Me gusta cuando callas porque estás como ausente». A veces se puede denunciar como acoso, pero raros son los casos en los que la denuncia sigue adelante. Por ello es, además, insoportable.

Un ejemplo entre miles

Hace poco hubo una publicación en la página citada anteriormente en la que no pudo haber debate, sino descalificaciones. El «déjame que te explique» (eran unos cuantos) no comprendió en absoluto la publicación, que hacía referencia al término de violencia simbólica, creado por el antropólogo francés Pierre Bourdieu, con el ejemplo de una fotografía de Antonio Machado con Rosario Del Olmo. En ningún momento se calificó al poeta de machista. Pero la capacidad de comprensión lectora no parece que sea una de las especialidades del «déjame que te explique».

A través de esta célebre fotografía, se trataba de mostrar las técnicas que se utilizan para silenciar a las mujeres a lo largo de la historia, de manera literal. Esta fotografía es una de las más conocidas de Don Antonio Machado, utilizada para encuadrar al poeta, lógicamente. Pero al lado se encontraba Rosario del Olmo, una de nuestras grandes pioneras en el periodismo, que entrevistó al poeta en el café de Las Salesas, en diciembre de 1933, para el periódico La Libertad.

Antonio Machado entrevistado por Rosario Del Olmo, La Libertad, diciembre de 1933. Coloreada por Rafael Navarrete, La Historia a color.

Enseguida surgieron los «déjame que te explique» para echarse las manos a la cabeza, tratando a las feministas de radicales – sin saber que se trata de un tipo de feminismo -, de feminazis – cómo no -, de locas… Un argumentario cuñadesco sin aportar absolutamente nada al debate. Quise explicar, amablemente, que el término de «violencia simbólica» no era una invención feminista, que era un ejemplo muy claro, pero siempre obtuve el mismo argumentario, si es que se puede llamar así. No faltó quien dijo que por qué no conocíamos el nombre del camarero (les invito a que busquen esta imagen que encuadra a Machado: en ella no se invisibiliza al camarero); que Rosario Del Olmo era célebre quizá por haber estado con el poeta en la entrevista; que no tenía los méritos que Don Antonio; que no era una cuestión de sexo… blablablablabla…

Un «Déjame que te explique» en acción, sin conocer los términos teóricos y dando lecciones morales y de feminismo

El «déjame que te explique» no soportaba que hubiera contraargumentos y comenzó a escribir en mayúsculas. Para las personas que no estén familiarizadas con las redes sociales, escribir en mayúsculas significa gritar. A raíz de ello, decidí que la conversación no terminaría en nada y le silencié. YO. Le bloquée. Pero esto sucede en las redes sociales.

Cuando el «Déjame que te explique» se queda sin argumentos… pasa a la descalificación y a la agresión

En la vida real, no podemos bloquear al «déjame que te explique» tan fácilmente. Es tóxico, cansado, insufrible. Todas las mujeres, sin excepción, hemos sufrido la «machoexplicación». Todas hemos tenido que callarnos en algún momento por cansancio, no por derrota. Es la insoportable levedad del «mansplaining».

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.