Nomadland, sea usted “libremente” explotado

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El evento de los premios Oscar nuca me interesó, hasta hace unos pocos años. Siempre creí que sobre todo eran premios en un aura de frivolidad y ostentación insanos. Sin embargo, poco a poco me empecé a dar cuenta de que a veces (más de las que parece a simple vista), son unos premios de lo que a una buena parte de los estadounidenses les gustaría gritar y no pueden. Claro ejemplo es la película que hoy os traigo Nomadland.

Basado en el libro Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century, de Jessica Bruder, este drama adaptado y dirigido por Chloé Zhao y producida entre otros por la actriz protagonista Frances McDomand. Grabada justo antes de pandemia por las carreteras de EEUU, censurada en China, por unos comentarios realizados por la directora a pesar de haber recibido buenas críticas en el gigante asiático, nos llega un año más tarde de lo que se esperaba y ya con un palmarés de premios internacionales muy holgado (Golden Globe, Osos de oro y ahora los Óscar, entre otros muchos). Una banda sonora muy conseguida para la narrativa, del maestro turinés Ludovico Einaudi, que aparece y se sustenta con una placidez muy explicativa a la vez que sutil.

La película trata de la vida de una mujer que tras perder su empleo y haber quedado viuda, decide vender casi todas sus pertenencias y vivir de nómada moderna, viviendo en una furgoneta en la que recorre el país entero en busca de trabajos esporádicos. Encuentros, desencuentros, soledad y compañía, el drama está servido.

El reparto es maravilloso. Y no solo por la increíble interpretación de Frances McDomand, que a sus 63 años ya va con tres Óscar en su cuenta (Fargo, Tres anuncios en las afueras y este filme) y una energía y capacidad interpretativa que trasciende esa mirada con la que parece atravesar la carne yque trabajó realmente en algunos de los sitios que aparecen en la película. El resto del elenco está sembrado, como David Strathairn (Buenas noches y buena suerte, El ultimátum de Bourne, entre otras), que a sus 73 años da una lección de interpretación que llega directamente a las emociones blandas del público. Linda May, que a sus 65 años debuta en un papel estremecedor. O la nómada conocida e redes sociales Charlene Swankie, de 59 años, que aporta una verdad absoluta.

Y ¿por qué hacer hincapié en sus edades? Pues porque en esta frívola industria, la edad cuenta, sobre todo para las mujeres, que según sus estándares, pierden atractivo cuando dejan de ser jóvenes. Por eso es sorprendente que un reparto con una media tan alta de edad sea apuesta de la industria, pero claro, algunos de los productores son ellos, porque si de una productora hollywoodiense fuera, ni siquiera se hubiera hecho.

Lo mejor, crea una historia redonda que te estremece por su cercanía.

Lo peor, los conflictos internos son difíciles de digerir, pero aún así están magistralmente presentados.

Esta película retrata el sumun del capitalismo, los EEUU de la libertad y la oportunidad, en gente mayor, que tiene que malvivir de trabajos esporádicos en puntas diferentes del país. Qué bien le viene al sistema, tener un buen número de empleados temporales a los que explotar de forma feroz, por su necesidad. El ansia de obtener beneficios y subyugar al más débil, que no es otro que lo que podrías ser tú en unas circunstancias parecidas, pero no, eso no te va a pasar nunca… Una radiografía de un país, de un sistema, de una ideología (si es que le quedan resquicios), crudo, sin compasión, olvidando al que más lo necesita, al que podría darle una lección de vida, la experiencia… que parece que ellos no necesitan. Pero todo pasa factura y más a un sistema herido de muerte…

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