El Jacobino y la melancolía

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“Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno”
(Antonio Machado, Retrato)

A continuación se puede ver la entrevista que realicé en la mañana del 18 de junio de 2021 al director de eljacobino.es, Guillermo del Valle. En ella, tiene oportunidad de presentar las características principales de su proyecto, un laboratorio de ideas con perspectivas de convertirse también en un proyecto político.

Guillermo del Valle es un hombre con una oratoria brillante, capaz de explicar con gran claridad multitud de ideas en muy poco tiempo. El que escribe comparte muchas de esas ideas, no tengo ningún reparo en reconocerlo. Sin embargo, el poso de la entrevista también deja un cierto regusto de melancolía.

Para preparar la entrevista visioné un encuentro entre Guillermo del Valle y el economista Juan Francisco Martín Seco. En dicha conversación, Martín Seco sostiene la tesis que ha sostenido siempre: la entrada en el euro fue un gran error, pero la salida unilateral del euro sería tan catastrófica para España que es mejor no abandonar la moneda común.

De esa manera, en un proyecto como El Jacobino, plagado de referencias a la recuperación de la soberanía, a la unidad nacional, a la reivindicación de lo público y a la reindustrialización del país, nos encontramos con un planteamiento económico que anula todos esos anhelos, directamente los destruye, y desemboca en un Martín Seco que ante la pregunta sobre el margen de maniobra de España dentro del euro responde: muy pequeño, cada vez menor.

Por eso, al final de la entrevista lanzo un guante contra la melancolía. Hay dos opciones, o Martín Seco tiene razón y los proyectos de El Jacobino serán imposibles hasta que la zona euro implosione (si es que implosiona) o Martín Seco se equivoca y la salida unilateral de España de la zona euro mejoraría drásticamente la penosa situación en la que se encuentra nuestro país.

Yo estoy convencido de lo segundo. Lo fundamental, abandonar la idea neoclásica que Martín Seco comparte y que vincula recaudación y gasto (por ejemplo, en materia de pensiones). Esta perniciosa vinculación es la gran mentira en la que se basan tanto los nacionalismos catalán y vasco, como la Unión Europea. Ni los impuestos de los catalanes y vascos financian el gasto público en el resto de España, ni los impuestos del norte de Europa financian el gasto del sur de Europa. El Banco Central Europeo es el emisor soberano del euro y por tanto no necesita recaudar impuestos para gastar en euros, todas las restricciones de su gasto son restricciones políticas autoimpuestas. Si se abandona la errónea idea de que el Estado tiene que recaudar impuestos para financiar el gasto público, todo encaja, la melancolía desaparece y la recuperación de la soberanía monetaria española se convierte en imprescindible. El guante está lanzado.

Euro delendus est

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