El 5 de mayo

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A estas alturas de la campaña electoral en Madrid ya está todo decidido, y salvo vuelco espectacular con una participación masiva del voto en la zona sureste de la Comunidad el triunfo de Díaz Ayuso parece claro.

Aparentemente será una mala noticia para la izquierda en Madrid, pero en absoluto es así. Será la continuación de lo que ya tenemos, excepto que cambiarán los ingredientes del neoliberalismo que está laminando lo público y pasando a lo privado sanidad, educación, transporte, etc.

Si antes teníamos al PP+Cs,+Vox, ahora tendremos a PP sólo o a PP+Vox. Las consecuencias para los madrileños no variarán, en todo caso tendrán una forma más descarada y agresiva que hasta la fecha; porque entre el 4 de mayo y las próximas elecciones autonómicas sólo quedan dos años. Los mismos que había antes de que a algún genio en Ferraz se le ocurriese la jugada de Murcia.

Y si esto lo tenemos en la derecha, en la izquierda el panorama es el mismo: tres partidos que variarán su peso en más o menos escaños que los que tienen en este momento, pero que continuarán siendo los derrotados, por mucho que todos quieran justificar sus resultados: Los que se mantienen porque se mantienen, los que ganan algo porque ganan un poco… Al final tendrán seguir tragando quina dos años más.

Ahora la discusión entre los votantes decepcionados de la izquierda parece estar en el voto útil o el voto de castigo tipo voto en blanco o nulo con propuestas de ladrillo incluido. Por un lado, me repugna la idea del voto útil; por otro, me asusta que no votar sea el comportamiento suicida del que al minuto siguiente del cierre de las urnas me arrepiento.

Si leer las llamadas al voto útil me ha parecido siempre una de las argumentaciones más pobres que en política se pueden hacer, propia de quien sabe que no puede argumentar nada de valor para convencer a sus posibles electores -hartos de mentiras y dar infinitos votos de confianza en “a ver si en esta…”-, y sólo le queda agitar el espantajo del “que vienen los otros”; la posición de quien con amargura por la acumulación de desplantes suelta un “ahora os vais a enterar”, tampoco parece que mejore la cosa. Y con esa idea, en la que parece estar dispuesto a todo con tal de que el enemigo se quede ciego acepta quedarse tuerto se mueven las posturas de una buena parte de la izquierda en Madrid ante las elecciones del 4 de mayo.

Hasta la fecha el PSOE llevaba un récord en votos útiles, tantos que se pierde la cuenta. Sus compañeros en esta pelea por captar el voto útil contra la extrema derecha no han tenido tiempo de acumular ese historial, pero en lo que sí han conseguido un récord ha sido en desilusionar a sus electores, en envejecer a una velocidad que ha hecho bueno al viejo PSOE frente a estos jóvenes que venían a renovar la política y cada día se parecen más a sus abuelos.

En sólo cinco años, Podemos, y en apenas dos, Más Madrid, han logrado cabrear hasta cotas difícilmente imaginables a su electorado, especialmente a las feministas, a esas a las que ahora llaman a la desesperada a votar cuando hace dos días las tildaban de tránsfobas, fascistas, retrógradas, “terfas” o “tontas de pueblo”; a las que no han querido recibir y han ninguneado en cuantas ocasiones han tenido oportunidad, a las que han dedicado ladrillos “rosas” entre aplausos y carcajadas de la ministra más… Bueno, dejémoslo aquí. Ahora, que le ven las orejas al lobo, se deshacen en elogios con las vulvoportantes.

Vale, todo eso está muy bien, pero vamos a lo práctico: El 4 de mayo ¿qué? Pues lo práctico es votar a ese partido coherente y de izquierdas que da la cara y no anda chalaneando a derecha e izquierda, aunque no tenga posibilidades de sacar un escaño.

Y sí, existe ese partido, y a falta de una opción feminista de PFE o de Iniciativa Feminista o de Feministas al Congreso -que ojalá llegasen a un frente común- está el PCTE. Así que pensad si no es más “útil” votar a quien tiene un programa que dejar sobres con ladrillos o votos en blanco que no aprovechan a nadie, salvo a los grandes; porque el voto en blanco -hay un partido que lo pide expresamente- o nulo se pierden.

Pero sobre todo lo práctico es ir pensando en construir, en qué panorama nos encontraremos el 5 de mayo, y no porque tenga duda de que será el que tenemos ahora pero más agravado: El PP con mayoría absoluta –ojalá me equivoque-, sino porque los derrotados de la izquierda no serán PSOE, Más Madrid y Unidas-Podemos sino que seremos todos: Los que votamos a esos partidos, los que nos abstuvimos, los que votamos en blanco o nulo, y lo seguiremos siendo si de aquí a dos años no nos dejamos de egos, de discutir por una coma en el Manifiesto Comunista o por si la mujer es una clase social o no, y no nos ponemos a crear un Frente Unido que cree una alternativa real a la Derecha, y no sólo en Madrid.

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