Efemérides

El pasado mes de diciembre se cumplieron cien años desde el nacimiento del Partido Comunista Francés, en el célebre Congreso de Tours. El partido de la Resistencia contra el nazismo, el de Gabriel Péri, Aragon, Semprún, Marchais y tantas otras personas que tanto aportaron a la historia de Francia en el siglo XX. En los medios de comunicación franceses, tanto públicos como privados, se ha producido un aluvión de artículos y publicaciones de todo tipo que han ilustrado a la ciudadanía acerca de la historia del movimiento obrero francés, acerca de la historia de su propio país.

En estas semanas, se están conmemorando también los ciento cincuenta años de la Comuna de París, la primera revolución en la que los obreros alcanzaron el poder en una gran capital, aunque solo fuera por unos meses. Al igual que en diciembre, con el aniversario del PCF, los medios franceses han vuelto a volcarse con esta nueva efeméride. Aquí, en las páginas digitales de El Común, también han podido leerse distintos textos inspirados en las jornadas parisinas de la primavera de 1871. No así en los medios españoles en general, donde suelen pasar desapercibidos los escasos artículos dedicados a los hitos que marcaron la historia de la transformación social.

Hace dos años, pasó inadvertido en nuestro país el centenario de la huelga de la Canadiense, la madre de todas la huelgas españolas. La de la jornada de ocho horas, la de los sindicalistas que, bajo la larga sombra del castillo de Montjuïc, pusieron toda Cataluña patas arriba. La huelga en la que el Noi del Sucre enseñó a todos su verdadera cara, dispuesto a que se la partieran para mostrar cómo funciona una movilización de masas. Pocos conocen aquel acontecimiento sin el que no se entiende la historia de la protesta, el sindicalismo y la transformación social en España.

Ya estamos en el año del centenario del Partido Comunista de España. Puede suponerse el eco que tendrá en los medios de comunicación. Sin embargo, la divulgación del pasado histórico resulta indispensable para generar ciudadanía, para alimentar el sentimiento de pertenencia a una comunidad nacional. Las dificultades con las que la modernidad se abrió paso en España, que estallaron de la manera más traumática en nuestro siglo XX, se aprecian hoy en el escaso tratamiento público de efemérides como las ya citadas y muchas otras, lo que no dice nada bueno sobre nuestra cultura política. En este aspecto, por razones históricas evidentes, Francia es nuestra antípoda. Se trata sencillamente de contribuir a normalizar la divulgación de nuestra historia contemporánea, convirtiéndola en la posibilidad de una reflexión intelectual que sirva de encuentro a ciudadanos que, desde sensibilidades diversas y confrontadas, sean cada vez más conscientes del proceso histórico de construcción democrática en España.

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