Malas Mujeres

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Este 8 de Marzo, día de la mujer trabajadora, las mujeres tuvimos que soportar como, desde un acto institucional organizado por el gobierno, se utilizaba un texto de Audre Lorde, manipulándolo, tanto en sus palabras como en su contexto e intención, para atacar a las mujeres y, en especial, a mujeres con cargas de cuidado efectivas como madres o cuidadoras de personas dependientes.

En este acto, una actriz trans, Daniela Santiago, fue la elegida por el Ministerio de Igualdad para dar tal discurso. Hemos de recordar que Daniela nació varón, no porque tenga un interés en hacerle daño por este hecho, sino porque precisamente por su sexo no ha vivido ni vivirá jamás la carga social, cultural y económica que conlleva la división sexual del trabajo y que pone sobre nosotras, las mujeres, la obligación de llevar a cabo de forma gratuita el trabajo de cuidado y reproductivo. Esa división sexual del trabajo que se nos asigna por nuestro sexo, por nuestro papel reproductivo, y que nos arroja a una vida en la que, desde que nacemos, se nos educa en el fin del cuidado, del darse al otro, del complementar, del matrimonio, del crédito masculino, de la maternidad y que nos ha privado, histórica y globalmente, de derechos y enviado al ámbito de lo privado.

Este discurso tenía como finalidad principal culpar a las mujeres españolas de los problemas que viven otras mujeres y personas trans: migrantes, precarias, negras, latinas…

En definitiva, un sin fin de enumeraciones diversas que, en el día de la mujer trabajadora, en vez de poner en el centro la lucha contra el sistema capitalista y patriarcal que produce los problemas de todas ellas, sirvió para recordarnos que somos el toro que mató a Manolete por el simple hecho de ser mujeres y españolas.

No pretendo con esto negar la opresión racial, ni de clase, ni cualquier situación discriminatoria, sino señalar el uso perverso de la diversidad para licitar el patriarcado y el sistema capitalista.

Pues bien, en este relato se culpaba a las mujeres españolas de oprimir a mujeres migrantes porque muchas las contratan para cuidar a sus hijos y a sus enfermos. Es cierto que esto implica una opresión de clase y raza, no obstante, me gustaría profundizar en cuestiones que el ministerio de Montero decidió pasar, convenientemente, por alto:

El primer hecho es que las mujeres españolas se encuentran en una situación de precariedad laboral creciente que afecta directamente a su papel como madres y cuidadoras. Nos encontramos en una situación social e histórica en la que las crecientes crisis económicas, la desigualdad sexual en el empleo y el mantenimiento y endurecimiento cultural del patriarcado ha hecho, por un lado, que las mujeres no puedan tener hijos, por cuestiones materiales, de media hasta los 35 años. Las mujeres españolas y blancas, obreras, no tienen trabajo o tienen un trabajo tan precario que no pueden iniciar un proyecto de vida independiente, con suerte, hasta bien entrados los 35 años.

En el caso de que consigan tener una situación laboral más o menos estable y que decidan tener hijos, se encuentran, además, con el panorama de que pueden perder su puesto de trabajo, por el simple hecho de estar embarazadas, por el coste que le representan a la empresa, porque tenemos un sistema económico que no admite que un trabajador no esté disponible para el mercado todo el tiempo del mundo. Muchas empresas no se pueden, ni quieren, permitir el coste que supone una baja por embarazo, otra de maternidad, las excedencias para cuidar de los hijos, las reducciones de jornada, las salidas del trabajo anticipadas, los permisos… para cuidar.

Resulta también que son las mujeres las que, en el 80% de los casos, piden excedencias, reducciones de jornadas… para cuidar de familiares enfermos, muchas veces no consanguíneos, sino políticos, como los suegros, por ejemplo. Importante también comentar que dentro de las familias monoparentales, la inmensa mayoría de ellas son monomarentales y que, a su vez, la mayoría de estas se encuentran en riesgo de pobreza.

Bueno, ¿qué ha hecho el gobierno “más de izquierdas” de la historia sobre esta materia? A parte de responsabilizar a las mujeres españolas de su propia opresión, quiero decir. Pues durante esta legislatura han tenido a bien aprobar la equiparación de permisos de paternidad con los de maternidad. Así es, les han dado a los padres las mismas semanas de permiso que a las mujeres. No han dado ni una sola semana más, por ejemplo, a las madres, a pesar de que somos uno de los países desarrollados con un número de semanas de permiso más corto y que ni se huelen las recomendaciones de la OMS, ni tampoco han construido guarderías públicas, ni han dado complementos por hijo para paliar mínimamente la carga económica y física que supone la crianza para las mujeres. Tampoco han adoptado medidas de tipo económico ni legales que persigan y consigan reducir el despido por causa de maternidad… En definitiva, nada que permita que las mujeres puedan compaginar de forma sana su salud, su trabajo, su vida, su papel como madres…

No, las mujeres se encuentran en una situación en la que están solas ante la crianza (14 semanas de permiso parental no modifica en nada esta estructura), ante la carga de los cuidados, y que tienen una dependencia económica brutal respecto de sus parejas en muchos casos y, sobre todo, del mismo mercado laboral que las expulsa por madres y por mujeres. Es un hecho que la maternidad empobrece a las mujeres.

En este contexto, las mujeres se ven en la dicotomía de decidir entre abandonar el mundo laboral para llevar a cabo los cuidados en exclusiva, renunciando con ello a su propia independencia económica y a su riqueza personal, renunciando al ámbito de lo público para volver a recluirse en el ámbito privado para ser la base de los proyectos personales de sus parejas e hijos, o en prestarse, como pueden al ámbito laboral, con las limitaciones derivadas de su propia situación de cuidadoras, dando lugar a dobles jornadas, reducción de jornadas, peores condiciones para poder progresar en el ámbito profesional…

En este último supuesto, muchas mujeres, a falta de medios públicos, se ven en la obligación, sobre todo si son madres solteras, de servirse de otras mujeres para que cuiden a sus hijos cuando ellas están trabajando, destinando buena parte de su sueldo en pagar a estas mujeres, que también forman parte de las mismas exigencias de cuidado que les atribuye la división sexual del trabajo.

Es decir, no nos encontramos, en la mayoría de los casos, ante mujeres ricas y acomodadas que tienen niñera porque no les apetece cuidar a sus hijos. Hablamos de mujeres obreras a las que no les queda más remedio que pagar a otras mujeres para poder seguir trabajando, porque tampoco se pueden permitir dejar de trabajar o eso supondría depender enteramente de sus parejas. Hablamos de cómo el sistema capitalista y patriarcal nos siguen expulsando del ámbito público y explotando gratuitamente nuestro trabajo y capacidades mientras que los hombres y sistema económico se lavan las manos.

Todo un aparato de opresión estructural sexual por el que se subyuga a las mujeres progresivamente hasta recaer el peso completo en las mujeres obreras más precarias y en las que se entrecruzan distintos ejes de opresión.

Es asombroso que desde el Ministerio de Irene Montero sepan acoger cualquier diversidad y denunciar cualquier discriminación menos cuando se trata de entender y denunciar cómo funciona la explotación de las mujeres y, más específicamente, las mujeres obreras.

1 COMENTARIO

  1. Cuantas explicaciones das! tenemos que seguir dando explicaciones. Pero se sabe que la gente no entiende si su beneficio depende de no entender, no? En qué trabajarían las mujeres que limpian/cuidan si no las contratasen otras mujeres? comiendo pollas? trabajando gratis en casa y dependiendo de la caridad de familiares? eso si es empoderarte. Hay un discurso mediático desde hace años por parte de la izquierda: nuestras propias mujeres nos roban las putas!!
    Prefiero limpiar casas por 3 euros/hora, gracias por la generosa contraoferta.

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