Quemad a la Bruja

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Como la mayor parte de la gente que estará leyendo mis palabras ya sabe, JK Rowling, la autora de Harry Potter, está siendo objeto de escarnio público a nivel internacional por haber cometido el terrible crimen de afirmar que el sexo existe y que éste es un motivo determinante para el desarrollo de la opresión que viven las mujeres por parte del sexo masculino.  Los actos de JK Rowling se desarrollan en tres actos:

Un primer tweet, que habla de la necesidad de no esconder en el lenguaje que son las mujeres quienes sufren todos los tipos de violencias y realidades sobre la menstruación y que lo hacen por ser mujeres.

Otro segundo tweet que es un hilo, en el que, manifestando su empatía y apoyo a la gente trans, vuelve a señalar la necesidad de utilizar el sexo como concepto político unificador de la opresión de las mujeres.

Y por último un artículo entero1, que adjunto al final de este artículo, en el que argumenta y se defiende de forma razonada contra los ataques recibidos, desarrollando el complejo problema que se presenta actualmente sobre el concepto y políticas de la identidad de género.

Las respuestas no se hicieron esperar y rápidamente cientos de miles de mensajes, compuestos principalmente de insultos, descalificaciones, amenazas, mofas y tergiversaciones, convirtieron lo que podría ser un debate más en una campaña de descrédito contra JK Rowling. Tristemente apoyada por notorios actores de la saga de Harry Potter que, lejos de contraargumentar a Rowling, se han dedicado a soltar frases facilonas que todo el mundo está deseando escuchar.

Tristemente este escenario le ha tocado vivirlo a JK Rowling, pero ella no es más que otra víctima de la sinrazón elevada a dogma justiciero que se ha adueñado de las políticas de lo que podemos llamar ya ex izquierda. Son miles las mujeres feministas que están siendo perseguidas en todo el mundo por atreverse a hablar. Un acoso que llega en casos a agresiones físicas, a despidos, a la expulsión de partidos políticos, a la censura y a la justificación de toda la violencia recibida con la justificación de la deshumanización que conlleva la palabra “TERF” (Trans Exclusionary Radical Feminist).

Nos encontramos ante un periodo histórico especialmente misógino en el que vemos como el odio hacia las mujeres se va desarrollando bajo nuevas estrategias más sutiles, que pretenden ampararse en una causa de justicia social en la que contar con el beneplácito social. La caza de brujas no ha desaparecido nunca. El patriarcado siempre está buscando excusas para silenciar a las mujeres que se rebelan, y advertir al resto de que ese será su destino si se les ocurre seguir el mismo camino.

La figura de la mala mujer representada tradicionalmente por el papel de la bruja, de la puta, de la ramera, se ve representado actualmente en la figura de la “Terf”. Mujeres amargadas, rancias, aburridas, feas, frustradas, enfadadas con el mundo y llenas de odio que solo quieren hacer daño a la comunidad para encontrar felicidad en su soledad y ostracismo social. Este es el contenido político que la palabra TERF conlleva y su finalidad es la de demonizar un discurso político para evitar que el receptor escuche, pueda decidir por si mismo sobre su contenido y permitir licitar la violencia contra quien se presenta como el enemigo a batir.

Ni falta hace decir que una feminista no es precisamente el ejemplo de persona violenta y contraria a los derechos humanos de nadie. Sin embargo, nos encontramos que las feministas son el principal problema de la gente trans y que éstas fomentan su persecución, ostracismo e incluso sus muertes.

Yo os invito a escuchar, a leer y a tomar vuestras propias decisiones de forma racional y humana y a no dejaros llevar por la presión de grupo que reproduce un discurso de odio: una caza de brujas.

El problema político que se plantea entre feminismo e identidades de género es complejo, y no pretendo desgranar cada uno de sus enredos en este artículo, pero sí que me gustaría señalar los puntos mínimos claves del debate.

Por supuesto, las feministas estamos completamente a favor del desarrollo personal (físico y mental) libre de cada persona con independencia de su sexo, sin que esto suponga a nadie ningún tipo de discriminación, violencia, exclusión o repudio. Somos las primeras interesadas en acabar con la asociación de roles y conductas humanas con el sexo. Tampoco negamos la situación de exclusión, vulnerabilidad y violencia que sufre la gente trans. En este punto les apoyamos y acompañamos en la medida de lo posible.  Es decir, NADIE está en contra de la gente trans y de sus derechos humanos. Eso es simplemente falso.

El problema se encuentra en el concepto de género que se baraja entre ambos movimientos. Desde las múltiples visiones de las realidades trans se parte de un concepto de género identitario (identidad de género) en el que se equipara ser mujer, hombre u otras identidades al propio género (lo masculino y lo femenino). El problema político sería aplicar este concepto de hombre o mujer al sexo. Se realiza así la división entre personas “cis” y “trans” según esta identidad de género coincida o no con el sexo de la persona, respectivamente.

Las posturas feministas, de otro lado, entienden el género como la misma política sobre el sexo. Es decir, es la forma en que la humanidad ha ido creando las posiciones políticas de hombre y mujer a partir de un hecho político que está asociado a la biología: la reproducción. Algo tan básico para cualquier especie, como es la misma manera en la que sus individuos son creados y cómo se organizan el cuidado y el trabajo, forma parte de la base más primaria de cualquier sociedad humana. El género es, por lo tanto, todo el conjunto de normas e interpretaciones culturales sobre el sexo que han creado el patriarcado y que nos determina a una división sexual del trabajo. A diferencia del argumentario anteriormente expuesto no es lo que nos convierte en hombres o mujeres, es lo que se nos impone por serlo para colocarnos en una distinta posición política. Es lo que crea el control sobre el cuerpo de las mujeres y su opresión a nivel universal.  La existencia de hombres y de mujeres es independiente al género.  Esta existencia se sustenta por el simple hecho de lo que Beauvoir llama “la otredad”, es decir, el reconocernos como seres diferenciados sexualmente. Cuestión que es inevitable. Lo que no es inevitable es la desigualdad sexual creada por el género: el patriarcado.

Las feministas buscamos acabar con el sistema de género y, por tanto, rechazamos las identidades políticas construidas sobre él, lo que no es lo mismo a rechazar a las personas. Es más, cuestionamos igualmente el origen de la violencia tránsfoba, que trae causa directa de este sistema que mete a hombres y mujeres en cajas de género y del cual se deduce también la propia disforia.

El problema de nuestra sociedad es que no se respeta la libertad humana porque se exige a hombres y mujeres ser de una determinada manera. La solución no es definir a hombres y mujeres por las construcciones sociales hechas para reproducir un sistema opresivo y negar la realidad sexual que vive la mitad de la población mundial. La solución es reivindicar que somos humana y políticamente iguales, aunque no lo seamos sexualmente.

Para finalizar, me gustaría volver a hacer un llamamiento al cese de la violencia y persecución irracional que se está dando contra mujeres que se atreven a reivindicar lo que sufren por su sexo con un nivel de agresividad que no se ha visto con ningún asesino, violador o agresor de personas trans.  El debate es lícito, debatamos.

Podréis quemar a la bruja pero no podéis silenciar a la razón.

1-Artículo de JK. Rowling: “Las guerras TERF”

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Elena de la Vara
Elena de la Vara. Graduada en derecho y letrada de la administración de Justicia. Activista feminista desde hace varios años es la vicepresidenta de la Red Feminista de Albacete, ha colaborado en múltiples páginas de temática feminista, escrito diversos articulos para medios como: el plural, público o tribuna feminista; ha intervenido como ponente en diversos foros feministas como la Escuela Feminista Rosario de Acuña y es activa en redes sociales como twitter o Facebook en relación a temáticas sociales.

8 COMENTARIOS

  1. Pues muy bien explicado, me ha quedado bastante claro y es complicado con el lío que hay montado. Yo llegué a esta guerra de sopetón vía Twitter. Sigo a feministas y a activistas trans y no había visto ningún problema hasta que de repente vi como sus seguidores empezaban a llamar terf a mujeres a las que seguía y yo sabía que no habían dicho nada contra el colectivo trans. Lo que no entendí y sigo sin entender es por qué las feministas se han convertido en el gran enemigo a batir cuando los que les complican la vida son los verdaderos tránsfobos, los que los tratan de enfermos, les niegan protección, se burlan y lastiman si pueden. ¿Pero el gran enemigo son las de la lucha de al lado que te apoyan pero no comparten una parte de tu visión? No lo entiendo.

  2. Estoy en desacuerdo con este párrafo: «Las feministas buscamos acabar con el sistema de género y, por tanto, rechazamos las identidades políticas construidas sobre él, lo que no es lo mismo a rechazar a las personas. Es más, cuestionamos igualmente el origen de la violencia tránsfoba, que trae causa directa de este sistema que mete a hombres y mujeres en cajas de género y del cual se deduce también la propia disforia.» No es cierto que todas las feministas pensan así. Realmente hay feministas que son transfóbicas y ven a las personas trans como una amenaza a su feminismo cuando no lo son. Les invito a leer esta publicación: https://www.facebook.com/TheMaven/posts/10158822402696133

  3. Hola, me gusto mucho tu artículo Elena. Creo que a pesar de que en los comentarios dicen «no todas la feministas piensan así», no deja de lado que muchas buscamos eso que señalas en tu artículo.

    Por que negar que nos atacan por ser mujeres?, pareciera que decir «mujer» es ofensivo. Existe discriminación por el sexo, por el hecho de simplemente de haber nacido mujer, a mi mamá le negaron la educación por ejemplo y parce algo insignificante frente acciones violentas que viven a diario niñas y mujeres en todo el mundo.

    Nadie niega la discriminación hacia las personas trans, pero no por ello hay que opacar o pretender callar la lucha feminista.

    El ataque a Rowling me pareció de otro mundo, todos pueden identificarse con lo que deseen pero ella no puede hablar desde su posición porque ya es discriminación? Me parece absurdo.

    • No solamente la tachan de discriminadora, la tachan de transodiante y de ‘terf’, que se ha convertido en el nuevo ‘feminazi’, en una forma de, veladamente según algunas personas, igualarte con la escoria cuando lo que pides es que todos tengan sus derechos pero sin un grupo afectar lo que ha logrado el otro.

  4. Hay que tener mucho cuidado al hacer afirmaciones del tipo: «un hecho político que está asociado a la biología: la reproducción.» Convertir todo en hecho político y, en concreto, los asociados a la biología han dejado en muchas ocasiones durante la historia millones de muertos. De hecho, millones de mujeres no consideran un hecho político la reproducción, sino simplemente biológico y optan, principalmente en el primer mundo, si realizar ese hecho o no. Los rasgos que colocan en desigualdad a las mujeres, si se pueden convertir en hechos políticos: factores, económicos, sociales, culturales… Y, en relación, con la reproducción, se pueden considerar, en mi opinión, hechos políticos, aquellos factores que provocan desigualdad solo porque una mujer decida reproducirse. La biología en si misma poco entiende de política y mucho de la supervivencia de las especies sea cual sea. Este tipo de debates CIS, trans, TERF, etc, nos lo podemos permitir en occidente. Más allá de la UE, incluso dentro, Norteamérica y algunos sitios de Latinoamérica, el debate no existe. Por otro lado, existen todo tipo de desarrollos teóricos sobre esta «lucha» de mujeres contra mujeres, mientras que los hombres siguen con su plan y su vida, y pocas puestas en práctica de las distintas identidades de género. Si existen y logramos una aceptación por parte de la población de las distintas identidades de género, habrá que poner en práctica mecanismos reales y prácticos para adaptar el mundo (al menos el primer mundo) a esa realidad y dejar la biología y los sexos a un lado. Mientras se siga intentando encuadrar un número.alto de identidades de género en dos sexos, la espiral del conflicto seguirá girando. Es mi opinión.

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