Scream for me Sarajevo o la necesidad del arte

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No solemos mirar al pasado reciente (o relativamente reciente). Por ejemplo, justo ahora se puede observar históricamente (30 años), el caso de la llamada guerra de la antigua Yugoslavia o guerra de los Balcanes. Una guerra de guerras, pues fueron varias, de diferente duración y en su mayoría muy cruentas. Bajo el rifle del francotirador, podemos encontrar historias terroríficas, como el sitio de Sarajevo, el más prolongado de la historia reciente, entre el 92 y el 96. Con más de doce mil bajas, bombardeos y masacres cruentas, hacen que más de trescientas mil personas huyan de la ciudad. Durante esos cuatro años la gente necesitaba cultura y ahí es donde unos irreductibles rockeros contactan con Bruce Dickinson (en esa época fuera de Iron Maiden, a los que volvería poco después), para dar no un concierto, sino El Concierto, en la sitiada ciudad. Scream for me Sarajevo es el documental que nos da memoria de ese evento.

Dirigida por Tarik Hodzic y producida por Adnan Ćuhara, Tatjana Bonny, esta película documental que puede comprarse en su página oficial o que te la presten como es mi caso.

No hay mucho que decir sobre el reparto, porque es puro documental en el que hablan, desde el director, como parte del suceso, hasta el propio Dickinson, pasando por relatos de heavys de la ciudad y de locutores de radio, pasando por el productor del concierto, que no daban crédito a lo que sucedió.

Y es que la historia es impensable, una superestrella va a dar un concierto a una ciudad que llevaba dos años de sitio. Porque así fue. Hablan en el documental asistentes al concierto con desgarradoras historias personales, gente que lleva ya años en guerra, que ha perdido a seres queridos, que no sabe si van a reclutarles, que estaban asustados, dañados, obnubilados por una situación que haría perder la cordura a muchos (como también lo hizo).

Pero esta gente, cuando se enteran del inminente concierto, vuelve a brillar, encuentran una simple razón para vivir, por muy frívola que parezca. Uno de tus ídolos va a venir a dar un concierto, en medio de una guerra, vas a tener la oportunidad de verlo y escapar, aunque solo sea de forma ilusoria, por unos momentos, de la barbarie. Eso da vida, esperanza, como quieras llamarlo, a personas que viven el peor momento imaginable, una guerra cruda y desalmada.

La historia es así de sencilla, les propusieron el concierto y aceptaron. Ahora viene lo complicado, métete en una ciudad asediada, por tierra, porque el helicóptero blindado no va a ir a llevarte entre el fuego cruzado. Y no digo más porque merece la pena escuchar el periplo de boca de los participantes, tanto la banda, como de los que lo hicieron posible, los fans. Y el concierto cambió la vida de muchos, para siempre, a pesar de los bombardeos, de la podredumbre humana, de las calamidades.

Lo mejor, indudablemente el pueblo de Sarajevo, que da una lección de esperanza.

Lo peor, la dureza de las historias que cuentan, pero, eso es la guerra y hay que mirarla de frente y no olvidar.

Las necesidades básicas son algo que siempre se ha cuestionado en la antropología y la psicología. Porque si bien un techo, comida y descanso, es lo primero que se nos viene a la cabeza. Sin embargo, la cultura y el arte, por mucho que nadie diga, es algo que es imposible dejar, pues seríamos poco menos que autómatas que solo trabajan, comen y duermen. La esperanza en el ser humano se encuentra en esta clase de historias, pues nos muestran que somos algo más que cáscaras vacías y que necesitamos algo a lo que agarrarnos, hasta en los momentos más oscuros. Y la música, no es solo música, es hermandad, es comunicación, es esperanza. En estos momentos que se habla de poner cotos, hay que recapacitar o simplemente, estaremos perdidos.

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