No Podía Saberse

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Menos de dos meses ha tardado el nuevo presidente norteamericano en agredir, de manera cobarde y rastrera, a un país democrático, soberano e independiente. No podía saberse.

Biden, que en el pasado había apoyado con sus votos como congresista las agresiones imperialistas norteamericanas a Yugoslavia e Irak, ha autorizado el bombardeo de las posiciones de las milicias pro-iranís que han luchado contra las fuerzas del islamo-fascismo pro-occidental en Siria, especialmente contra el Estado Islámico. No podía saberse.

El supuesto impulso democrático, por la paz, la cooperación internacional y el multilateralismo que habría traído la derrota electoral de Trump en el pasado mes de noviembre a manos de la formula Biden-Harris, se desvanece en menos de dos meses, con una nueva agresión criminal de las tropas norteamericanas en un teatro de operaciones, el sirio, donde habían disminuido enormemente su criminal actividad durante el mandato del odioso Trump. No podía saberse.

En el pasado, el presidente demócrata J.F. Kennedy inicio hostilidades militares contra la naciente Revolución Cubana autorizando la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos. Kennedy, igualmente, comenzó la agresión criminal yanqui contra el pueblo vietnamita. Su sucesor, L.B. Johnson continuó e intensificó la guerra imperialista yanqui contra Vietnam durante su mandato. El siguiente presidente norteamericano procedente del Partido Demócrata, Jimmy Carter inauguró la criminal alianza islamista-estadounidense con su apoyo a las milicias religiosas que combatían contra el gobierno progresista y de tendencias socialistas de Afganistán. Uncle Sam meets Bin Laden. Para no faltar con la tradición, el demócrata Bill Clinton sería el principal instigador de la guerra contra la Yugoslavia de la autogestión socialista, donde las potencias de la OTAN, junto a la Unión Europea, desmembraron el país balcánico para convertir una sociedad prospera, pacifica y fraternal en un hervidero de odios nacionales, principal foco del terrorismo islámico en Europa y sede de para las redes de tráfico de personas, órganos y droga del planeta, sin plena soberanía y con un estatus semicolinal y dependiente de las potencia europeas. Con el Presidente Obama, flamante Nobel de la Paz, el listado de Presidentes del Partido Demócrata que tras presentarse como adalides de la Paz Mundial se convierten en señores de la guerra adquiere dimensiones grotescas. Venezuela, Siria, Libia o Ucrania van a sufrir de manera directa las consecuencias de las políticas que diseñaba Hillary Clinton, mujer mano derecha de Obama. No podía saberse nada de esto.

El pasado noviembre, las principales filas del progresismo europeo saludaban la victoria electoral de Biden, poniendo énfasis en el importante hecho que supone haber superado lo que ellos ha denominado el «Trumpismo». Igualmente, desde esa fecha cada gesto en la composición de la nueva administración demócrata se ha jaleado como un triunfo del progreso y la bondad humana, especialmente cuando se anunciaba la representación en el gabinete Biden-Harris de diversas minorías raciales, afectivo-sexuales o de mujeres. No parece que esta presencia baste por si sola para modificar el carácter terrorista y criminal del Gobierno de Estados Unidos. No podía saberse.

En el coro de aduladores acríticos y pelotas varios que se han arrodillado ante Biden-Harris, señores de la guerra y adalides de la diversidad, del feminismo y de todas esas gaitas, se han destacado especialmente los representantes españoles de la nueva izquierda posmoderna, pronorteamericana y pequeñoburguesa, que han destruido en poco tiempo la tradición antimperialista de la izquierda en España, para convertirla en una sucursal poco original, dicho sea de paso, del Partido Demócrata yanqui. Del ejemplo del diputado consecuentemente antimperialista Javier Couso, de las grandes movilizaciones contra la OTAN y las Bases Militares que vieron nacer a Izquierda Unida, del No a la Guerra en las movilizaciones contra la guerra de Irak o de la participación del héroe antifascista Enrique Líster en el Consejo Mundial por la Paz hemos pasado a la ignominia ética, política, intelectual y al ridículo personal y colectivo que reflejan las declaraciones que ilustran este articulo. Nada podía saberse.

Nótese el sarcasmo de Javier Parra

Lo que sí puede saberse, en cualquier caso, es la exitosa y bien remunerada carrera profesional que tienen y tendrán todos estos personajes, cobijados bajo el manto ideológico y organizativo que supone la sucursal hispánica del Partido Demócrata yanqui que es Podemos y sus diversas expresiones y escisiones electorales. En tiempos de crisis económica y social han sabido utilizar las luchas populares para labrarse un buen futuro profesional y familiar, como agentes vergonzantes del imperialismo norteamericano, desde la óptica de intentar ser gestores del menor mal posible y la coincidencia ideológica en la defensa de un estado del bienestar menguante (casi invisible), las políticas de la identidad para la representaciones de minorías de todo tipo y el feminismo liberal burgués (valga la redundancia). Futuro que, por cierto, ya no tienen los jóvenes de la clase trabajadora en nuestro país y que tendrán que construirse y forjarse ellos mismo, con su esfuerzo y sudor, en el campo laboral lidiando con la explotación y la precaridad, en el sindical lidiando con el sindicalismo vende obreros y en el político, construyendo una herramienta que jubile lo más pronto posible a los que ahora usurpan la representación política de las clases populares de nuestro país.

Nada de esto, podía saberse.

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