Normalidad democrática

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Yo no me había dado cuenta de que no hay «normalidad democrática» hasta que los medios han dado la espalda a Pablo y sus amigos. Menos mal que nos han abierto los ojos, ahora ya sabemos que la justicia no es igual para todos y que los medios te harán odiar al oprimido y amar al opresor. Gracias y mil veces gracias. Y no es la primera vez que pasa, ojo, que cuando les dio con lo de «La casta» ya vimos que había unos políticos que no representaban a la mayoría social o no sé qué y que si los quitaban del medio y se ponían ellos todo iba a ir mejor porque si, porque ellos son decentes, tan decentes como Echenique pagando en negro a su asistenta, la decencia bien entendida. Y qué decir de lo de «La trama», si no llega a ser por ellos no nos enteramos de que hay peña que utiliza las instituciones para hacer chanchullos privados, me deja muerto colega, además suele ser gente de posibles, yo es que flipo. Estábamos ciegos.

Qué movida lo de la normalidad democrática. Al final resulta que sí que hay un capitalismo bueno. Un capitalismo de «normalidad democrática» que funciona de maravilla en igualdad de oportunidades y condiciones para todo el mundo.

Así que ya no hay que esperar a que la revolución se haga sola, ahora esperamos a que se normalice la democracia burguesa. La propia esencia del capitalismo se regulará espontáneamente, igual se presta a eso la mano invisible del libre mercado, y todos seremos felices y la sucursal podemita de turno decretará el fin de los desahucios otra vez y la paz mundial y hasta el fin de la pandemia si es preciso. La normalidad democrática es el nuevo Sión, allí todas las noches se cenan percebes y nadie tiene problemas para llegar a fin de mes, los meses están abolidos por decreto ciudadano.

Además, en la normalidad democrática, la realidad no importa. Tú seguirás yendo, con suerte, a currar todos los días y unos señores muy malos se quedarán con parte de tu sueldo de una manera legal y democrática así que será como hasta ahora pero con mucho más amor y felicidad. Las noticias te las darán los mismos medios en manos de corporaciones globales y gestionaran la información selectivamente para ganar más pasta y crear corrientes de opinión que favorezcan sus intereses, pero todo democrático a muerte. Amancio Ortega seguirá dejando morir a trabajadores en sus fabricas de países a tomar por culo de aquí con mano izquierda, hasta les mandará flores a sus familiares y una papeleta de voto gratuita. Todo será perfecto. Las armas que vendemos a Arabia Saudí no asesinarán a pobres yemeníes, sólo los matarán y los mendigos serán democratizados, tendrán aire acondicionado en sus chabolas o en el cajero automático donde duerman, todo a elección del consumidor.

Será todo como hasta ahora. Porque en capitalismo no hay democracia, hay dictadura del capital y cuando el capital te pone el limite y tú te empeñas en negar su existencia en vez de en ponerle coto, nos has vendido. Y es que el capitalismo funciona de esa forma, una pequeña parte de la población vive de explotar a la mayoría, a los trabajadores que vivimos jodidos y hacen con nuestras vidas lo que les sale de los huevos en nombre de la libertad. De la libertad de explotarnos, claro. Y es una jodida mierda que en pleno siglo XXI la «izquierda» parlamentaria siga jugando a lo del capitalismo bueno.

No hay democracia cuando hay familias enteras echadas a patadas de sus casas, ni cuando hay colas del hambre, ni cientos de miles de parados. No hay democracia cuando te meten en la cárcel por decir lo que piensas sobre el putero del Rey Juan Carlos, no hay democracia ni plena ni normal ni de ninguna manera: Hay Capitalismo. Pero claro, amigos, el ente anteriormente conocido como «izquierda» se hizo fuerte en los medios obviando lo más básico de este sistema putrefacto y criminal, su propia existencia. Así que hay que tirar de eufemismos y de una supuesta «normalidad democrática» dentro de un sistema en el que hasta la salud es un negocio porque el día que haya «normalidad democrática» todos los males se acabarán. No habrán ni dolores de muelas, ni sucios trabajadores oliendo a Brumel.

El parlamentarismo burgués tiene sus limitaciones, obviamente, y participar del circo conlleva que se consigan mejoras en la calidad de vida de la clase trabajadora, más aún cuando formas parte del gobierno. Formar parte del gobierno no es sólo hacerte una foto con tu cartera para enseñar a la familia cuando vienen a casa a comer, es hacer lo que prometiste. Pablo Hasél está en la cárcel, la ley mordaza sigue vigente; la policía dio palos el otro día en Linares, delegación del gobierno tuvo algo que ver. Si formas parte del circo, tienes responsabilidades y culpa, por acción o por omisión. Y ya no es una cuestión de pedir una Revolución o una Organización como Marx manda, ya es cuestión de que no nos tomen por tontos. Ayer era el Régimen del 78, anteayer el bipartidismo, hace unos meses La casta, hoy el problema es la anormalidad democrática. El problema nunca es el capitalismo.

Anormalidad democrática podría ser mantener a un condenado por fraude a la seguridad social como portavoz de tu grupo parlamentario autodenominado de izquierdas.

Pero vete a saber ya, igual eso es normal, será cosa de la vieja política y de la izquierda de Carrillo o algo así, lo más probable es que todo esto tenga que ver con el hecho diferencial español porque, como todo el mundo sabe, el capitalismo solo funciona mal aquí en casa.

Me la suda realmente, yo a estas alturas sólo espero que Rodríguez Galindo muriese tras una larga y dolorosa agonía, con eso ya vivimos en un mundo un poco más bonito.

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