Pues he vuelto a escribir algo. Después del permiso de paternidad, un ajustarse a unos horarios que hacen imposible conciliar la vida profesional con la familiar y personal y un proceso muy profundo e interesante de autocrítica. Os diría que la autocrítica no tiene que ver con la autoflagelación, pero sé que os la suda y ni me voy a molestar. El caso es que he podido volver a hacerlo.
El que también ha vuelto es Alberto Garzón, claro que él muchos problemas para conciliar seguro que no tiene y ahora que es familia numerosa lo tendrá aún más fácil con el bono social que seguro que no pedirá porque, claramente, él es un tío honesto y si lo recibe será por error que a día de hoy es una excusa cojonuda para justificar cualquier tropelía. Alberto ha vuelto por elecciones y no por lo de la bolsa de la compra que eso lo debe llevar su prima. Alberto vuelve porque ahora hay que sumar y más triste es de robar que de pedir. Si hace unos años había que confluir, ahora hay que sumar y mañana nos inventaremos otro giro del lenguaje para seguir en este ciclo electoral infinito que consiste en que los mismos actores se repartan cada vez menos cargos, las puñaladas sean cada vez más rastreras y, al final, se haga lo que dice el PSOE porque si se hiciesen políticas de izquierda puede venir la ultraderecha.
El panorama es como el puto día de la marmota. Todo el día ilusionándose y recuperando la esperanza y ahora sí que sí y dame tu dinero para la plataforma de la gente y ahora Vistalegre y mañana Magariños y aplaudid muy fuerte cuando salgan los telepredicadores y cagarse en los muertos del traidor/a de Pablo/Yolanda/Iñigo en función de en qué lado creas que estás (porque todos son el mismo) y después volver a venirnos arriba cuando deciden ir juntos de la mano a las elecciones y se olvidan los insultos y, por favor, arrancadme las orejas cada vez que vayan a decir algo del estilo «tanto ruido no nos deja hablar de propuestas» y sacadme los ojos cuando suban al escenario que toque en la gira para poner caras de mala leche por las políticas que ellos mismos han llevado a cabo, pero con las que no tienen nada que ver. Y vuelta empezar, hasta el infinito o más allá, hasta que solo quede en pie Jorge García Castaño.
Todas estas cosas tan recurrentes, hace no mucho, me sacaban de quicio y ahora ya me la sudan. El simple hecho de estar pendientes de su circo es formar parte del circo. La postura cómoda es la de ser oposición constante, la del odio como ideología y la de ponerse la medallita por el «yo ya lo dije» Venga, guay, os lo compro y poneros otra medallita que ya no os caben el pecho, pero eso soluciona lo mismo que Yolanda Diaz pidiendo responsabilidad a los empresarios.
Os llevo ya tantos años escuchando hablar a los que considero de los míos lo de «reconstruir» que, esto es lo malo, tengo la misma sensación cuando os escucho que cuando me da por ver cómo va la nueva temporada de «La izquierda a la izquierda del PSOE» Es como si vivir revolcándonos en la mierda de lo que pudo ser IU y no fue porque no nos dejó Podemos no es más que el principio de lo que pudo ser Podemos pero no fue porque no le dejó Sumar. No sé muy bien qué es lo que se pretende reconstruir, si os soy sincero.
Si realmente estamos interesados en hacer algo más allá de quejarnos y de señalar lo bobos que son en el bloque progresista a la izquierda del PSOE (que vete a saber qué siglas lleva para cuando esto sea publicado) tendríamos que fijarnos en toda la peña que está rebotadísima de Podemos, en los que estamos rebotadísimos de IU/PCE y en gente que ya dio el paso de organizarse que, si, ya sé que no tenemos altavoces en PRISA, ni en el último invento de Roures y lo de las dificultades, así que ahorrare meter aquí una frase de coaching del estilo «la dificultad es el primer paso hacia el éxito» y os dejo no sin recordaros que participar en foros de extremaderecha no es tener un altavoz, es ser utilizados por la extremaderecha.
Que digo que Garzón y yo volvemos a la vez, pero ambos estamos más guapos callados, eso sí, cuando yo hablo, al menos no sube el pan.
