Lupin y las cosas que el ladrón esconde

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Casi un prestidigitador, un auténtico caballero (a la antigua, entiéndase) y un manipulador de primera. Aquellos que se hayan acercado a la literatura del robo de guante blanco y no hayan leído la obra de Maurice Leblanc, ya están tardando. Yo leí sobre el personaje cuando era un chaval y lo recuerdo con cariño. Hay libros que envejecen peor que otros y estos, diría que se mantienen en lo justo, para no aburrir al público y no perder calidad literaria. Pero lo que vamos a ver es la serie que Netflix estrena, Lupin, que ya veremos que… le da una vuelta.

Lupin es un thriller francés de suspense, creado por François Uzan y George Kay para Netflix, estrenada el ocho de enero de 2021, que entrelaza la vida de un ladrón con la del personaje literario Arsene Lupin. Creada con solo cinco capítulos (de unos 50 minutos de duración) la primera temporada, y está confirmado que la segunda se estrenará en junio de este mismo año. Un inteligente giro de la productora.

La serie trata de una venganza personal, a través del robo, de Assane Diop, que hilvana su historia con la del propio Arsene Lupin, en el cual se inspira para cometer sus robos. La historia se irá complicando a medida de que los personajes implicados vayan reaccionando, según las tropelías que el moderno Lupin les va haciendo.

El reparto es maravilloso, empezando por el protagonista Omar Sy (Intocable, Inferno). El actor francés con descendencia mautitana y senegalesa, que empezó en el mundo de la Stand Up Comedy, se viene revelando como un gran intérprete dramático. También son destacables Shirine Boutella, una muy fresca actriz, que sorprende por su naturalidad y su solidez como la teniente Sofía. Y Vincent Garanger, en el papel d comisario, que aporta esa chispa de la vieja escuela que da redondez a los personajes.

Lo mejor, es una serie entretenida y sorprendente, no deja al público adelantar lo que más lógico parece (muy a lo Leblanc).

Lo peor, puede parecer un tanto frívola, sin embargo, no hay que escarbar mucho para ver el verdadero trasfondo.

Porque el trasfondo está ahí, en la historia principal. Francia es un país que, a día de hoy, sigue pagando su pasado colonialista. Y lo hace con una sociedad en conflicto, con racismo enquistado. Como indica el activista Luc Pechangou “El privilegio de los blancos es real. Los blancos tienen acceso a empleos. No los detiene la policía. No tienen que preocuparse por lo que traen puesto o si llevan sus identificaciones”. Estamos ante la segunda e incluso tercera generación de no caucásicos que nacen en el país vecino y los conflictos raciales se suceden diariamente.

La justicia social brilla por su ausencia. “La gente nos mira con sospecha. Nos preguntan qué estamos haciendo. Cuando tomo el transporte público, debo mostrar lo que llevo en la mochila. No es justo vivir así”, dice Pechangou. Y no lo es. Sobre todo, en un país que no se preocupa por ello, donde la extrema derecha no entiende que estos negros, árabes, etc., son tan franceses como ellos.

Donde una ministra negra (Christiane Taubira), habla de que existe una discriminación estructural dentro del sistema francés. Y la serie lo retrata, aunque bien es cierto que le dan lo único que le pueden dar al protagonista, porque si no, sería faltar a la realidad. Es un brillante, pertinaz y habilidoso… ladrón.

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