La revolución de los niños rata

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Le estamos dando a nuestros hijos carroña para que se entretengan. No hace falta ser un genio para ver a dónde se dirige esta sociedad.

¿Pero esto de dónde sale? ¿Son los soldados del “Dios Mass Media” los que están haciendo de nosotros una masa sin corazón? ¿Son ellos los que están convirtiendo a nuestros hijos en zombis babeantes que solo ven a través de una pantalla?

Es más cómodo culpar al otro, al “niño rata” youtuber que no la ha doblado en su vida, al mandril liberal  que se ha convertido en un santo al que venerar, o al famosete dicharachero que se lanza a los brazos de las teorías conspiranoicas en las redes sociales…

¿Pero nosotros dónde nos quedamos ahí? ¿En qué lugar nos deja que nuestros jóvenes y no tan jóvenes alaben a esta panda de anormales?

Cuando veo algo jodido, lo primero en lo que pienso es ¿qué posición ocupo yo respecto a la susodicha jodienda? Y en este caso nosotros somos responsables de lo que ven y hacen nuestros hijos, y ellos serán responsables una vez tenga la edad suficiente para decidir. Pero claro está y recordando a Sartre con lo que nosotros hayamos hecho de ellos.

Es más fácil darle una tablet y ponerle vídeos en YouTube que ponerse con ellos a dibujar o sentarse en el suelo para interactuar con sus juegos y libros. Que sea más fácil es discutible, pero que eso va a ser condicionante para el resto de su vida es muy posible.

Pero como todo en esta sociedad absurda, lo fácil, rápido y cómodo termina siendo lo peor. Por que lo cómodo es volver a casa del trabajo en Uber, desbloquear el “Face Id” del teléfono bajándote la mascarilla, abrir la app del restaurante de comida rápida y que te la traiga a casa un repartidor de Glovo antes de que tú llegues y que encima te esté esperando en la puerta lloviendo. Después entrar en tu casa, meterte en la bañera hasta arriba de agua y espuma, para cortarte las venas con tu tarjeta de crédito favorita. Así se resumiría el tipo de vida que da valor a estos idiotas.

Puedo decir que debido al trabajo con el que me gano el pan, cuento con la suficiente experiencia en estas historias. Y puedo asegurar que lo que estos gilipollas dicen acaba siendo lo que la gente acaba pidiendo. Cuando llega a la tienda (una silla gaming, un teclado o un ratón. Productos estrellas que exponen estos petardos constantemente) por lo tanto lo que estos dicen es lo que la gente acaba creyendo. Y esto es tan peligroso como darle a un mono una pistola.

No se meten en tu casa de perfil entre gracieta y chascarrillo. Les abrimos las puertas nosotros mismos. ¿Y por qué hacemos tal cosa? Porque nosotros mismos somos los primeros en estar con la cabeza enterrada en el móvil todo el santo día. Somos un ejemplo genial.

Ahora nos llevamos las manos a la cabeza por que un producto del capitalismo se lleve su dinero a donde menos tributa. Pues claro ¿qué esperábamos?

Estamos creando una sociedad individualista, donde la única vía de comunicación existente es la digital. El que sea padre que me diga si no ha tenido que aceptar que su hijo acabe formando parte de la comunidad “Fortnite” para poder interactuar con sus amigos. Así no ser el rarito que no comparte la misma afición que la mayoría. Esto no es culpa de los niños ni de los youtubers, si no de nosotros los tutores.

Ofuscarse porque un youtuber tenga seguidores incondicionales diga lo que diga, robe, haga el pamplinas vejando a trabajadores o se valla a evadir impuestos a la vuelta de la esquina o a la otra parte del mundo. Sería lícito si no contáramos con una de las mayores aficiones del mundo en el deporte del fútbol y sus futbolistas que hacen exactamente lo mismo.

Así que el problema no es el del niñato que no quiere pagar a hacienda, si no en la sociedad que aún sabiéndolo lo ve bien y el que lo ve mal dentro de un par de días ya está liado con otra cosa nueva. Ya que en nuestra época las noticias persiguen al público más que el público a la noticias.

Ahora nos podemos indignar o nos podemos cabrear, en mi casa somos más de cabrearnos pero esta vez con nosotros mismos. Porque somos los responsables de que esta gentuza entre en nuestras casas y se llene los bolsillos.

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