La educación sexual I

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¿Os suena de qué va? ¿La habéis recibido en casa, en el colegio, de los amigos? Sí, seguro que sí. No digáis que no, que nunca nadie os ha hablado de sexo, sexualidad o “de eso”. Es imposible no haber tenido educación sexual en la vida; otra cosa es cómo ha sido esa educación sexual. Todos la hemos recibido y es imposible no haberla tenido, como es imposible no tener sexo o respirar. Va con el cuerpo. Es un pack. Nacemos con sexo y, aunque os suene extraño, con educación sexual incorporada.

Veamos un ejemplo de cómo se ha vivido la educación sexual en España, y para no remontarnos mucho, ya habrá tiempo en otras entregas de esta serie, veamos una historia que ocurrió en Etxarri-Aranatz en 1982, pero que igual habría podido ocurrir en Salamanca que en Alcoy. Quizá os suene a muchos esta historia, sobre todo a los docentes.
https://elpais.com/diario/1982/03/21/espana/385513206_850215.html

Un niño de 11 años pinta a Epi, su maestra, y Mikel, el compañero de Epi, también profesor del centro abrazados y besándose. Hasta ahí bien, sin problemas. Los dibujos de los niños se exponen en la pared de la clase de Epi y pasan varias semanas hasta que forman parte del paisaje y nadie repara ya en ellos. Se llega a las vacaciones de Navidad y allí se quedan los dibujos. A la vuelta siguen colgados pero con un añadido: Alguien, quizá un niño, ha dibujado dos trazos a la altura de los genitales de la pareja besándose que se podrían identificar con un pene. Y en esas vacaciones han entrado en el colegio y hecho unas fotos a los dibujos -con el pene añadido- que acaban en la mesa del gobernador civil de Navarra, que monta un Cristo, y eleva al subsecretario del Ministerio de Educación una propuesta de expediente disciplinario a los dos profesores y al inspector de la zona, y multa económica. Se lía buena. En fin, un desbarajuste de mucho cuidado por un dibujo con dos líneas entre dos cuerpos que todos vieron como un pene.

Cualquier otro dibujo sin penes ni tetas habría pasado desapercibido, aunque fuese el de una recreación de La matanza de Texas, pero uno que ligase beso y sexo era más de lo que algunos podían ver sin alterarse. Se calificó el asunto de enseñanzas aberrantes las que se impartían en ese centro. El hecho llegó a la prensa y de ahí a todo el país. Los defensores de la moral se escandalizaron y los de la libertad de expresión defendieron a los maestros, al colegio y se volvió a hablar de la “necesidad urgente de una educación sexual en la escuela”. Otros añadían que en la familia también, y había quien en la familia, sí; en la escuela, no; en la escuela sí; en la familia, no. Y al final nada, de nada, como siempre en este asunto en España. Que cada vez que se toca se lía buena.

Y luego está cómo la llamamos, si Educación sexual, si Información sexual, si Educación afectivo-sexual… Que parece que es lo mismo con tal de que se haga, pero ni por asomo da igual. Lo que pasa es que nos perdemos en cómo llamarla, dónde darla y de ahí no salimos salvo excepcionales experiencias locales. Si años después se montó un buen lío con lo de la Educación para la Ciudadanía, a cuenta de que era adoctrinamiento ideológico, con esto es que se echan al monte las castas mentes de la patria en cuanto les sacas de las abejitas y las flores.

Y mientras tanto, la Educación sexual sigue “impartiéndose” como siempre se ha hecho: niño, no te toques; niña, cruza las piernas; niña, ahora ten cuidado con los chicos, que ya era una mujercita; mira que revista tengo; pues ayer vi en internet… Porque esa ha sido y es la Educación en la inmensa mayoría de los casos: miedo, medias palabras, (des)información impresa o visual, como la del porno…  En definitiva: Un desastre.

Ayer y hoy son los amigos, las revistas -antes-, y sobre todo, ahora, internet, el que “informa” sobre eso que creen es la sexualidad y cómo son los comportamientos que se esperan de un chico o una chica. Y esto se sabe desde hace decenas de años, y desde hace decenas de años el debate se abre, reabre, se enquista y escandaliza hasta llegar a las propuestas de los “pines parentales” –vulgar censura previa- que ahora la derecha más ultramontana quiere instaurar en los colegios para cualquier contenido educativo y especialmente para todo lo que haga referencia a la sexualidad y los valores de igualdad.

Las pocas veces que ha habido Educación o Información sexual en un colegio ha sido en la mayoría de las ocasiones por miedo. Ha saltado esa necesidad cuando ha habido un embarazo en una adolescente, han pillado a unos chicos tocándose con compañeras, han descubierto un vídeo pasado por alguna RRSS entre los alumnos… Entonces saltan las alarmas y se propone la educación sexual como panacea al embarazo adolescente, al consumo de porno, al acoso sexual en la escuela. Tarde, cuando se llega a plantear que hace falta educación sexual por esos motivos ya es tarde y sirve de poco o nada, porque lo que se está viviendo en esa escuela en esos momentos es la consecuencia de una educación sexual de años basada en las medias palabras, la ocultación y el creer que ya habrá tiempo de hablar con los chicos/as cuando les llegue la hora; que aún es pronto para que entiendan «esto».

Pero llegados a esta situación lo que se hace es organizar unas charlas apresuradas, casi siempre a cargo de un médico, para hablar de las enfermedades o infecciones de transmisión sexual, de los embarazos no deseados, cuatro cositas sobre la pubertad, la menarquia y para de contar. Hasta la siguiente. Nunca o casi nunca se habla del cuerpo como fuente de placer, del sentirse a gusto con el propio cuerpo, de la exploración del mismo, porque como se haga, y en las ocasiones que se ha hecho, antes o después, alguien pondrá el grito en el cielo porque les enseñan a masturbarse. Y vuelta al lío. Y como se hable de la homosexualidad apaga y vámonos.

Ahora, como en decenas de veces anteriores, el Ministerio de Educación y el de Sanidad están pensando en que “la promoción y educación para la salud afectivo sexual quede incluida de manera transversal y efectiva en todas las etapas educativas». Ya veremos en qué acaba, porque hasta la fecha cualquiera de las intentonas, como la que se incluyó en Educación para la Ciudadanía o las que se desarrollan por iniciativas particulares, acaban chocando con el mismo escolló: De qué hablar. Si se habla de biología reproductiva, de genitales la cosa no presenta mayores problemas y aun así hay que ir con pies de plomo y presentar el temario y hasta la última coma de qué y cómo se va a hablar de “esa sexualidad tan pacata” a los chicos y chicas; que como plantees el asunto del sexo oral o anal en la prevención de las infecciones de transmisión sexual se arma la marimorena y los padres y madres se escandalizan hasta lo indecible, como si por no mencionarlo sus hijos fuesen a dejar de hacerlo. Y para qué más si se trata el sexting o la masturbación: te cierran el curso y ponen en la calle.

Y aquí se produce un fenómeno curioso: Padres y madres que ni en sueños se les ocurriría poner en cuestión los contenidos de matemáticas, química o geografía, por pura ignorancia, con el tema de la sexualidad se creen expertos que pueden decir qué es correcto y qué no, qué es adecuado a qué tipo de alumnos y qué no. Todos se creen un cruce entre Masters y Johnson y Lorena Berdún. Y lo que dicen sienta cátedra y hacen y deshacen el temario hasta que queda una cosa “mona” y digerible hasta por un párroco de aldea y pasa el filtro de los pines parentales. Qué importa que los profesionales en educación sexual digan que eso no es así. Si se quiere dar educación sexual se hace como dice el AMPA o no se hace.

Hoy, el Ministerio quiere integrar en la Estrategia Nacional de Salud Sexual esa necesaria educación sexual buscando un «rotundo consenso de la necesidad de reforzar la salud afectivo-sexual en el entorno escolar». Se quiere recuperar algo de lo que contemplaba la LOGSE en 1990 de manera transversal en diferentes asignaturas y luego la LOE de 2006, hasta que la LOMCE del PP eliminó todo en 2013. Mientras, seguiremos con lo mismo: acciones particulares en alguna escuela intentando poner coto a las ETS, embarazos en adolescentes, homofobia, sexismo…  Porque en España no hay un programa oficial de educación sexual en su sistema educativo. A lo mejor, porque tenemos 17 sistemas educativos, que esa es otra. Y cuando se hace algo a nivel autonómico salen cosas como la “Guia d’educació sexual Els nostres cossos, els nostres drets” de la Comunidad valenciana, de marcada tendencia queer, que indigna y con razón a las feministas de La Plataforma Front Abolicionista del País Valencià y del resto de España.

https://www.publico.es/sociedad/guia-gobierno-valenciano-educacion-sexual-adolescentes-indigna-colectivo-feminista.html

¿Y en la Unión Europea cómo van las cosas? Pues en Suecia desde 1955 es asignatura obligatoria en la enseñanza, en todos los niveles. Aquí llevamos 65 años de retraso, y los que nos quedan. Luego vino Alemania en 1968; en 1970 Austria, Dinamarca y Finlandia; Luxemburgo en 1973 y Noruega en 1974.

En Alemania la educación sexual se considera un deber del Estado aparte de que sea una responsabilidad familiar. Llega a tal grado ese deber que por ley los länder están obligados a promover la educación sexual usando un catálogo educativo de nivel nacional de la Central Federal de Educación en Materia de Salud (BZgA), creada en 2003, que funciona como un centro especializado de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Y las familias no pueden negarse a que se imparta esa educación sexual ni a plantear “pines ni pones parentales”. Sí reciben las familias una información al inicio del curso, pero no pueden negarse a que sus hijos o hijas acudan a esas clases. Y si lo intentan hay una ley estatal que les puede sancionar con multas de hasta 5.000 euros. Igualito que aquí.

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