Jaime Cedano Roldán
En Bolivia se ha realizado en forma relativamente tranquila el traspaso del poder. Un hecho de especial importancia, tras un golpe de Estado ejecutado con violencia, amenazas, encarcelamientos o el exilio de quienes gobernaban. Los despojados, los expulsados han vuelto al poder, y lo han hecho por medio de unas elecciones. Esto es algo a tenerse en cuenta, un hecho político que requiere un especial reconocimiento para Evo Morales y su partido el MAS, a los movimientos sociales y a todo el pueblo boliviano.
Cuando el golpe, renunciaron a aferrarse al legítimo poder que ostentaban y salieron al exilio, para según Evo Morales, evitar la violencia y más muertes, y para cuidar sus vidas y el proceso de cambios.
Y 11 meses después han vuelto.
Podían haberlo hecho antes, haber expulsado a la usurpadora mediante una Huelga General o un gran levantamiento popular, tenían la fuerza para hacerlo, pero no lo hicieron, prefirieron esperar, y esperaron, fueron a las elecciones, evitaron que las postergaran, y las ganaron. Y las ganaron con tanta contundencia que al gobierno de facto no le quedó otra alternativa que reconocer su victoria, y también la comunidad internacional, empezando por los que en forma arbitraria aceptaron el golpe, o con cobarde complicidad miraron para otro lado.
Lo acontecido en Bolivia, y el momento en que se ha producido, es muy especial para América latina. Después vendría el plebiscito chileno para enterrar la constitución pinochetista, y la derrota de Trump, que aunque socialdemócratas y republicanos son parte del gran imperio y en el imperio miran a la América latina como su patio trasero y con los lineamientos de la doctrina Monroe de “América para los americanos”, entre Trump y Biden hay algunos matices, pequeñas diferencias. Sin hacerse ilusiones con el gobierno Biden- Harris hay matices, pequeñitas rendijas donde puede actuar la política, por algo la ultra derecha trumpista está un poquitín preocupada. Pero nada llegará gratis, nada será regalado. Esto en América latina se sabe muy bien.
Hay un nuevo hecho político en América latina sobre el que hay que juntar información para poderlo analizar bien, se trata de la destitución del presidente del Perú Martín Vizcarra, por corrupto, será sustituido transitoriamente por el presidente del parlamento. Las voces que se levantan desde los movimientos sociales es que se vayan todos, y señalan la destitución como una pelea de corruptos y ninguna confianza tienen en Merino, el presidente del parlamento que lo va a sustituir.
Lo que se evidencia en el marco regional latinoamericano es la crisis del “Grupo de Lima”, auspiciado por Donald Trump para impulsar la recomposición neoliberal ultra-conservadora.
En el acto de posesión salió a la luz la declaración de La Paz, suscrito por diversas fuerzas progresistas que se plantean “a defensa de la democracia, la paz, los derechos humanos y la justicia social frente a la amenaza que representa el golpismo de la ultraderecha».
La soledad de Iván Duque en el acto de posesión de Luis Arce fue muy notoria. Mientras que desde la frontera argentina Evo Morales iniciaba el regreso triunfal a su país, once meses después de haber partido al exilio.
Escuchemos un fragmento del extraordinario discurso del nuevo Vice presidente de Bolivia, David Choquehuanca, postulante a filósofo, pero ante todo un histórico líder indígena y sindical, un discurso que une perfectamente, dialécticamente, el buen vivir con el buen gobernar.