«La Revolución no se lleva en la boca para vivir de ella, se lleva en el corazón para morir por ella» Che Guevara.
No sé si estaré a la altura, pero permitidme parafrasear a una pésima pensadora, pija y vividora de la política: En el duro reparto de tareas de todo revolucionario, a un grupo de «camaradas» les dio por dar puntos Lenin a luchadores antifranquistas, a una organización a la que han estado parasitando durante años ella y sus amigos, a todo un grupo de militantes honestos que, ¡oh, sorpresa!, no tuvimos los puntos Lenin necesarios para diluir al poquito movimiento obrero que aún daba caña en una puta mierda ciudadanista, transversal y, ante todo, anticomunista. Y quien dice que no tuvimos los puntos Lenin necesarios, quiere decir que decidimos que nuestro ojete ya estaba bastante dilatado y que el chorromoco desclasado del Garzopodemismo se lo iba a tragar su puta vieja. Y, si, lo decidimos sabiendo que eso no nos iba a dejar vivir de los suculentos sueldos que ofrece el capitalismo a aquellos que quieran ser sus gestores sin tocar los mimbres básicos en los que se sustenta por más pins antifascistas que luzcan en sus solapas, más gifs de Angela Davis puño en alto compartan en sus redes sociales o más «pacíficos opositores venezonalos» su gobierno ayude a escapar de la justicia bolivariana. Nosotros no necesitábamos vivir de la política, ni lo necesitábamos ni queríamos. Porque militar es otra cosa, otra cosa como lo es la izquierda, militar conlleva la posibilidad de la responsabilidad de que algún día te toque ser el representante de tus compañeros y camaradas aunque tú no quieras y ese día más vale que estés a la altura de quien te ha puesto ahí, estar a la altura de la organización que confía en ti y, más que nada, de los camaradas que se parten el lomo todos los días en sus casas, con sus familias y en sus puestos de trabajo por hacer el hilo rojo de la historia un milímetro más largo contra viento y marea.
Y, bueno, como no éramos lo suficientemente revolucionarios (con revolucionarios Sira y sus amigos quieren decir vendidos así como traducción rápida) pues hemos tenido que asistir a la lamida de culo al imperio que le han brindado estos «camaradas» (cuya tarea principal en ese duro reparto de tareas viene a ser la de poner su número de cuenta bancaria a fin de mes) al camarada Biden, responsable de bombardeos por doquier y a la camarada Harris, sionista y clasista reconocida aupada al poder, entre otros, por el señor Trump convertido ahora en la derrota más absoluta al nazifascismo desde que VOX perdió la moción de censura (de Stalingrado o Berlín no hablamos que eso es de pollasviejas).
En eso ha quedado lo de la responsabilidad ante la tarea revolucionaria de representar, no sólo a tus camaradas, no sólo a tu organización, no sólo a tus votantes, si no a los intereses de la clase trabajadora en su conjunto.
Era tan sencillo como alegrarse de la derrota de Trump, claro como no ¿qué somos si no lo hacemos?, y no poder alegrarse de que los trabajadores estadounidenses tengan que elegir entre querer más a mamá o a papá odiándolos a los dos.
La normalización del mal menor como lo aceptable nos lleva a que cuando se abra el proceso de elección de la nueva dirección del IU se pueda elegir entre unos arribistas, otros arribistas o aquellos que dejaron de ser molestos cuando hubo reparto de cargos. Porque, salvo honrosas excepciones (muy honrosas), con esta gente no deberíamos ir ni de cañas aunque paguen ellos (que para algo tienen buenos sueldos), nada se podrá construir o reconstruir o como lo queráis llamar con esta gentuza de por medio y eso será así también la próxima vez que llamen a la unidad de todas las izquierdas para garantizar la unidad de sus culitos al cómodo sillón de servidores públicos.
Sólo desde las cenizas que dejen estos niñatos soberbios, que no han conocido en la puta vida la humildad de tener que pedir ayuda para llegar a fin de mes, se podrá volver a intentar avanzar en derechos sociales y laborales. Eso nunca se logrará con una panda de chupaculos al mando.
Vamos, que me tienen otra vez la ulcera contenta con lo tranquila que la tenía desde que me mude a Pucela, hay que joderse. A ver si los militantes honestos que aún quedáis ahí dentro les dais una buena patada en el culo que les lleve del tirón al PSOE y a ver si los que estamos fuera somos capaces de organizarnos, ya sea en organizaciones ya existentes o en nuevas que por pequeñas que sean puedan dar lugar a algo que haga de alternativa real al capitalismo malo Vs capitalismo amable que nos quiere vender como normal la «camarada» eurodiputada.
OTAN no, bases fuera. Que no se nos olvide nunca.