Simbólica, pero importante victoria de Cuba en la Asamblea General de la ONU del pasado 2 de noviembre, en la que se votó la condena del bloqueo estadounidense de la isla caribeña. Ya van 31 asambleas generales seguidas en las que el plenario de Naciones Unidas condena el intervencionismo de EEUU; esta vez, por 187 votos a favor, 2 en contra (Israel y los propios EEUU) y 1 abstención (Ucrania).
Y es que aunque todos sabemos la nula vinculación de las resoluciones del alto órgano internacional, esta victoria pone de manifiesto la vergüenza histórica de una injerencia imperialista que tuvo su inicio en 1960 bajo el mandato de Dwight D. Eisenhower. En medio del genocidio que está llevando a cabo Israel, así como del conflicto entre Rusia y Ucrania, esta votación pone de manifiesto el aislamiento internacional de la política exterior de EEUU, que solo cuenta con el apoyo de aquel que lleva a cabo sus mismas políticas contra la población civil palestina y con la abstención de aquel que necesita de armamento para seguir combatiendo al otro lado del muro.
Entre las intervenciones en la Asamblea General, destaca la del canciller cubano Bruno Rodríguez, que se dirigió al plenario para que apoyase «la razón y la justicia».