Debe ser que no hemos aprendido aquello de que «la ideología dominante es la de la clase dominante» o debe ser que ser antifascista es sólo llevar una cami guapa con eslogan de mierda pero jocoso o, a lo mejor, sólo nos hemos vuelto gilipollas.
A mi, personalmente, me gustaría que el gilipollismo fuese la ideología dominante, yo qué coño sé: qué tonta es Ayuso, qué idiota era Aguirre o menudos pedos se pilla Rajoy. Así sería facilísimo, seriamos todos podemitas y la lucha de clases no sería más que un ring en el que demostrar quién es el más listo, quién habla más idiomas o quién tiene más títulos universitarios. Qué fácil, ¿no?
La movida es que la ideología dominante en un mundo «sin ideologías» es el anticomunismo. El anticomunismo como motor de la historia. ¿Queréis derechos?, pero ¿qué coño sois? ¿Comunistas? Sí, amigo, somos comunistas y no queremos derechos ni pollas: LO QUEREMOS TODO.
Debe ser que eso lo hemos olvidado, lo que viene ser aquello de ser de izquierdas. Aquello de que las clases dominantes laman huevos obreros. Aquello de que el que no curra, no come.
Hace muchos años que un tío con algo de cabeza dijo aquello de que «un fantasma recorre Europa» y después, sus ideas cambiaron el mundo para siempre. Por primera vez un filósofo o economista o cómo le queráis llamar pone a los desposeídos en el centro del puto universo, por primera vez alguien con cerebro nos dice que esto va de cambiar el mundo y no de explicarlo.
Porque ya está bien se señalar los problemas que genera este puto sistema económico genocida en la clase trabajadora, ya está bien de reprochar a lo otros (a los putos cerdos) lo malos que son, llega el momento, y más estando en el gobierno, de tomar medidas.
El anticomunismo es la normalidad. Hagamos que el comunismo sea la nueva normalidad esa y a tomar por culo. Que quieres llamar a mi viejo terrorista, cojonudo, yo te nacionalizo Alcoa y lámeme la polla. Es así de sencillo.
El problema de verdad, es cuando queremos hacer pasar por meritocracia (capitalismo de rostro amable o como lo queráis llamar) a que Eduardito Garzón tenga un sueldito de varios miles solo porque su hermano es quien es. Eso no es meritocracia, eso es endogamia.
La izquierda, la de verdad, es ante todo crítica. Esta izquierda que nos han impuesto los medios es tan anticomunista como VOX, tan anticomunista como la actual cúpula de dirigentuchos del PCE, les suda todo la polla salvo sus miles a fin de mes y, por favor, a Enrique no le llaméis comunista piromano que hacéis llorar al Niño Jesús. La izquierda que te llama a un frente antifascista para que le pagues su piscina en la sierra es derecha.
El fascismo es odio y egoísmo. El egoísmo que esparcen los «qué hay de lo mío» que promulgaban en el 15M y en el mayo del 68 antes de eso. El fascismo es anticomunismo porque sólo el comunismo puede acabar con las clases, sólo el comunismo tiene un plan B para la humanidad.
¿De verdad queremos dejar ese plan B en manos de unos anticomunistas como Garzón y sus amiguis? ¿De verdad? Pues démonos por jodidos y dejadme ir a Pucela con mis cosas y mis amores que lo único que nos separa del nihilismo, como dice mi querido Dani, es el Leninismo.
Lo demás es antitodismo.
Y, de regalo, Carlos Sánchez Mato tiene de honrado lo que yo de Checoslovaco. Seguid dando cuartel a los anticomunistas porque Stalin no sé qué, que mañana al fascismo lo aplastará Marta Higueras. Igual es que el gilipollismo es la ideología dominante y yo aquí de birras.