Ministro por Sorpresa

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Llevo varias semanas escribiendo un artículo, pero casi siempre que lo voy a terminar la realidad suele haberlo superado. Con la reciente epidemia del coronavirus me ha pasado varias veces. No voy a analizar aquí la gestión del gobierno en momentos tan difíciles. El tiempo dará y quitará razones, aparecerán estudios fundamentados y los científicos sacaran sus propias conclusiones sobre qué y cómo debió hacerse.

Al respecto, os puedo añadir mi sensación personal y poco más. Entre Boris Johnson y el «Gobierno más a la izquierda de Europa» no se ven muchas diferencias en cuanto a las medidas concretas que se han tomado. Gestión de la crisis en función de las necesidades de construcción del neoliberalismo, podríamos llamarlo.

Sí se pueden establecer diferencias en cuanto a la política de comunicación entre unos y otros. En eso el «Gobierno más a la izquierda de Europa» sí se ha esmerado bastante. La sociedad del espectáculo necesita sus políticos para el espectáculo. Hemos salido casi a comparecencia gubernamental diaria, la mayoría de las veces para no decir casi nada o lanzar mensajes propios de campañas electorales.

También han hecho mucho énfasis en los bulos y fake de la extrema derecha. Y es que esto funciona más o menos así, si no hay confrontación real de ideas y de proyectos hay que hacer como que uno se pelea mucho al menos verbalmente y así se han estado lanzado puyas por redes sociales unos y otro. Importante también destacar la inversión de roles, según le toque a «progres» y «fachas» ser gobierno o oposición en las comunidades autónomas. Si unos piden lealtad a la oposición en el gobierno central, su sucursal autonómica en la oposición hace lo contrario. Y viceversa. Porque ademas de bulos de la extrema derecha, ha habido bulos de los «progres» como ese de que no te podían despedir por la epidemia o de que el nadie se quedaría desamparado y sin ingresos por el impacto del virus.

Pero de todas formas, en este berenjenal infeccioso, hay una luz que brilla con luz propia. Alguien que 48 horas antes de que se decrete el estado de alarma, es capaz de afirmar sin rubor que es imposible limitar la libre circulación de personas, porque «es incompatible conculcar los derechos humanos con la lucha contra la epidemia». Alguien que en mitad de un confinamiento con toda actividad lúdica, social, cultural y productiva (casi) parada, alza la voz para reivindicar el éxito de sus medidas contra el juego y las apuestas. Quien un día hace sesudos análisis teóricos sobre política monetaria y al día siguiente, cuando su gobierno se baja los pantalones ante los funcionarios de la UE y el Banco Mundial se queda calladito. Que un día te recomienda libros en inglés y al día siguiente te propone discutir sobre cine en Semana Santa. Y que para rematar el confinamiento, desde su ministerio te propone una guía de buenas practicas «para comer sano y sostenible» con formato imbécil-youtuber, que oye, chistecitos sobre «La vida de Brian» con 15 mil muertos sobre la mesa pueden hacerse, pero ¡que es eso de hacer la compra conforme a tu nómina menguante, sin criterios de ecosostenibilidad, puto currela!

Si esta persona, además de esto dice que es comunista, yo creo que tengo el derecho a decir que ese tío es imbécil. Alberto Garzón, el ministro imbécil que en mitad de la peor crisis que se recuerda cada vez que intento asomar la cabeza fue para cagarla. Alberto Garzón, que siendo Ministro de Consumo, no hizo nada para asegurarnos el consumo de lo más básico porque para eso esta el mercado. Que no tomó ninguna medida contra los grandes monopolios, Alberto Garzón, el ministro de si detecta usted un precio abusivo mande un e-mail al ministerio, Alberto Garzón, pida usted un bono de mi ministerio si no puede pagar la luz, un bono que tarda varios meses en tramitarse después de pasar un proceso parecido a una de las doce pruebas de Asterix, Alberto Garzón el ministro que acabó con las apuestas deportivas y sacó pecho cuando no había deportes a los que apostar. Alberto Garzón, hay veces en los que es mejor esconderse un rato, que tratar de salir todo el tiempo en la foto, tu fulgurante carrera puede parecer una prueba de lo contrario, pero no.

Nunca antes había causado tanta vergüenza durante tanto tiempo a la gente de su organización. Vergüenza ajena que rematamos este lunes con la vuelta al trabajo cuando no existen condiciones de seguridad y salubridad necesarias, porque Garzón será ministro, incluso estará en desacuerdo con esto, pero aquí quién manda es la CEOE y Ana Patricia Botín, y la alegre cuchipandi de Alberto y Pablo solo son unos palmeros exóticos que fungen como bonitos adornos.

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