En primer lugar, señor Sánchez, que hasta donde sabemos, aún es el actual presidente de un intangible Gobierno de coalición, ¿considera un acto de respeto a la ciudadanía española tomar semejante decisión, nada menos que dejar en suspenso sus funciones como presidente durante 5 días, y después ya se verá…, sin previamente haber hablado y planificado con sus socios de Gobierno, y con todas/os los cargos ministeriales, cómo se le explicaba su situación personal a la ciudadanía, y cuál era la manera más adecuada de hacerlo?.
A ver si entiende de una vez que tiene que sustituir la egocéntrica fórmula “yo, y en función de eso el país”, por la democrática fórmula “el país, y en función de eso mis ministras/os bajo mi guía como presidente”.
Un presidente o una presidenta consciente de sus obligaciones democráticas no tiene que ser un robot sin sentimientos, o un ser condenado a renunciar a su vida personal y familiar.
Pero sí ha de ser una persona que debe aprender a pensar y a valorar el peso de sus decisiones atendiendo a un plural muy amplio.
Y situándonos concretamente en su caso, el individuo Sánchez, frente al Presidente Sánchez, ha de saber desde el primer momento que toma posesión del cargo que tiene un margen de actuación personal mucho más reducido, hecho del que debe ser plenamente consciente su entorno familiar más cercano, ya que se ve directamente concernido y afectado.
Oiga, usted se ha presentado a una reelección para el cargo de Presidente del país hace unos meses, ¿y no tenía trabajado nada de todo esto a nivel personal y familiar?.
Aunque ante su deplorable decisión de eludir el derecho democrático de la ciudadanía a ser informada a través de los medios de comunicación, y en su lugar recurrir a la red social X para “hacernos llegar su estado de ánimo”, convenientemente aderezado con unos toques de ventajismo político que son su especialidad, aún me surgen otras dos preguntas, ¿para usted qué significado tiene gobernar en coalición?, y, en el caso de seguir Pablo Iglesias como socio de su Gobierno, ¿lo habría tratado con el mismo desprecio que ha mostrado públicamente a Yolanda Díaz durante este episodio de histrionismo desbocado?.
Porque no puedo valorar de otra manera este pésimo enfoque tanto personal como político de quien ostenta la presidencia del gobierno, aunque no voy a ocultar que mi disposición para valorar con objetividad sus actuaciones políticas se encuentre bastante maltrecha, después de ser testigo directo del descrédito y la suplantación que usted, como máximo responsable de la política gubernamental tanto del anterior Gobierno de coalición como del actual, ha permitido que se instalara sobre el ideario político Feminista, así como de la desidia con la que se ha contemplado la persecución, difamación, cancelación y violencia que los ultras trans (trans-formistas) y los ultras con (con-formistas) han ejercido sobre mujeres Feministas.
Usted se duele del tratamiento sufrido por parte de sectores ultras, alude a fachosferas y fangos diversos, ¿y quién estuvo gobernando entre los años 2004 y 2011, y tuvo en sus manos la responsabilidad política de afianzar los valores de la convivencia igualitaria entre los sexos y de la justicia social, que ya se veían en peligro por la voracidad depredadora del pensamiento neoliberal y por el simplismo crítico del pensamiento posmoderno?. Pues alguien que llevaba el simplismo político de serie, el señor Rodríguez Zapatero, ese espejo en el que ahora la actual dirección del PSOE parece mirarse. Y así les va.
A usted le duele la repercusión que a través de usted incide en su entorno familiar, ¿se paró a pensar en la que afectaba a mujeres como Irune Costumero, Juana Rivas, o María Salmerón, por citar los casos que más incidencia en prensa han tenido?. ¿Y sabe por qué estas mujeres han sido víctimas del encarnizamiento judicial?. Porque debido a la insolvencia política que demostró su “maestro” Rodríguez Zapatero y que usted también ha demostrado, llevamos desde el 2007 esperando la implementación en el estamento Judicial de las directrices establecidas por la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, que obliga a los operadores jurídicos a formarse en la comprensión y detección de la violencia Patriarcal alimentada por el maldito género.
Que al gobierno de Mariano Rajoy no le interesara implementar esta Ley orgánica era esperable, pero la insolvencia de sus dos Gobierno de coalición ante el grave repunte del ideario social Patriarcal es inaceptable.
Debido a ello numerosas mujeres Feministas han sufrido una carga de violencia a través de los medios de comunicación y las RRSS que nunca debió producirse, y que buscaban erosionar su imagen pública, pero cuando el Movimiento Feminista y mi partido, PFAC, las denunciamos, su Gobierno miró hacia otra parte o, lo que es más grave, las alentó.
Usted tiene en su mano numerosos y potentísimos recursos, como claramente podemos comprobar, para hacer frente a situaciones que le causan sufrimiento. ¿Pero se paró a pensar con qué recursos contaban Lidia Falcón, Carola López Moya, Amelia Tiganus, Amelia Valcárcel, Alicia Miyares, Ángeles Álvarez, Juana Gallego, Tasia Aranguez, Silvia Carrasco, o Marcela Lagarde, para hacer frente a la persecución, la maledicencia y difamación de las que han sido objeto?.
Pues está claro que no, porque la decadencia del pensamiento crítico que arrastra la posmodernidad ha calado hasta el fondo en los partidos progresistas que, como el suyo, han estado utilizando el feminismo como un complemento sociológico del que extraer votos pero no pedagogía, y lamentablemente las cifras del incremento de violencia Patriarcal ejercida sobre menores y mujeres dejan bien a las claras las gravísimas consecuencias que la suplantación ideológica del Feminismo ha tenido.
Por eso ni cuenta con mi apoyo ni con mi respeto ante esa muestra de histrionismo desbocado ante la que se ha parapetado, ni pienso respaldar el papanatismo de quienes se encaminan al “rescate del héroe herido”, que se encuentra atrapado en el mismo terreno pantanoso que él mismo ha contribuido a ampliar.
Qué vergüenza de clase política.
