La relación de la industria militar europea con EEUU

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“Cualquier ejército que dependa de una industria militar extranjera es un ejército de segunda clase».
General Lanz, antiguo jefe del Departamento de Armamento y Tecnología de la Bundeswehr

Algunos ya ganaron la guerra: se incrementan los beneficios del complejo industrial-militar de EEU con el reabastecimiento de los ejércitos europeos y del régimen de Kiev mientras se prolonga el conflicto en Eurasia, más envíos de armas, aumento de la producción y alza de los presupuestos en defensa.

 Un mundo en crisis sólo conviene a unos pocos. El conflicto de Ucrania trajo aparejado un fortalecimiento geoeconómico de EEUU en Europa, ya que este aumentó su influencia energética (atentado NordStream) y armamentística en el continente. Esto conlleva un beneficio económico para sus compañías y un fortalecimiento de su moneda.

En 1975 los estadounidenses lograron imponer el YF-16 a las fuerzas aéreas belgas, holandesas, danesas y noruegas, en detrimento del Mirage F-1 francés y del avión Saab Viggen sueco. El mismo escenario se repitió en 2018, cuando el gobierno presidido por Charles Michel (actual  Presidente del Consejo Europeo) optó en Bélgica por el F-35 estadounidense, considerado poco fiable y difícil de modernizar, frente al Rafale francés y el Eurofighter Typhoon.

 ¿Cómo se elimina a los competidores potenciales del Viejo Continente? Absorbiéndolos

En mayo de 2003, el boletín de información geopolítica Au fil de l’épée publicó una serie de artículos traducidos del semanario berlinés Junge Freiheit sobre la adquisición estadounidense de los grandes consorcios de la industria militar europea.

 En el dossier, el periodista alemán Alexander Griesbach escribió sobre la firma estadounidense de inversión global Carlyle Group, filial de United Defence. Entre 1990 y 2000, cuando comenzó el ciclo bélico neoconservador- neoliberal, los dividendos de Carlyle alcanzaron una media del 34% anual. El Carlyle Group tuvo la asesoría de una serie de ex políticos norteamericanos: James Baker III, Secretario de Estado, George H. W. Bush, expresidente, Donald Rumsfeld Secretario de Defensa, George W. Bush (hijo) expresidente y John Major, ex primer ministro británico que formaron un lobby neoconservador y belicista, trabajaron con Frank Carlucci, ex Secretario de Defensa de los EEUU que desde 1987 a 1989 estuvo al frente del grupo.

La primera absorción tuvo lugar en Italia. Se trataba de Fiat Avio la división de producción aeronáutica de Fiat.  Contaba con 14 plantas de fabricación, 9 centros de investigación y más de 5.000 empleados. En 2002, la empresa registró unas ventas de 1.534 millones de euros y un beneficio operativo de 210 millones de euros La oferta estadounidense ¿Un simple negocio? No. Las razones militares eran obvias: Fiat Avio producía componentes importantes para el Eurofighter y el avión de transporte Airbus A400, por no hablar de los propulsores de cohetes para el programa Ariane de la ESA.

Segunda adquisición prevista: MTU Aero Engines de Munich, en Baviera. Esta empresa alemana también suministra componentes para el Eurofighter y el Airbus A400.

En el mismo número de Au fil de l’épée, el general alemán Franz Ferdinand Lanz, antiguo jefe del Departamento de Armamento y Tecnología de la Bundeswehr (Ejército alemán) deploraba que otras muchas compras estaban conduciendo a la americanización de las empresas europeas de armamento y, en consecuencia, a la marginación de Europa en términos militares.

No le faltaba razón, en 2000, la empresa United Defense Industries (UDI) de EEUU compró la sueca Bofors Weapons Systems (división de armamento pesado), General Dynamics compraba Santa Bárbara de Industrias Militares y Santa Bárbara Blindados, que produce, entre otros, los tanques alemanes Leopard 2-E. Los componentes de este blindado se incluirán después en el tanque estadounidense M-1 Abrams. En 2002 «Bank One» se hacia con el fabricante alemán de submarinos HDW.

No es solo es la adquisición de empresas sino el dinero  trasvasado de los presupuestos de los países europeos que se emplea en compra de armamento a EEUU, William Hartung, investigador principal del Quincy Institute for Responsible Statecraft señala: «Los presidentes estadounidenses siempre hablan del reparto de la carga, diciendo que los países europeos no están gastando una parte suficientemente grande de sus economías, y que Estados Unidos está pagando desproporcionadamente la defensa de Europa. Pero eso no tiene en cuenta todo el dinero que está fluyendo de vuelta de las ventas de armas de Estados Unidos a Europa. Creo que es un equilibrio más estrecho de lo que los políticos estadounidenses quieren admitir».

El flujo constante de desembolso desde Europa hacia los contratistas de defensa de los Estados Unidos no es novedad sino un fenómeno de larga data. Por ejemplo, las armas de fabricación estadounidense representaron el 95% de las compras de armas de los Países Bajos entre 2017 y 2021. Las proporciones fueron del 83% de armamento estadounidense para Noruega, del 77% para el Reino Unido y del 72% para Italia. Las importaciones europeas de armas se dispararon un 19% durante el quinquenio en el que el entonces presidente Donald Trump instó a sus aliados de la OTAN a cumplir con sus obligaciones de gasto en defensa.

Stoltenberg sin complejos

En una entrevista que concedió al periódico Washington Examiner Stoltenberg afirmó: «Ucrania es un buen negocio para EEUU. La mayor parte del dinero que Washington proporciona a Kiev en realidad se invierte aquí en EEUU, comprando equipos estadounidenses que enviamos a Ucrania. Así que esto nos hace a todos más seguros y [causa] que la industria de defensa estadounidense sea más fuerte».

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