El «interés» por la infancia

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Por Miriam Couceiro Castro, Doutora pola UDC

El feminismo es un internacionalismo que conoce de sobra que la libertad de las mujeres no está conseguida mundialmente: existen muchos lugares en los que nacer mujer es venir condenada, de antemano, a una muerte segura o a una vida de desigualdad. 

Desde hace años hablan las vanguardias e intentan hacerlo por nosotras, por las feministas, creando un panorama de guerra en el que buscan reducir al feminismo a un debate vacío sobre las identidades afectivas o a una teoría del deseo y sobre como las personas (ya no las mujeres en particular) debemos expresarlo. 

Esa “vanguardia”, la queer, llegada de EEUU con mucha potencia, tiene sus propios debates: que sigan, debatiendo y atendiendo su propia agenda, pero que sigan sin olvidarse del contexto general, que es lo expuesto en los párrafos anteriores. 

Desde esas vanguardias llegan muchas prédicas confusas que traen disforias de inicio rápido y contagios sociales muy veloces, virales más bien en este contexto de sociedad líquida y redes.  Y es que cuando el capitalismo quiere vendernos algo (y de eso sabemos mucho las mujeres feministas), tiene la fuerza suficiente para hacerlo y para crear una clientela de la nada. 

¿No os parece inexplicable el éxito y la velocidad con la que algunas organizaciones han logrado influencia en la política, en los organismos públicos en general e incluso entre el funcionariado?; ¿no os parece raro que muchas de las personas que hace apenas unos meses no sabían nada sobre temas trans abracen ahora enérgicamente identidades, palabras y acomodos en general para el colectivo queer?. 

La realidad supera a la ficción y ahora la infancia, el conjunto de personas menores de edad y, especialmente, las niñas, son esa nueva clientela, la de organizaciones y lobbies que se preocupan mucho por eso que han denominado “infancias trans”. 

Esa es la novedad en este nuevo panorama que nos ha traído la Ley Trans, el curioso interés por la infancia y, ante todo, como el silencio de la omertá, porque no hablemos de ello, ya que cuanto menos hablemos mejor y, en sociedades como la nuestra, con derecho a tener criterio informado, últimamente, carecemos del derecho a abrir debate. 

Puede parecer que hablar de la existencia de lobbies es una manera intencionada de introducir sospecha sobre pactos ocultos en relación con derechos sociales, pero, realmente, hablando de lobbies interesados en las infancias, sobre todo las de las niñas, lo que hacemos desde el feminismo radical, es ayudar a crear alianzas y resistencias. 

Se ha hecho una ley atendiendo a ciertas modas, se ha buscado la forma de adelantarse a los gobiernos y de “atar” la campaña sobre las supuestas infancias trans a lo popular para recabar apoyo público, el de un público que no ha sabido aun reflexionar sobre este tema. 

Se ha intentado evitar la cobertura de la prensa y se ha limitado, para la aprobación de ciertas reformas legales, la exposición pública del tema: se ha hecho política desde la sombra. 

Una de las reivindicaciones que desde el feminismo radical veo importante de cara a este 8M es la de una medicina responsable, que no hormone o mutile a menores ni permita el uso, también en menores, de medicamentos como los bloqueadores hormonales de la pubertad, sin tener suficientes estudios que los avalen y a pesar de estar demostrados sus efectos secundarios, en la mayoría de los casos graves e irreversibles. 

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