Ecologistas en Acción y la avutarda común

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Por Sara Garrido Díaz

Los hechos se suceden de la siguiente manera: 

El 4 de marzo, Ecologistas en Acción escribe un manifiesto ecofeminista y por la paz y lanza la campaña #EcofeministasPorLaPaz para celebrar el 8M y “denunciar las guerras y los conflictos armados y exigir el fin de todas las violencias contra el territorio-cuerpo-tierra”.

Inmediatamente se les llenan los comentarios de mujeres que creen que no es de recibo que: a) no se nombre a las mujeres en el Día Internacional de la Mujer y b) el foco no se ponga en las reivindicaciones de los derechos de las mujeres, sino en los conflictos armados. Se hacen hilos y todo sobre el tema, que viene a ser el borrado de las mujeres, que es el día de la mujer y ni nos nombran… 

El 5 de marzo, Beatriz Gimeno escribe un tuit en defensa de Ecologistas en Acción, insinuando que ninguna de las mujeres que se ha quejado del borrado de las mujeres se ha leído el manifiesto: “Y ahora léelo, por favor. Ya comprendo lo del borrado, es autoborrado mental”. Y el 7 de marzo por la mañana, lee el tuit de Beatriz Gimeno servidora, que está muy de acuerdo con las mujeres que interpelaron a Ecologistas en Acción y que, efectivamente, ni se leyó el manifiesto ni se siente interpelada cuando la llaman ignorante con elegancia, porque disfruta de la inmunidad de haberse sabido una imbécil integral en muchas ocasiones y aun así salir con vida.

Pues me he leído el manifiesto. 

Añadiré lo que ya se sospechaba y Beatriz Gimeno no ve: Ecologistas en Acción no sólo está participando en el borrado de las mujeres, sino que se ha subido al carro publicitario del morado para llamar la atención de los viandantes buenistas y modernos de turno. No les culpo por hacer eso (bueno, un poco sí), pero si querían empezar una campaña de Ecofeministas por la Paz, igual hubiese sido más relevante que lo hicieran, no sé, llamadme loca, ¿el Día Internacional de la Paz? Lo que pasa es que la semiótica del palomo blanco lleva un poco la mente hacia El Vaticano, que está demodé desde los 70 y vende mucho menos que la lucha feminista.

El manifiesto de Ecologistas en Acción es un manifiesto que exige el fin de los conflictos bélicos en general y del conflicto en Gaza en particular. Piden el inmediato alto el fuego en Gaza y el fin de la ocupación de Palestina, se oponen a las guerras y al militarismo, reclaman una redistribución justa y suficiente de los recursos planetarios, exigen a los gobiernos la mitigación del sobrecalentamiento climático (llevamos cuatro y aún no se ha mencionado a las mujeres), denuncian la violencia económica y laboral que afecta más a las mujeres (¡ay, mira, ya!) racializadas, empobrecidas, migrantes (ah no, no era todas las mujeres) y personas LGTBQ+, reivindican trabajar menos y vivir más (quien esté en desacuerdo con esto que me chupe un pie), y sigue con valores comunitarios y sociales, defensa de ecosistemas, justicia, regulación de inmigración, violencia política, cuidadín con la extrema derecha…Y, al final, por fin, las mujeres, todas, no sólo las que consideran vulnerables, y eliminando a las blancas-privilegiadas-cishetero-imperialistas: “Seguimos tejiendo redes grandes, fuertes y llenas de sororidad con mujeres, disidencias y ecofeministas a lo largo y ancho del planeta”. Para tejerles redes, mira como sí que nos quieren a todas.

Conste que este es un manifiesto que yo firmaría. Y no voy a negar ninguno de los argumentos que se presentan sobre cómo las guerras impulsadas por ideas patriarcales las sufren más las mujeres, las personas vulnerables y el planeta. Pero Ecologistas en Acción nos borra. Nos borra porque en el 8M usa a las mujeres, las que les conviene y no todas, para apuntalar su agenda y no por interés genuino de reivindicar nuestros derechos (eso, y no nombrarnos en un tuit sobre el Día Internacional de la Mujer). La violencia machista contra las mujeres en conflictos armados ni empieza ni termina con el conflicto armado; tampoco las violaciones y la explotación sexual en zona de guerra, ni en campos de refugiados, ni en las zonas “seguras”, por soldados enemigos y amigos, cascos azules y agentes de ayuda humanitaria. El papel de las mujeres en este manifiesto para añadir valor a su justificación ―necesaria pero irrelevante el 8M― es simplemente “estar”, que es algo muy común y a lo que el resto del mundo parece costarle cogerle la costumbre: las mujeres existimos en todas partes porque también somos la humanidad.

La estrategia de Ecologistas en Acción para meterse en el 8M es bastante recurrente y eficaz. Siguiendo el patrón de este manifiesto, la Sociedad Cinegética de la Avutarda Común, con un pelín de artesanía dialéctica y algo de morado, podría escribir un manifiesto con exigencias para la protección de su actividad y colaría en el 8M, porque los cazadores tienen mujeres, madres, hijas y tías a las que les afecta la actividad de sus maridos, padres, hijos y tíos. Es lo que tiene eso de ser, que las mujeres acabamos estando en el mundo igual que los hombres y se nos puede relacionar hasta por el simple hecho de haber parido al cien por cien de la humanidad. 

Pero eso no es cuestión para el 8M. La cuestión es por qué estamos como estamos y cómo paramos esta locura en la que no se nos trata como seres humanos de pleno derecho y con valor propio, que hasta en el manifiesto de Ecologistas en Acción nuestra presencia es simplemente un uso, viga de apuntalamiento para sostener su agenda sin considerar ni por un momento que la raíz de la opresión de las mujeres no es el conflicto armado, que la violencia de la guerra y sus consecuencias más severas en mujeres y niñas se empiezan a atajar con la emancipación de la mujer, la abolición de la prostitución y el porno y la eliminación de la violencia machista en todas sus formas. Que la opresión ya viene de fábrica y lo que hay que tocar es el molde, no el producto final, que así no terminamos nunca de arreglarlo.

Beatriz Gimeno habla de “autoborrado mental”. Entiendo que quiere decir que nos imaginamos cosas, que no nos borran. Que, por ejemplo, este manifiesto, nos pone en el centro porque nos nombra (dicen “mujeres”). Le diría a Gimeno que yo no me conformo con que se nombre a las mujeres, sino que exijo que sea con causa propia y respeto, no el andamio morado de visibilidad de mercado. No un día al año, sino todos. Pero visto está que ni estas 24 horas, destinadas a eso precisamente, nos dejan.

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