El año que se rompió todo

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Marina Pibernat Vila, antropóloga y licenciada en Historia, investigadora social del grupo EMIGRA de la Universitat Autònoma de Barcelona, España.

El año 2023 ha llegado a su fin dejando tras de sí un rastro de sangre, destrucción y ruinas en varios sentidos. Este ha sido el segundo año en que hemos visto cómo seguía funcionando a toda mecha la picadora de carne ucraniana, puesta en marcha por EEUU y aliados. Hemos seguido sin ver el tan cacareado colapso de la economía rusa, que no ha hecho más que fortalecerse, habiendo sido un absoluto y contraproducente fracaso las sanciones impuestas contra ella por parte de la Unión Europea y su amo estadounidense. Además, hemos visto cómo el grupo de potencias de los BRICS, del que Rusia forma parte junto a Brasil, India, China y Sudáfrica, crecía con la inminente incorporación de Irán, Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos. Iba a sumarse también Argentina, pero el nuevo presidente del país austral lo ha rechazado.

Hay gente que todavía no sabe qué son los BRICS, y otra que los ve como una pandilla de pobres desgraciados atrasados, dictatoriales, homófobos y machistas que nunca podrán hacernos sombra, ni llegar a ser tan importantes ni humanos como lo somos en las maravillosas y democráticas potencias excoloniales occidentales, las que sembraron el horror y la miseria por todo el globo durante cinco siglos. Pero la verdad es que, sin considerar las próximas incorporaciones, los BRICS suman casi el 30% de la superficie terrestre del planeta y más del 40% de la población mundial. Con los nuevos ingresos a partir del 1 de enero de 2024, pasarán a controlar el 42% de la producción mundial diaria de barriles de crudo. Son sólo algunos datos que dan cuenta de los cambios que se están produciendo en el mundo, y de que la hegemonía unipolar occidental se está resquebrajando. Francia, por ejemplo, ha perdido buena parte de sus dominios en el Sahel africano, y los manifestantes de Níger o Burkina Faso salieron a la calle para apoyar a sus nuevos gobiernos llevando también banderas rusas.

Si bien este es un proceso largo, la pandemia y sobre todo la Operación Especial rusa en Ucrania lo han acelerado. Pero ha sido en el último trimestre del año 2023 cuando más cosas se han roto o, mejor dicho, han saltado por los aires de forma estruendosa y dolorosa. Y es que a principios de octubre, con su Operación Diluvio de Al-Aqsa contra la entidad sionista y ocupante de Israel, la Resistencia Palestina puso su causa ya no en el centro de la actualidad, sino en el centro de la mismísima historia.

Nuestro mundo está todavía lleno de cuentas pendientes que arrastramos desde de la era colonial y que van a empezar a cobrarse. Después de un siglo de ocupación, primero británica y luego israelí, de genocidio, expolio, robo de tierras y hasta de órganos por parte de Israel, la palestina es una cuenta que llega hasta la luna. Palestina es una herida abierta en la humanidad que toda persona que se haga llamar internacionalista lleva consigo grabada a fuego. Tanto es así que muchas de nosotras, nada más tener noticia de los primeros hechos, gritamos en las redes y en las calles la eterna consigna de “viva Palestina libre”, y nos convertimos instantáneamente en soldados de la contrainformación en favor de Palestina y su Resistencia para enfrentar la propaganda de guerra progenocida de nuestros medios de comunicación.

Entonces empezó la reacción israelí, propia de una potencia imperialista asesina cuya sociedad se ha articulado a través del supremacismo sionista, versión hebrea de los ultranacionalismos románticos nacida en el siglo XIX, derivando en una ideología indefectiblemente racista y fascistoide que ha hecho de Israel la Alemania nazi de los últimos 70 años. Hay quienes se sorprenden o se escandalizan ante una afirmación tan dura y aparentemente paradójica, pero en ningún sitio está escrito que una atrocidad como el Holocausto nazi no pueda servir a otros intereses geopolíticos, como efectivamente ha ocurrido. Israel y sus aliados occidentales han violado la memoria de las mujeres y hombres de ascendencia judía asesinados por el nazismo para dar cobertura moral al proyecto invasor y genocida sionista, perpetrado contra Palestina, con el fin de asegurar los intereses del Occidente colectivo en Oriente Medio.

Israel, alumno aventajado del colonialismo e imperialismo más mortífero, siempre ha buscado el exterminio del pueblo palestino. Sus líderes y representantes políticos llevan décadas diciéndolo sin tapujos. El régimen de Netanyahu enloqueció después de lo que debe de ser su Pearl Harbor particular el pasado 7 de octubre y, ya a calzón quitado, ha mostrado al mundo lo que es Israel al desnudo. Y así todo empezó a romperse.

Como buen exterminador, Israel fue directamente a por los civiles, bombardeando hogares, hospitales, escuelas, ambulancias. En ninguna otra guerra se han asesinado tantas criaturas como en los últimos tres meses en Palestina. Pero para Israel, a diferencia de Rusia, no sólo no hay una sola sanción, sino que sus aliados occidentales le han seguido suministrando armamento, apoyo naval  y todo tipo de ayuda en virtud de su supuesto derecho a defenderse. El discurso de EEUU y la Unión Europea a propósito de Rusia en Ucrania se reveló ante el mundo y sin ningún género de duda como un colosal acto de cinismo indefendible. La ONU y la legalidad internacional se han revelado, también de forma descarada, como una institución inútil y como papel mojado. Los Derechos Humanos y los “valores europeos”, como mentiras infames. Y todas las potencias occidentales, incluida la España del pesoísta supuestamente de izquierdas Pedro Sánchez, como colaboracionistas y promotores de crímenes contra la humanidad.

Muchas personas que pusieron el grito en el cielo contra Rusia no abrieron la boca para decir nada. Gente que siempre ha criticado los nacionalismos como ideologías racistas y peligrosas de pronto eran todo moderación y equidistancia ante el mayor genocidio que hemos visto en  muchas décadas. Antifascistas de pacotilla, que lo único que saben hacer es ser temerosos de los patanes de Vox, corrieron a condenar a Hamás casi tan deprisa como lo hicieron con Rusia por combatir al régimen filonazi de Zelenski en Ucrania. La mayor referente del feminismo español, catedrática ni más ni menos que de Filosofía Moral y Política, se preguntaba por qué Gaza no es Mónaco en uno de los textos más repugnantes, infames y encubridores de una limpieza étnica que he tenido la desgracia de leer.

También hubo quien dijo que las guerras son cosas de hombres, desentendiéndose así de tomar partido por Palestina. Hubo quien señaló, justo en el peor momento de la historia, que la sociedad palestina es muy machista, como si eso actuase de atenuante al cometer un genocidio. Se llevaron las manos a la cabeza por las imágenes de una joven sionista alemana en una camioneta, a la que en realidad estaban llevando al hospital como se supo después, mucho más que por décadas de violaciones en las cárceles de Israel o por las 50.000 palestinas que iban a dar a luz entre ruinas,  bajo las bombas y el fósforo blanco, practicándoles cesáreas sin anestesia porque Israel bloque la entrada de todo tipo de ayuda humanitaria. Pocas mujeres han sufrido tanto horror y barbarie como las palestinas. Sin embargo, podríamos coleccionar toda la sarta de ocurrencias, falsedades, tibiezas, equilibrios equidistantes y auténticas burradas en relación con Palestina por parte de personas que dicen defender a todas las mujeres y criaturas del mundo. Y no lo van a reconocer nunca, algo se rompió estrepitosamente en el movimiento feminista occidental, siendo muy pocas las organizaciones que se pusieron, sin reservas, de parte de Palestina y contra Israel.

Es lo que tiene la política internacional, que es como el final de un baile de máscaras en el que todo el mundo muestra su verdadero rostro. En esta ocasión, debemos agradecerle a la Resistencia Palestina que haya arrancado y hecho trizas tantas máscaras a lo largo y ancho del planeta.

Mientras escribo esto, Israel sigue masacrando al pueblo palestino desde el aire habiendo asesinado ya a unas 30.000 personas, entre muertes confirmadas y personas desaparecidas entre los edificios derrumbados. Llevamos tres meses viendo las más horrendas de las imágenes, unas que ya nunca podremos olvidar. Como quienes han salido a las calles para apoyar a Palestina, como cientos de millones de personas en todo el mundo, escribo con el corazón roto por la pena, las tripas incendiadas por la ira y la confianza en que la valentía de los hombres y mujeres que combaten con la Resistencia, en su lucha heroica e histórica por la libertad de su pueblo, haga fracasar a la operación terrestre israelí. Acaba un año en el que se han roto muchas cosas, pero otras se han hecho más fuertes. En el año 2024 seguiremos aquí por Palestina libre. Y seguiremos siendo antisionistas siempre.

3 COMENTARIOS

  1. Gracias Mil por tu escrito, ojalá le llegue a todas las personas que tengan conciencia!
    Un Saludo especial para cada uno de los muyahidines que conforman la Resistencia Palestina!
    Viva Palestina Libre y Soberana!

  2. Volver a los métodos de lucha antifascista que fue aniquilada por la reforma del franquismo que impuso el chantaje militar aceptado por el PCE:
    Asambleas Populares y Obreras abiertas y unitarias, como contrapoder del soborno institucional que creó el PSOE, elecciones de los órganos de representación en empresas y barrios que funcionen como soviets y donde las Asambleas abiertas tenga poder de revocación y donde se decida todo lo que afecta al pueblo. Acciones de lucha masiva en calles, carreteras y plazas por las reivindicaciones populares políticas, económicas y sociales.
    Abrir un proceso para conseguir la representación autónoma efectiva del pueblo a todos los niveles (barrio, empresa, ciudad, provincia, comunidad, estado).
    Condicionar la participación electoral a la denuncia constante de los sobornos y sobornados que el estado usa para frenar una alternativa organizada popular. Incorporación de hechos consumados en la lucha de masas, más allá de las reivindicaciones de palabra.
    Asunción a partir de denuncias concretas de la lucha contra todos los poderes del Estado monopolista corrupto.
    Luchar contra la organización terrorista OTAN incluidos sus estados como España.
    Renuncia a la presencia en un gobierno OTAN.

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