Psicopolítica, el idiota como estrategia populista

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“Los hombres y mujeres crean productos que a continuación escapan a su control y determinan las condiciones de su vida”
Terry Eagleaton

Isidro Páez, investigador CEFMA

Todo pensamiento es un signo. Analizar a Milei es comprobar las particularidades intrínsecas en la transición del gesto a la palabra. Partiendo de la idea de V. Volóshinov (1895-1936) de que: «El lenguaje es un proceso continuo de generación, llevado a cabo en la interacción discursiva social de los hablantes», en su perfil antipolítico el sujeto Milei interpreta un personaje bufonesco de tragicomedia lo más bizarro posible (vestimenta, ademanes, conductas agresivas) meras interacciones de orden simbólico que afectan a la audiencia. Establece con claridad el marco con posiciones políticas y sociales extremas, tergiversa ideologías, junta churras con merinas (marxistas y peronistas) en el mismo buzón.

No importa lo que el personaje dice, importa cómo lo dice —no el qué, sino el tono y la gestualidad—, McLuhan repetía que cuando se analizan los medios no hay que detenerse en el análisis del contenido, lo que el medio expone y transmite (en el caso de Milei esto es patente: dolarización, venta de órganos, bouchers educativos, etc.), porque el contenido funciona como un distractor, nos distrae del auténtico mensaje, que es el mensaje del medio (que es el mismo medio).

El filósofo Byung-Chul Han[1] describe las nuevas técnicas de poder del capitalismo neoliberal, que dan acceso a la esfera de la psique, convirtiéndola en su mayor fuerza de producción. La expresión libre y la hipercomunicación que se difunden por la red se convierten en control y vigilancia totales, la Psicopolítica se sirve de la Big Data la cual como un Gran Hermano digital, se apodera de los datos que los individuos le entregan de forma efusiva y voluntaria y detecta patrones de comportamiento del inconsciente colectivo sobre sus penurias e insatisfacciones. Esta herramienta permite hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas y condicionarlas a un nivel prerreflexivo donde la singularidad no es cuantificable.

Milei es uno de los engranajes que forma parte inherente de los mecanismos del poder hegemónico capitalista actual. No es una anomalía o un accidente. Surge del rizoma del think tank de Atlas Network con 12 fundaciones asociadas en la Argentina que transcienden las vinculaciones sistemáticas entre intereses económicos (elementos de clase capitalista), académicos y otros expertos (elementos de clase intelectual), medios y otros profesionales de la transmisión (elementos de clase cultural) y la clase política en sentido más estricto.

El psicólogo brasileño Domenico Uhng Hur [2] delimita los mecanismos de negación en cuatro características principales: (i) la negación como estrategia discursiva, (ii) la lógica cognitiva de la negatividad, (iii) la producción de antagonismo colectivo y (iv) la micropolítica del odio, anterior a la la necesidad de un líder.

Hur proporciona pautas de como Milei utilizó en su campaña al igual que hizo Bolsonaro en Brasil las más variadas tácticas de atracción donde cuanto más rocambolesco mejor, cuanto más inverosímiles mejor, para capturar la atención colectiva. En la construcción de sus narrativas opera una negación de aspectos de las aspiraciones más legítimas de la población como el derecho a la educación y sanidad públicas, creando una burbuja de significados sociales imaginarios: temas controvertidos como la libertad de la venta de órganos. Una narrativa negacionista de los crímenes de lesa humanidad de la dictadura cívico militar. Creación de imágenes de pensamiento capturante a través de aspectos de sus delirios, un misticismo donde suele hablar con su perro muerto, a través de un médium, e incluso conversaciones con un muerto del que recibió consejos para ser candidato a presidente de Argentina.

Al rastrear prototipos nos topamos con personajes literarios como el aberrante y panzudo protagonista de la obra teatral «Ubú rey» del francés Alfred Jarry, al que el autor le inventa el “lenguaje patafísico”, un lenguaje ligado al surrealismo que provee la ciencia «al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones», en su universo todo es anormalidad, donde la regla es la excepción de la excepción. La regla es lo extraordinario, y eso explica y justifica la existencia de la anormalidad, o bien de Brockner de la novela «El Traductor» de Salvador Benesdra, publicada en 1998 en plena avanzada menemista, el discurso perverso de un filósofo alemán que entiende que políticas reaccionarias impuestas en el siglo XX con dictaduras, se vuelven plausibles de llevarse adelante con elecciones.

La historia de Howard Roark protagonista  de «El manantial”, novela publicada en 1943 por Any Rand, cuyo título hace referencia a una cita de la autora: «El ego del hombre es el manantial del progreso humano», Rand abogada de una filosofía particularmente dura del fundamentalismo capitalista en el mundillo intelectual neoyorquino que ella llamaba “la virtud del egoísmo”, siempre tuvo seguidores entre las élites políticas conservadoras de EEUU, ejemplo del egoísmo racional como virtud moral, el individualismo ontológico y el capitalismo laissez faire.

La estrategia populista en general, es más eficaz en tiempos de crisis económica (ascensos del fascismo). Si al comienzo de sus apariciones públicas Milei sólo hablaba de Economía, de a poco comenzó a incluir una serie de tópicos de las «nuevas derechas”, entre los que incluía el anticomunismo, el rechazo a la llamada corrección política y la adhesión al antiprogresismo. Milei ha inoculado códigos específicos cuyo objetivo es aumentar la exposición y la visibilidad en las redes sociales, aunque sea deplorado por una parte significativa del público. Y la figura práctica del Imbécil ha configurado una planificación ideológica muy eficaz para conseguirlo en la estrategia psicopolítica electoral, un agujero negro donde quedaron atrapados el pensamiento y la conciencia social de los votantes y ha servido para persuadir el comportamiento electoral de más de 14 millones de argentinos y ganar las elecciones.


[1] Han, Byung-Chul (2014). «Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder» Ed. Herder

[2] Hur Doménico, Sabucedo JM eds. (2020) «Psicología del extremismo político» . Petrópolis: Voces.

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