No es distopía, es realidad, arrasa el Neoliberalismo en Argentina

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«No puede surgir ningún loco de la motosierra sino allí donde de alguna forma se ha creado un consenso sobre la conveniencia de talar el bosque.
El loco es un efecto, no la causa.»
Eduardo Grüner

Isidro Páez, investigador CEFMA

Ante la debacle del triunfo de un personaje infausto como Javier Milei, digno del Hospital psicoasistencial José Tiburcio Borda, vale la pena recordar lo que escribía Adorno en «Ensayos sobre la propaganda fascista. Psicoanálisis del antisemitismo» sobre el ritual de la revelación: «Hitler no atraía a la gente a pesar de sus burdas bufonadas sino, precisamente, a causa de ellas, gracias a sus falsos tonos y sus payasadas. Eran vistos así y apreciados».

Las setas en el bosque no nacen por generación espontánea, las obras de Hayek y Friedman apuntalaron la globalización transnacional durante las décadas finales del siglo XX que afectó los Estados del bienestar (Welfare State). La influencia neoliberal en Argentina ha permanecido con altibajos durante las décadas siguientes a la dictadura, y son el principal motivo del descalabro macroeconómico que ha sufrido el país desde entonces y que ahora se reedita con el nuevo gobierno en ciernes.

Volvemos a las nefastas consecuencias de la aplicación del recetario neoliberal en América Latina (programas de ajuste estructural compendiados en el decálogo del “Consenso de Washington”) y no hay un solo país en la región que demuestre sus “bondades”, incluido Chile, al que Friedman y los Chicago Boys consideraron un ejemplo.

A principios de la década de los 70, la Argentina tenía indicadores económicos y sociales similares –y en algunos casos mejores– que la Italia de la época. Esa Argentina comenzó a morir en 1975, con el estallido de la economía llamado “rodrigazo”, por el nombre del ministro de Economía del momento, Celestino Rodrigo, durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón,  y continuó fatalmente con las políticas económicas perpetradas durante la dictadura cívico militar y el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). El tiro final se produjo con la experiencia del peronismo neoliberal de Carlos Menem (1989-1999) ejecutando su revolución conservadora de exacción y desguace del Estado nacional. Es ampliamente aceptado que durante la década de 1990 el Estado argentino experimentó una reducción generalizada, las privatizaciones y la flexibilidad del mercado laboral desmantelaron los cimientos del Estado social.

Tuvo lugar el florecimiento de «economías invisibles» que en América Latina son consideradas sinónimas del sector informal subcapitalizado, formas sucedáneas de ocupación al margen de la legislación laboral, que nunca llegará a ser homogéneo. Su invisibilidad tiene un carácter defensivo frente a una clase hegemónica predatoria y a un Estado ineficaz.

Durante 12 años, 6 meses y 15 días, un periodo kirchnerista 2003-2007 y 2007-2015, un Estado neoliberal asistencialista, se reinstala la centralidad del Estado en materia de protecciones con un régimen que mostró sus limitaciones cuando, en el último tramo del siglo XX se presenta el problema de la informalidad y el desempleo y de las formas sucedáneas de ocupación al margen de la legislación laboral, una reasunción del poder de intermediación del Estado en la regulación de la relación laboral, restringiendo el poder del empresario en la imposición de las condiciones del contrato y en la fijación de los salarios, imponiéndose la obligación de la negociación colectiva. Nunca llegará a ser homogéneo para los asalariados formales (menos aún para el trabajo en sus diversas formas), pues adquirirá alcances y calidades diferentes para los distintos gremios, derivados del papel y fortaleza política y económica de los sindicatos. A grandes rasgos, el sistema comprendió la atención de la salud, vía un subsistema de administración sindical (de peso sustantivo en relación con el subsistema público y las prestaciones privadas), una reedición del Estado social argentino de épocas de Perón.

La ley del péndulo.

El 22 de noviembre de 2015, triunfador Mauricio Macri, por el partido PRO (Propuesta Republicana) expresó el pensamiento de orientación libremercadista. La integración de su gabinete (representantes de corporaciones empresarias y economistas que acompañaron el proyecto neoliberal de los noventa), así como los arreglos alcanzados con fondos internacionales especulativos que en su momento no se avinieron a los acuerdos de reestructuración de la deuda externa argentina, el reinicio del endeudamiento “para pagar deuda”, los recortes de personal y recursos de programas sociales y culturales, anticiparon la reorientación de las intervenciones del Estado en detrimento de los sectores sociales más postergados.

Luego cuatro años de inercia del mandato de Alberto Fernández, deuda con el FMI, inflación acumulada en octubre 2023 del 120%, pobreza, parches paliativos de clientelismo político y perplejidad con los resultados electorales del 19 de noviembre.

Manuel Mohedano nos indica su incapacidad para revertir o siquiera mejorar alguno de los indicadores sociales y económicos del país. Con 4 millones de personas viviendo en villas de emergencia, un 40,6% de la población por debajo del umbral de la pobreza, un 10,7% en la indigencia, una tasa de desempleo del 9,6% y una subocupación del 12,4%, un aumento anual de la canasta básica del 55,5%, un aumento del 63% en el precio de los medicamentos en los últimos doce meses, una inflación anual del 52,5% y una pérdida del poder adquisitivo de los salarios del 44% en los últimos 8 años sólo por citar alguno de los indicadores

La influencia de los think tanks como desarrollo de la Doctrina Monroe.

Un joven dirigente del CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina), think tank de Buenos Aires, presentó un proyecto para clasificar de mejor a peor cada provincia argentina en un “índice de libertad económica”, elaborado con base en el nivel de impuestos y trabas legales como criterio para generar entusiasmo hacia reformas pro libre mercado. Su idea se basa en estrategias similares utilizadas en EEUU, como el Índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation, que compara a los países tomando en cuenta las políticas impositivas y las barreras regulatorias a la creación de negocios.

La libertad concebida como experiencia en el sentido consumista. Para ello en el panóptico digital se representa y construye la identidad del ser humano a partir de producción de información digital, las plataformas digitales son una forma de comunidad mercantil. El capitalismo de la información convierte a lo inmaterial, la vida y el afecto humano en mercancía mediante el uso los «likes«, las reuniones presenciales de células del partido se sustituyen por la comodidad virtual, la lucha de clases en la calle por pantallazos irreales de saludos y abrazos.

La teoría neoliberal pretende ser una interpretación no sólo plausible, sino verdadera, sobre la realidad humana y social, potenciada por la difusión cultural masiva, -mediante la publicidad y los media-, de un modelo de vida individualista y posesiva. La Atlas Network (Atlas Economic Research Foundation) es una red de think tanks (laboratorios de ideas) financiada por el Departamento de Estado estadounidense y la NED (National Endowment for Democracy) con más de 450 think tanks asociados en 90 países es un ejemplo claro de difusión de dicha teoría desde su fundación en 1981.

Las mayores corporaciones multinacionales también hacen aportes económicos sustanciales para mantener a Atlas Network, empresas como Philip Morris, Exxon Mobil, MasterCard, el grupo inversor Templeton, los hermanos Koch, Pfizer, Procter & Gamble y Shell entre otros.

Los think tanks se pueden definir como unidades que combinan módulos de conocimiento experto, consulta, lobby o apoyo activo. En las redes de think tanks asociadas transciende las vinculaciones sistemáticas entre intereses económicos (elementos de clase capitalista), académicos y otros expertos (elementos de clase intelectual), medios y otros profesionales de la transmisión (elementos de clase cultural) y la clase política en sentido más estricto.

Las propuestas libremercadistas  —como quitarles impuestos a los ricos, achicar el Estado, privatizar empresas públicas, liberalizar el comercio y limitar el poder de los sindicatos— no calaban socialmente achacándolas que favorecen a la clase alta, entonces el modelo de Atlas resignifica nuevas estrategias de persuasión pública, métodos que ya habían perfeccionado durante décadas de lucha en EEUU (Reagan) y Reino Unido (Thacher)

En Argentina las fundaciones argentinas que adheridas al Atlas Network son:

-Asociación Argentina de Contribuyentes
-Ayn Rand Center
-Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina
-Club de la Libertad,
-Fundación Atlas para una Sociedad Libre
-Fundación Educación para la Responsabilidad Intelectual
-Fundación Federalismo y Libertad
-Fundación Internacional Bases
-Fundación Libertad
-Instituto Acton
-Libertad y Progreso

Lo que Washington denomina «democracia» se ha convertido en un imperativo funcional de la globalización capitalista. La nueva élite transnacional construyó e impulsó el paradigma de «mercados libres y democracia«, que se volvió hegemónico.

Dicha promoción está destinada a asegurar un mundo disponible y seguro para el capitalismo global, al crear las condiciones más propicias alrededor del mundo para el funcionamiento sin trabas del nuevo sistema global de producción y finanzas. Que nos queda por hacer a los marxistas, reponer la centralidad que ostentó, y ostenta, la identidad de clase a partir de un diálogo permanente entre la historicidad de los procesos sociales (formación económica y política) y las necesidades de hacer más inteligible nuestro presente para la praxis mediante la lucha de clases.

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