Por Karina Castelao
Ser feminista ya no está de moda. El otrora último “baluarte de la verdadera izquierda y dique de contención del ultracapitalismo” se ha convertido por obra y gracia de un grupo de aliados hartos ya de no ser el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, en unas “meras directrices morales, conjunto de proposiciones idealistas y movimiento burgués”. Y han arrastrado en su hartazgo a muchas mujeres con ellos.
Así que, ante el revuelo creado estas últimas semanas sobre su naturaleza y necesidad, creo que ha llegado el momento de decir obviedades sobre el feminismo, entendiendo como obviedad conceptos e ideas fundamentales que quizá por darse por sabidas puede que estén olvidadas.
Empecemos por lo básico.
Mujer es el nombre que se aplica a la hembra del ser humano. O dicho de otra forma, persona de sexo femenino. Por tanto, hombre es el nombre que se aplica al macho del ser humano o persona de sexo masculino.
El machismo es una ideología que se basa en que el hombre es, por naturaleza, superior a la mujer.
El Patriarcado es el modelo de sociedad basado en esta ideología, o lo que es lo mismo, basado en la prevalencia del hombre sobre la mujer.
El sexo es el conjunto de características orgánicas que diferencian a los machos y hembras de una especie y que permiten su reproducción.
El género es el conjunto de estereotipos, roles y normas o mandatos que la sociedad patriarcal aplica a las personas en función de su sexo.
El androcentrismo es la visión del mundo que sitúa al hombre (al varón) como el centro de todas las cosas.
El sexismo es un tipo de discriminación fundamentada en el sexo de las personas. Y la opresión, por otro lado, es la relación asimétrica en la que el opresor obtiene una plusvalía del oprimido y que es fundamental para el sostenimiento de las sociedades desiguales.
Diferencial sexual es la condición orgánica que distingue a las hembras de los machos de las especies sexuadas, que viene determinada por el genotipo y se manifiesta mediante el fenotipo y el dimorfismo sexual es dicha manifestación, o sea, el conjunto de diferencias morfológicas y fisiológicas que caracterizan y distinguen a los dos sexos de una misma especie.
La jerarquia sexual es la posición subordinada de la mujer respecto al hombre, o dicho de otra forma, posición ontológica-cultural del varón como él Mismo y de la mujer como la Otredad. La cosificación por su parte, es la presentación de las mujeres como cosas en lugar de como personas, es decir, la consideración de la mujer no como un igual, sino como un instrumento para la complacencia de los hombres.
Vistas todas estas definiciones,¿qué es entonces el feminismo?
El feminismo es un concepto que tiene un doble significado: como ideología y como movimiento político.
Como ideología se basa en la evidencia de que hombres y mujeres son iguales y paradigma indistinto del ser humano. Y como movimiento social y político sería aquel movimiento colectivo de carácter transformador que persigue la liberación de la mujer de la opresión patriarcal. La igualdad es la consecuencia lógica de ello.
Una persona feminista, como adjetivo, es aquella que cree y predica dicha ideología y una feminista, como sustantivo, es una activista política que lucha para acabar con el patriarcado.
Pese a lo que muchas personas pudieran pensar, machismo y feminismo son dos palabras antónimas. Pero no son antónimos recíprocos donde no pueden existir el uno sin el otro (como, por ejemplo, “comprar” y “vender”: para que alguien venda algo otro tiene que comprarlo). Tampoco son antónimos graduales pese a lo que algunos creen, es decir, no son los extremos de una gradación donde uno, el machismo, supondría la opresión del hombre a la mujer y el otro, el feminismo, la opresión de la mujer al hombre.
Machismo y feminismo son antónimos complementarios: conceptos que son incompatibles entre sí. Al igual que si una persona no está viva, a la fuerza tiene que estar muerta, una persona si no es feminista, a la fuerza ha de ser machista. Dicho de otra forma, toda sociedad o persona que no sea feminista es machista y viceversa.
El feminismo entendido como movimiento político no es reformista ni acomodaticio. No pretende colocar a las mujeres y a los hombres en el mismo lugar, pretende construir uno nuevo. Un movimiento político que no priorice el fin del patriarcado y que se conforme con el modelo social con o sin capitalismo pero sin eliminar el machismo estructural (ideológico) se llama Igualitarismo. Igualitarismo con conciencia de clase o sin ella, pero igualitarismo de todos modos.
Hombres y mujeres no somos iguales, pero eso no significa que socialmente no seamos igual de importantes.
Que exista diferencial sexual no significa que tenga que existir jerarquía sexual. Que el hombre biológicamente tenga mayor envergadura, fuerza bruta o velocidad como consecuencia de su desarrollo natural, no significa que tenga que utilizar esas capacidades para someter a la mujer. Que tenga mayor agresividad por la lógica producción de testosterona, no significa que tenga que vehicularla en violencia. Para algo están la cultura y la educación, para algo el ser humano tiene el desarrollo cerebral más lento y la mayor plasticidad cerebral de todos los mamíferos superiores. Para poder controlar los instintos. Para ser seres sociales.
No es emancipador para la mujer ni liberador asimilarse al hombre y renunciar a lo que hace varias décadas ya alguna feminista que se ha destapado actualmente como bastante igualitarista denominaba “esclavitud animal” mientras anhelaba un mundo sin partos ni embarazos lleno de cápsulas con fetos en “gelatina” y donde hombres y mujeres pasearan y se cultivaran en una arcadia feliz sin afectos ni apegos en una sociedad postcapitalista y tecnificada.
Lo emancipador y liberador para la mujer es una sociedad donde ella pueda tomar sus decisiones libres e informadas. Donde pueda decidir si parir o no o si follar o no, y ello no dependa de su precariedad económica o de una imposición social. Donde pueda elegir y su elección sea tenida en cuenta con la misma atención que se tiene cuando es un hombre quien decide. Donde su cuerpo, el cuerpo de mujer, y los procesos, funciones, disfunciones o parámetros que le son propios, sean igual de respetados y valorados como los de los hombres.
En resumen, el feminismo lucha para conseguir una sociedad equitativa y justa donde mujeres y hombres sean iguales y estándar indistinguible de ser humano. Donde la mujer sea tan medida de todas las cosas como el hombre. Como dijo Angela Davis, el feminismo es esa “idea radical que sostiene que las mujeres somos personas”.