La costilla de Adán: Reflexionando sobre la misoginia (III)

0

Por Karina Castelao

Tras haber intentado desentrañar cómo las religiones y la filosofía has sido un puntal misógino en la sociedad patriarcal, llega el momento de analizar cómo miles y miles de años de empeño cultural en odiar a las mujeres ha dado su fruto y de qué formas se manifiesta aquí y ahora, en nuestro propio siglo.

Misoginia y machismo no son lo mismo.

El machismo es una ideología que se fundamenta en la creencia de una superioridad del hombre sobre la mujer, la misoginia es, además, el sentimiento de odio y desprecio hacia las mujeres. De hecho, el machismo se fundamenta, no tanto en sentimientos concretos dirigidos hacia la mujer, sino en toda una serie de dinámicas relacionales que han sido normalizadas a lo largo de los siglos y que se consideran asumidas socialmente, desprovistas de cualquier componente emocional. Así, una de las características del machismo es que se experimenta como algo natural, relacionado con la verdad objetiva y el realismo, a través de aseveraciones completamente normalizadas como “todo el mundo sabe que las mujeres necesitan a un hombre”.


Es perfectamente posible ser machista y preocuparse mucho de que las mujeres se sientan cómodas y vivan bien. Un padre amoroso que cuida y protege a su mujer e hijas, es machista. Esto es así porque el machismo no se basa siempre en el menosprecio o las ganas de dañar a alguien en particular, también puede aparecer a través de la infantilización, del paternalismo y la condescendencia. Quien es machista y le desee lo mejor a la mujer no la daña a través de sus acciones aunque en el fondo a perjudique, pero no es consciente de ello dado que verá justificado lo que hace “por el bien” de la otra persona al ser esta menos capaz de decidir lo que quiere y tener menos criterio para entender lo que ocurre (según las creencias de quien la trata como a una persona no independiente).


El machismo es una ideología colectiva, la misoginia es un acto individual. Un misógino es un incel o todo aquel sujeto que odia y desprecia a las mujeres porque en el fondo las teme.


Pero, ¿qué hacen los misóginos que los define como tales? Intentaré hacer un resumen completando un artículo muy gráfico de la revista Psicología y Mente

Estigmatiza la biología de la mujer

La fisiología de las mujeres es tabú y se ha de ocultar. En algunas culturas es incluso, signo de impureza o rechazo. Lactar, menstruar o parir son procesos naturales que han de ser escondidos por «asquerosos» y antisociales. El vello femenino es signo de suciedad, mientras que el vello masculino carece de importancia o se relaciona con la virilidad.
La anatomía femenina está sexualizada y, por tanto, relacionada directamente con lo indecente, claro ejemplo es el pecho femenino.

Cosifica el cuerpo de la mujer

La cosificación hace que, por un lado, se considere a la mujer como un objeto usado para obtener placer y para criar, y por el otro, se le resta valor como ser humano, haciendo que a los ojos de las personas misóginas la mujer solo valga a causa de sus «funciones» y no por su condición humana, reduciendo toda su identidad a propiedades estéticas o funcionales, tal y como se haría con cualquier herramienta del hogar o animal doméstico.

Somete a la mujer a un puritanismo selectivo

Es decir, tiende a utilizar de manera selectiva una moral parecida a la puritana en lo que respecta a la sexualidad, pero solo a la hora de juzgar el comportamiento de las mujeres. Es por eso que se desprecia a la mujer que viste o actúa de un modo que se consideran provocativo.

La lógica que hay detrás de este tipo de pensamientos es simple: como el valor de la mujer está relacionado básicamente con lo estético y por su capacidad para dar descendencia, todo lo que pueda interpretarse como una tendencia a «compartir» estas dos cualidades con alguien que no sea la pareja disminuye el valor de la que lo hace. El hombre, sin embargo, tiene valor más allá de su aspecto y de su papel reproductor, por lo que no pasa nada si expresa su sexualidad de manera más o menos visible. Hoy en día existe el término acuñado por los misóginos de bodycounting que refleja el número de parejas sexuales, y que incrementa el valor de un hombre mientras reduce el valor de una mujer.

Usa la violencia

El uso de la violencia, sea física, verbal o simbólica, es la manifestación más evidente de misoginia. Este tipo de violencia se dirige hacia las mujeres de manera sistemática por el hecho de serlo, a veces con fines punitivos, pero en muchas otras ocasiones, por mera crueldad.

Tiende también a animar a otras personas para que menosprecie a las mujeres. La misoginia está ligada a un modo de ver las cosas que se intenta compartir con los demás (fratría). Eso hace, por ejemplo, que en las personas misóginas sea habitual animar a otras personas a hacer comentarios despectivos, desagradables o chistes sobre desconocidas.

Revictimiza sistemáticamente a las víctimas de violencia machista

Las personas misóginas tienden a buscar la responsabilidad de la violencia machista en las víctimas. Entienden que estos episodios de agresión se deben a que la mujer no va con el suficiente cuidado o provoca a los demás con su manera de vestir o de comportarse (“algo habrá hecho”), o bien, simplemente, se da por supuesto que las acusaciones de violencia son falsas sin disponer de pruebas consistentes que sugieran esa posibilidad.

Es autoritario solo con mujeres de forma arbitraria

Siempre que existe la posibilidad de imponer la propia voluntad a una mujer, los hombres misóginos lo hacen. Esto no significa que utilicen la fuerza; simplemente pueden realizar peticiones caprichosas o absurdas por el simple placer de ver cómo éstas les obedece. De algún modo, se saca provecho de contextos en los que el hombre tiene poder sobre la mujer (como por ejemplo, en el trabajo) para utilizarlo mucho más allá de lo que es justificable, pero también en contextos informales en los que no hay un cargo superior y otro inferior, o al menos lo intenta.

Margina a la mujer

No resulta extraño que las personas misóginas tiendan a rechazar la idea de relacionarse con mujeres más allá del ámbito profesional o de las transacciones económicas. En la actualidad incluso hay un movimiento llamado Men Go Their Own Way en el que se reivindica un estilo de vida alejado de las mujeres y del matrimonio tradicional.

Rechaza el liderazgo femenino

Bajo el influjo de la misoginia, el liderazgo femenino, o todo lo que implique darle visibilidad a la mujer más allá de sus roles tradicionales, es visto con malos ojos. Esto se puede plasmar tanto en el entorno empresarial y organizacional como, por ejemplo, en la crítica de las obras de ficción con protagonistas femeninas.


De este modo, se defiende una visión tradicional de las cosas en las que las decisiones más relevantes siempre son tomadas por los hombres, y los intentos de cambiar esto son vistos como intentos estridentes de llamar la atención.


Tiende a relacionar las formas bajas de cultura con lo femenino

Otra característica de las personas misóginas es la propensión a considerar que las mujeres consumen formas menores de cultura: malas novelas (de romances), malos programas de televisión (telebasura, telenovelas), malas canciones (comerciales, discotequeras), malas películas (romcom, musicales) etc. Esta mirada crítica sobre lo que consumen la mayoría de las mujeres no se aplica a la hora de analizar las formas de cultura que consumen masivamente los hombres.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo los hombres manifiestan su misoginia, pero hay más. En lineas generales, la misoginia, como sentimiento que es, actúa a veces inconscientemente y resulta casi imperceptible para quien no vive son las gafas moradas puestas. Solo tenéis que prestar atención a la cantidad de chistes sobre violaciones o agresiones sexuales que se sueltan alegremente en cualquier reunión y lo graciosos que para muchos aun siguen siendo.

Como dijo Andrea Dworkin en 1997: “Las mujeres parecemos fracasadas y atroces cuando estamos tristes. Las mujeres somos patéticas cuando estamos enfadadas. Las mujeres somos ridículas cuando militamos. Las mujeres somos desagradables cuando nos amargamos sin importar la causa de nuestra amargura. Las mujeres son unas trastornadas cuando anhelan justicia. Las mujeres odian a los hombres cuando las mujeres buscan respeto y responsabilidad de parte de los hombres”

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.